Tokáyev se reafirma en unas presidenciales en Kazajistán sin margen para la sorpresa

El actual líder del país centroasiático buscaba este domingo en los comicios presidenciales legitimarse a ojos de la ciudadanía y distanciarse del legado de su predecesor. Y lo logró con un arrollador 82,45% de votos a su favor, confirmando su condición de claro favorito de la jornada electoral. Kasim-Yomart Tokayev tenía tan clara su victoria que incluso se ausentó del debate televisivo con el resto de presidenciables, ninguno de ellos opositor al oficialismo kazajo.

Tokáyev fue el delfín del primer presidente kazajo Nursultán Nazarbáyev y esa etiqueta es una rémora de la que quiere desprenderse. Algunos críticos aún le consideran un presidente “puesto a dedo”. A ojos del oficialismo kazajo, se ha reafirmado como el líder del país y durante los próximos siete años, podrá liderar el país más grande de Asia Central. Para distanciarse de su antecesor, tomó medidas como recuperar el antiguo nombre post-soviético de la capital, Astaná. En 2019, haciendo gala del culto a la personalidad, las autoridades habían bautizado a esta urbe como “Nursultán”, idéntico al nombre de pila del expresidente .

En el mitin de cierre de campaña, Tokayev llamó a los kazajos a elegir entre "un nuevo y un viejo Kazajistán, entre el miedo a los cambios y la libertad de expresión, entre la arbitrariedad de los elegidos y la justicia para todos", en un claro mensaje a poner fin a la era de Nazarbáyev. Tokáyev no ha dudado en criticar la "cleptocracia" que caracteriza a las élites kazajas desde la independencia de la URSS en 1991, una clara alusión a Nazárbayev aunque no lo mencionó directamente.

Mirando de reojo al vecino al norte

Ha sido un año convulso en el espacio post-soviético. Tan solo habían pasado unos pocos días del 2022 y unos graves disturbios obligaron a Astaná a llamar a Moscú para acabar con este problema de seguridad en diferentes ciudades del país, especialmente grave en Almaty, la más poblada. Aunque se requirió el apoyo de la alianza militar de toda la alianza de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, Rusia es el país más relevante de esta. Después de 227 muertos y casi 10.000 detenidos – datos oficiales – finalmente las fuerzas de seguridad del país consiguieron estabilizar la situación nacional.  

Posteriormente las tropas de Rusia se movieron nuevamente, en esta ocasión en el marco de la ofensiva contra Ucrania, a finales de febrero. Este conflicto es seguido con mucho interés por todos los países que tienen frontera con el gigante euroasiático. Para empezar, Kazajistán también tiene una importante comunidad étnica rusa en el norte del país y el Kremlin podría llamar a “proteger” a estos rusos, uno de los argumentos esgrimidos por Moscú en Ucrania. Incluso ha habido voces que ya han pedido “desnazificar Kazajistán”, como es el caso del diputado de la Duma de Moscú Serguéi Savostianov en marzo.

Además también ha habido otras consecuencias, como es la migración de muchos ciudadanos rusos, según datos oficiales cerca de 100.000, especialmente hombres en edad de hacer el servicio militar o el distanciamiento entre Astaná y Moscú. Kazajistán no reconoció las llamadas “Repúblicas Populares” de Donetsk y Lugansk, y reconoció la integridad territorial ucraniana, hechos que no han gustado en el Kremlin.

La celebración de los comicios despertó algunas protestas, poco numerosas, en ciudades como Almata, la segunda ciudad del país. Estas fueron reprimidas a pesar de su escaso impacto y las fuerzas de seguridad kazajas.