Parálisis legislativa

Los republicanos moderados vuelven a derrotar a Jordan y abren una vía para desbloquear el Congreso de EEUU

La implosión del Partido Republicano

El 'speaker' temporal de la Cámara de Representantes de EEUU, Patrick McHenry, durante la sesión de este martes.

El 'speaker' temporal de la Cámara de Representantes de EEUU, Patrick McHenry, durante la sesión de este martes. / CHIP SOMODEVILLA / GETTY IMAGES / AFP

Idoya Noain

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Los moderados son prácticamente una especie en extinción en el Partido Republicano de Estados Unidos, que ha girado radicalmente a la derecha en las últimas décadas, especialmente bajo el liderazgo de Donald Trump. En las últimas horas, no obstante, esos conservadores más tradicionales han echado inusuales agallas para frenar al ala más extremista de su partido, que con la destitución hace ya más de dos semanas de Kevin McCarthy como presidente de la Cámara Baja han sumido al Congreso en la parálisis.

20 de esos republicanos moderados impidieron el martes la elección del ultra Jim Jordan como ‘speaker'. Aunque en la segunda votación este miércoles dos de esos han cambiado su voto para apoyar el cofundador del Freedom Caucus, cuatro que le dieron su apoyo la víspera se lo han quitado. Y al final 22 republicanos y 212 demócratas han tumbado a Jordan.

La cámara ha entrado en receso. Los siguientes pasos vuelven a estar en el aire y fuentes republicanas descartaban celebrar más votaciones este miércoles, postergando la próxima hasta por lo menos este jueves. Pero aunque persisten el caos y la disfuncionalidad, cobra fuerza una vía para acabar con la crisis institucional: dar más poder aunque sea de forma temporal al presidente interino, el congresista de Carolina del Norte Patrick McHenry, que tiene 47 años, preside el Comité de Servicios Financieros y ha sido un cerano aliado del depuesto McCarthy.

'La vía McHenry'

David Joyce, como Jordan representante de Ohio y también aliado de McCarthy, tiene la intención de presentar una moción para dotar de poderes a McHenry hasta que se elija definitivamente un ‘speaker’. Concretaría así una idea que se ha barajado en algunos círculos en las dos últimas semanas, pero que ahora cobra una intensidad renovada. Y el propio Joyce quiere exponerla antes a los miembros de su partido en una reunión de toda la bancada.

La elevación de McHenry también la han barajado los demócratas, cuyos líderes, según ha reconocido Hakeem Jeffries, al frente de la minoría, han estado manteniendo conversaciones informales con los republicanos estudiando la posibilidad.

La alianza de demócratas y republicanos moderados sería necesaria para alcanzar los 217 votos requeridos en el pleno y no está ni mucho menos confirmada. Se desconocen aún también los detalles de la propuesta, como hasta cuándo exactamente se prolongaría esa ampliación de poderes de McHenry, que actualmente se interpretan por lo general como limitados en la práctica a organizar la elección de presidente, aunque algunas voces republicanas promulgan la idea de que el 'speaker' interino puede impulsar legislación.

Para muchos observadores, no obstante, es el camino más viable que podría permitir desbloquear la parálisis legislativa en un momento crítico: muchos en el Congreso quieren aprobar nueva ayuda para Israel, algunos quieren también dar luz verde a más asistencia para Ucrania y para el 17 de noviembre hay que aprobar presupuestos u otra prórroga a las cuentas si se quiere evitar un cierre parcial del gobierno estadounidense.

Si McHenry obtiene ese respaldo se daría la paradoja de que la Cámara volvería a estar dirigida por un íntimo aliado de McCarthy, el 'speaker' al que se depuso por la rebelión ultra pero también con los votos de los demócratas.

Respaldo

La “vía McHenry” ha recibido respaldo en espacios conservadores, como un editorial de ‘The Wall Street Journal’, y también de tres republicanos que ocuparon el cargo: Newt Gingrich, John Boehner y Paul Ryan.

Gingrich publicó el martes una columna en su web defendiendo dar poderes a McHenry al menos hasta final de año. “EEUU no puede permitirse el lujo de permitir que un puñado de republicanos destructivos, o incluso la ambiciones legítimas de buena gente, impidan al sistema funcionar”, escribió Gingrich, que añadió que elevar a McHenry “es una solución mucho mejor que el bloqueo y el caos”.

Boehner, que también fue presidente de la Cámara Baja, y dimitió en 2015 bajo la presión entonces de congresistas del Tea Party que amenazaban con expulsarlo, dio su aprobación a la idea en un mensaje en X, antes Twitter. Y lo mismo hizo Ryan en una conferencia en Harvard.

Las presiones de Jordan

Quien rechaza frontalmente ese camino es Jordan, y su equipo y aliados están tratando de recabar apoyos para abortar cualquier intento de elevar a McHenry. Pero el congresista de Ohio, que sigue apostando por convertirse en 'speaker' pese a sus dos derrotas, también había retado a que se votara inicialmente la moción de Joyce, con el propósito de retratar a los republicanos que estarían dispuestos a votar con los demócratas.

Jordan, íntimo aliado de Trump, que le ha dado su respaldo para el cargo, insiste en que no abandona, pero ha topado con una firme oposición interna en la que se combinan varias de las facciones del partido. El martes, por ejemplo, votaron en su contra seis de los 18 congresistas republicanos que representan a distritos que ganó Joe Biden. Enfrenta también rechazo de algunos representantes indignados con que Matt Gaetz y otro puñado de radicales destituyeran a McCarthy y con que los extremistas hicieran también a un profundo conservador como Steve Scalise abortar su carrera por el puesto. Pero en su oposición también se cuentan varios miembros del Comité de Apropiaciones, claramente preocupados por la consecuencias que podría tener una presidencia de la Cámara de Jordan, defensor de profundos recortes en el gasto, incluyendo el de Defensa.

A Jordan, que se niega a reconocer la victoria electoral de Biden, y votó contra la certificación de esa victoria, se le está volviendo además en contra la intensa campaña de presión a la que ha sometido a compañeros de bancada reacios a apoyarle para tratar de ganarse su apoyo. Esa presión ha incluido amenazas de retarles en primarias desde la derecha pero también una campaña de asedio desde redes sociales y medios de comunicación de ultraderecha.