Conflicto en Oriente Próximo

El cerco a Gaza asfixia a la población tras días sin flujo de ayuda humanitaria

Desde la toma del lado palestino del cruce de Rafah, apenas entra ayuda en el enclave mientras las autoridades exigen que se detengan los lanzamientos aéreos de paquetes de comida por el riesgo que suponen para la población

¿Qué es el paso de Rafah y por qué es tan importante para Gaza?

Un grup de palestins corren per recollir l’ajuda humanitària llançada des de l’aire, ahir a Gaza.  | AFP

Un grup de palestins corren per recollir l’ajuda humanitària llançada des de l’aire, ahir a Gaza. | AFP / AFP

Andrea López-Tomàs

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El cerco a la Franja de Gaza asfixia a la población. Por mucho que los gazatíes logre esquivar los bombardeos de los aviones israelíes a lo largo y ancho del enclave, o la artillería de los tanques sumidos en intensos combates tanto en el norte y como el sur, el cierre a cal y canto del territorio palestino la condena a morir de otra forma. Pese a la opacidad de las informaciones, las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales y locales han denunciado el desplome de la entrada de ayuda humanitaria al enclave. “Desde hace días, los cruces hacia Gaza están cerrados, su acceso es inseguro o no son logísticamente viables”, ha denunciado la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, por sus siglas en inglés). “La distribución de ayuda es casi imposible sin importaciones regulares de combustible, telecomunicaciones inestables y combates continuos”, lamenta.

El cerco a Gaza se estrecha. Desde la toma del lado palestino del cruce de Rafah a principios de la semana pasada, la situación se ha vuelto aún más crítica. “En estos momentos apenas entra ayuda a Gaza”, declara Miriam Marmur, directora de defensa pública de Gisha, una organización israelí de defensa de la libertad de movimiento en los territorios ocupados. “Ahora Israel no sólo controla todo el perímetro del área del norte, sino que después de la toma del cruce de Rafah tiene el control total de todo el perímetro de Gaza”, denuncia a EL PERIÓDICO. El paso de Rafah, en la frontera con Egipto y cerrado desde el pasado 8 de mayo, era el principal punto de entrada de la ayuda humanitaria, pero también de salida para los pacientes médicos de gravedad, para palestinos con segunda nacionalidad o para aquellos que habían invertido miles de dólares para poder abandonar el enclave.

Otros pasos

Ahora, países como Egipto, informa Gisha, han dejado de enviar ayuda desde su territorio a la Franja en respuesta a la ofensiva de Israel en la zona. También Jordania ha detenido sus envíos por tierra a través de la Cisjordania ocupada, después de que grupos de radicales israelíes atacaran sus convoyes humanitarios, esparcieran la ayuda por la carretera y quemaran sus camiones. Apenas quedan alternativas para la población gazatí.

El cruce sureño de Kerem Shalom, en la frontera israelí, es el único cruce disponible para personas. “Desde el 8 de mayo, no hay acceso seguro desde el interior de Gaza y no es logísticamente viable”, afirma la OCHA. “Casi ninguna de las mercancías que llegan a Kerem Shalom pueden ser recogidas por las agencias internacionales debido a lo peligrosa que es la situación en el lado gazatí”, aclara Marmur. “No sabemos cuántos camiones están siendo recogidos y distribuidos a los civiles dentro de la Franja”, añade.

Durante esta semana, Estados Unidos ha informado que el muelle flotante de 550 metros de largo que han construido frente a las costas de Gaza para proporcionar ayuda humanitaria ya ha sido anclado en una de sus playas. Además, Israel presume de haber inaugurado un nuevo cruce en el norte, dónde la población sufre desde hace semanas la hambruna y estos días ha sido forzada a desplazarse de nuevo por los renovados ataques en el área.

Según la OCHA, desde el 12 de mayo, este paso llamado Erez Oeste está abierto a “productos preaprobados”. “Básicamente Israel sólo está permitiendo la entrada de harina a través del puerto de Ashdod, cercano al cruce”, explica la representante de Gisha, impulsora de una petición al Estado de Israel en el Tribunal Superior de Justicia para aumentar la entrada de ayuda. “Las autoridades israelíes se comprometieron frente a la corte a permitir la entrada de todo tipo de bienes, y no lo están cumpliendo”, añade.

254 trabajadores humanitarios muertos

Como potencia ocupante y parte en las hostilidades, igual que Hamás, Israel tiene la responsabilidad de garantizar el suministro de ayuda humanitaria a la población gazatí. “La realidad es que es extremadamente difícil para las organizaciones humanitarias asegurarse de que la ayuda llegue a donde sea necesaria”, denuncia Belkis Wille, directora asociada de la División de Crisis, Conflictos y Armas de Human Rights Watch (HRW).

Esta oenegé ha denunciado que, en estos siete meses de guerra, Israel ha llevado a cabo al menos ocho ataques contra convoyes humanitarios y sus instalaciones sin emitir avisos previos después de que estos compartieran sus coordenadas con el Ejército israelí. Como resultado, 31 trabajadores humanitarios y acompañantes murieron, sumados a sus 254 colegas que han perdido la vida en esta trágica guerra.

"Lo más preocupante aquí es que Israel tiene un Ejército altamente sofisticado que debería ser capaz de poner en marcha un proceso eficiente de desconflicto”, es decir, de coordinación de los convoyes humanitarios con las autoridades militares israelíes, dice Wille a este diario. Otro de los graves riesgos en la entrega de ayuda han sido los lanzamientos desde el aire de paquetes de comida por parte de países como Jordania, Emiratos Árabes Unidos, Francia o Reino Unido.

Tanto Hamás como la Defensa Civil de Gaza han exigido que esta metodología se detenga porque ya han muerto varios civiles golpeados por los bultos o ahogados al intentar recuperarlos en el mar. “Se deben tomar medidas para ingresar la ayuda de la manera correcta que no represente un peligro para los ciudadanos: a través de los cruces existentes”, afirma Mahmoud Basel, portavoz de la Defensa Civil.

Opacidad en los cruces

En medio de la caótica situación en el enclave, “esta era una forma simbólica e ineficiente de entrar ayuda a Gaza”, constata Marmur. Una de las grandes preocupaciones entre las organizaciones que monitorean la entrada de ayuda es la falta de información. Después de la toma del cruce de Rafah, la opacidad se ha convertido en la norma. Y eso nunca es buena señal. “Las ya insuficientes operaciones de ayuda se están viendo enormemente obstaculizadas por las acciones de Israel en Rafah”, afirma la representante de Gisha. Pero, más allá de los esfuerzos por entrar y distribuir ayuda en el enclave, el impacto que puede tener es mínimo en una población que ha perdido a más de 35.300 de sus miembros, que trata de salvar a casi 80.000 heridos, que sufre la hambruna y el desplazamiento a diario, que intenta sobrevivir entre una destrucción sin precedentes.

"Sin reparaciones de infraestructuras civiles críticas o un proceso adecuado de desconflicto [para la segura distribución de la ayuda] o rutas de suministro, sin todas estas cosas, ni siquiera inundar la Franja con ayuda [como se ha comprometido Israel ante su Tribunal Superior] es suficiente", afirma Marmur. "Es necesario que haya un alto el fuego; sólo así estas medidas podrán realmente proteger a las personas", concluye. Mientras, los camiones con toneladas de ayuda venida de todos los rincones del mundo siguen cogiendo polvo ante unas puertas cerradas. Al otro lado, un pueblo famélico y traumatizado ya ha perdido las fuerzas para seguir gritando.

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