Conflicto en el este de Europa

La infraestructura tecnológica de Ucrania, blanco de Rusia desde el inicio de la ofensiva

La invasión rusa de Ucrania, en directo

La torre de comunicaciones de Kiev, tras recibir el impacto de un misil en el inicio de la ofensiva rusa, el 1 de marzo de 2022.

La torre de comunicaciones de Kiev, tras recibir el impacto de un misil en el inicio de la ofensiva rusa, el 1 de marzo de 2022. / CARLOS BARRIA / REUTERS

Àlex Bustos

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La infraestructura tecnológica de Ucrania ha sido objetivo del Ejército ruso desde el inicio de la denominada por Moscú "operación militar especial", el 24 de febrero de 2022. De hecho, en los albores de la ofensiva, las fuerzas del Kremlin derribaron la torre de telecomunicaciones de Kiev, algo que perjudicó la retransmisión de la televisión ucraniana en ese momento. "Advertimos a los ciudadanos ucranianos, utilizados por los nacionalistas ucranianos para llevar a cabo provocaciones contra Rusia, así como a los residentes de Kiev que viven cerca de los nudos de retransmisión para que abandonen sus hogares", anunció entonces el Ministerio de Defensa ruso. El vídeo de la destrucción de la torre tuvo recorrido también en medios estatales rusos, que evitaron mencionar quién derribó la infraestructura.

También en los inicios de la ofensiva rusa, el milmillonario Elon Musk brindó a Ucrania el apoyo de sus satélites de Starlink, algo que fue clave para que las tropas de Kiev pudieran mantener el pulso a Rusia. Las redes ucranianas perdieron potencia desde el inicio del conflicto rusoucraniano, algo que fue compensado por la señal que proporcionaban los satélites de esta compañía. Moscú, conocedor de esta cooperación, ha intentado dinamitar la conexión en el país vecino y el uso de Starlink no ha estado exento de esta guerra cibernética. Los 'hackers' rusos han intentado desde 2022 que este sistema deje de funcionar en el país, o al menos limitarlo.

Pero la tecnológica no es la única infraestructura crítica blanco del Kremlin. El acuerdo de exportación de grano ucraniano, que permitía la exportación de cereales al mercado internacional, fue cancelado el pasado mes de julio. Esta medida ha ido acompañada de una campaña intensa de bombardeos rusos contra los puertos del mar Negro, en especial de Odesa y su infraestructura portuaria para limitar el comercio ucraniano. Algunos expertos apuntan que esta estrategia lo que persigue es dañar la economía del país, además de "desinternacionalizar" el propio conflicto rusoucraniano para minar la solidaridad de terceros países con Kiev, algo que se trató en la cumbre Rusia-África, en la que Moscú prometió grano a algunos países del continente africano y estrechó vínculos con ellos.

Otra infraestructura clave para Ucrania dañada ha sido la presa de Nova Kajovka. Aunque la mayor parte de los expertos, la comunidad internacional y el Gobierno ucraniano culparon a Moscú de estar detrás de la destrucción de esta instalación, Rusia ha negado activamente ser la responsable de este acto. El Kremlin incluso culpó a Ucrania de este incidente, aunque la región donde se encontraba estaba bajo control ruso en ese momento. La destrucción de la presa provocó grandes inundaciones tanto en zonas bajo dominio ruso como ucraniano y causó la muerte de al menos 58 personas. Unas 40.000 personas se vieron afectadas.

Rusia, "impredecible"

Dionis Cenusa, analista de riesgo del Eastern Europe Studies Centre, apunta que aunque Rusia "es impredecible y ajusta su estrategia de guerra contra Ucrania de acuerdo con las condiciones del campo de batalla y teniendo en cuenta los acontecimientos geopolíticos en torno" al país eslavo. Argumenta que si la contraofensiva ucraniana llegara hasta Crimea, entonces "Rusia podría sabotear la fábrica Titán en Armiansk provocando un desastre natural por la liberación de amoníaco técnico". Recuerda que las tropas rusas ya "han minado esta fábrica y podrían explotarla en cualquier momento cuando sea conveniente", algo parecido a lo visto en la central nuclear de Zaporiyia.

Occidente ha apoyado Ucrania tanto financiera como militarmente. Buena parte del equipamiento militar que permite a Kiev resistir los embates rusos proviene de Estados Unidos y países de la Unión Europea. Cenusa señala que, a pesar del apoyo que ya ha recibido, "Ucrania necesita más sistemas antimisiles para proteger su infraestructura crítica". "Los sistemas Patriot son útiles para interceptar misiles balísticos", añade. Tanto Rusia como Ucrania han usado repetidamente drones kamikaze contra sus objetivos, algunos de ellos incluso impactando en grandes urbes ucranianas y rusas. Por ello se necesitan, según el analista, "armas más baratas y simples para derribarlos". Para proteger los cielos ucranianos, Kiev lleva tiempo pidiendo a Occidente que le brinde cazas F16, algo que les permitiría gozar de una mayor cobertura aérea.

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