Líder religioso en la picota

Kirill, el patriarca-espía

El religioso mantuvo vínculos y colaboró con los servicios secretos soviéticos, y en la actualidad es uno de los grandes puntales del régimen oficialista ruso

Hungría bloquea el sexto paquete de sanciones a Rusia por el patriarca ortodoxo

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Àlex Bustos

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Cuesta a día de hoy imaginarse el poder religioso desligado del poder político en Rusia. Y la cara que representa esta institución, el patriarca de la Iglesia Ortodoxa de Moscú y de Todas las Rusias, es Kirill I, ferviente defensor del presidente ruso. Su lealtad hacia el líder del Kremlin está fuera de toda duda, llegando incluso a proclamar en una ocasión que Vladímir Putin era “un milagro del cielo”, y hasta pidiendo a los rusos, en las elecciones presidenciales de 2012, que votasen por él.

Con una larga carrera en la Iglesia Ortodoxa Rusa (IOR), no fue hasta 2009, ya con Putin en el poder, aunque ocupando temporalmente el cargo de primer ministro, cuando se convirtió en líder de esta institución eclesiástica, resultando elegido entonces en el Santo Sínodo tras la muerte de su sucesor, Alekséi II. En la ceremonia de coronación, estuvieron presentes tanto el entonces primer ministro ruso Putin como Dmitri Medvédev, considerado entonces su delfín y jefe del Estado de aquel momento. Kirill alcanzó la máxima posición en la jerarquía eclesiástica siendo un fuerte opositor a cualquier intento de reforma en el seno del cristianismo ortodoxo.

Una de sus decisiones públicas más recientes y controvertidas fue la de expulsar a un sacerdote de Moscú, Yoann Koval, que cambió, en una de sus plegarias, la palabra “victoria” por “paz”. Los feligreses denunciaron a las autoridades eclesiásticas que durante la plegaria no se respetó el texto original, difundido como obligatorio por la IOR entre sus sacerdotes. Polémicas aparte, en una de sus apariciones recientes que tuvo lugar en septiembre, anunció que aquellos que mueran en el frente de Ucrania “verán limpiados todos sus pecados”.

Llegó a la cúspide de la jerarquía eclesiástica oponiéndose a cualquier tipo de reforma en el seno de la iglesia, y condena con firmeza las bodas gays en Occidente 

La URSS y la religión

En tiempos de la Unión Soviética, la religión estatal fue “el ateísmo” y muchos lugares de culto se destruyeron o se emplearon para otros fines, como almacenes u oficinas. A pesar de ello, muchas órdenes religiosas de distintas confesiones – el país tiene creyentes ortodoxos, musulmanes, budistas, chamanistas – mantuvieron su actividad de forma más o menos discreta en muchas partes del país, con algunos de sus miembros colaborando activamente con los servicios secretos. La iglesia ortodoxa, la confesión más extendida en toda Rusia, no fue la excepción, ni tampoco Kirill, quien durante su etapa en Suiza, está confirmado y reconocido que, como mínimo, se coordinó con el KGB y le informó.

La caída de la URSS supuso un giro de 180 grados en el plano político para el estado más grande del mundo. Y la IOR volvió a acercarse al poder después de la caída de la Unión Soviética, convirtiéndose en un punto de apoyo muy destacado. En las tres décadas que sucedieron a la disolución de la URSS, según apuntan medios británicos, se construyeron más de 30.000 templos. Kirill, que representa tanto a la sagrada institución como a los servicios secretos rusos por su probada colaboración en ellos, era el vínculo perfecto para comunicarse con Vladímir Putin, quien también fue espía, en su caso fue en Alemania Oriental, en Dresden.

Kirill y Putin, además de compartir fe y parte del bagaje, están en sintonía en lo que respecta a buena parte de su particular visión del mundo. El religioso aseguró en 2017 que el matrimonio homosexual era "una amenaza”. Anteriormente había denunciado que en Occidente, aquéllos que hablan en contra de las bodas gays, están sometidos a la censura. En el discurso de anexión de las regiones ocupadas de Ucrania, el presidente aseguró que quiere evitar que en Rusia haya "papá 1 y papá 2", todo un ataque, con todas las de la ley, a las familias con cónyuges del mismo sexo. Putin, como otros nacionalistas rusos, apuntó que la disolución de la URSS fue "la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX". Kirill, por su parte, culpa a los desfiles del orgullo gay del actual conflicto en Ucrania.