Guerra de Ucrania

De las aulas a la guerra en Ucrania

Unos 1.800 centros educativos han sido atacados desde el inicio de la guerra

Los profesores intentan mantener en pie el sistema como pueden, enfrentándose al peligro del alza de la tasa de abandono escolar 

Una escuela destruida en Járkov.

Una escuela destruida en Járkov. / Irene Savio

Irene Savio

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Todas las semanas la profesora Sagan Halyna, de la Universidad Borys Grinchenko de Kiev, hace un recuento de sus estudiantes. Intenta comprobar los que están en zonas ocupadas por el Ejército ruso, los que se encuentran luchando en el frente de batalla, los que se han ido del país, los que no tienen recursos para seguir las clases. A veces también pasa un rato observando las fotografías que hay colgadas en los pasillos de su universidad, ahora vaciados de vida, de los jóvenes que se encuentran en los lugares más hostiles, con los cuales ella mantiene el contacto, cuando se puede, a través de internet o por teléfono. "Hoy, por ejemplo, un estudiante nos llamó para decirnos que no tenía electricidad, por lo que le cambiamos la fecha del examen de fin de curso. Lo hará otro día", cuenta. 

En Ucrania, el mundo educativo ve cómo la guerra le hace cortes de manga. Halyna explica que, a causa del conflicto, se ha reducido el temario, se enseña menos, e incluso, para obtener el diploma, se ha disminuido el volumen de contenido a estudiar "de 70-90 a 25-30 páginas", para que los estudiantes no se desprendan completamente de sus estudios. "Pero cuando escuchas las alarmas o recibes mensajes de voz de tus estudiantes que están luchando... No puedo escucharlos, son nuestros niños los que están luchando", dice, conmovida.

Las incógnitas también son de cara al futuro. El ministro de Educación, Serhiy Shkarlet, dice que, con la guerra, alrededor de 12.000 centros educativos ucranianos han continuado funcionando a distancia, pero que aún no se sabe si, cuando el año escolar vuelva a empezar, los estudiantes podrán asistir a clases presenciales. "El gran problema que tenemos es que no todas las escuelas y universidades tienen búnkeres, por lo que es posible que en algunas zonas no pueda activarse la modalidad presencial", afirma, en entrevista desde su despacho en Kiev. "No queremos poner en peligro a los chicos", asegura Shkarlet.

Una escuela destruida en Járkov.

Una escuela destruida en Járkov. / Irene Savio

Ataques a edificios civiles

En peligro por una situación recurrente en la guerra de Ucrania: los ataques a edificios civiles. En concreto, de acuerdo con cifras del Gobierno ucraniano, unas 1.800 escuelas y universidades (la mayoría en el este del país) han sido dañadas desde el inicio del conflicto bélico, y varios centenares están en manos de las tropas enviadas por el presidente ruso, Vladímir Putin. Un ejemplo de ello fue un ataque en mayo contra un centro educativo en Bilohorivka, un pueblo a un centenar de kilómetros de la ciudad de Luhansk, aunque también en las ciudad de Járkov todas las semanas hay centros educativos atacados. La razón de estos ataques es, como dicen afirman diversas fuentes, que ambos bandos han estado usando estos sitios para esconder armamento o personal.

Familias y estudiantes viven el momento con desazón. "Me preocupa enviar a mi hijo a la educación presencial. Aunque, en términos de conocimiento, estudia mejor en la escuela, porque la educación presencial es mejor", afirma Darya Ilnitska, madre de Timur, un niño en edad de educación primaria. "La verdad es que no sé qué hacer. Tampoco sabemos cómo organizarnos en caso de que tenga que estudiar a distancia. Lo más probable es que tenga que enviarlo con la abuela que vive en otro pueblo", añade Ilnitska. Durante estos meses, "perdí mucho, perdí mi vida de estudiante y la oportunidad de comunicarme con mis amigos y compañeros de clase", confiesa, por su parte, Nazar Sklyarov, estudiante de Ciencias Políticas en Kiev. 

Abandono escolar

El problema son las consecuencias a medio y largo plazo de esta situación, en particular la tasa de abandono escolar y de cerebros en fuga por los que han escapado a otros países. Fenómenos sobre los que aún no hay cifras pero que, desde el terreno, la realidad refleja con crudeza. "Aún no hemos tomado una decisión definitiva, pero es probable que el año que viene no apuntemos a nuestra hija a la escuela. Ella no quiere ir, y la entiendo. ¿Cómo puede concentrarse cuando la profesora tiene que repetidamente interrumpir las clases porque están sonando las alertas antiaéreas?", reflexiona Yulia Maksimenko, madre de una adolescente. 

Más aún, tampoco está claro qué cambios el Gobierno ucraniano planea introducir en los currículum que se implementarán el próximo curso escolar que viene. En diversas apariciones públicas, el propio ministro Shkarlet ha dicho que, aunque una decisión definitiva no ha sido tomada aún, se está pensando en remover ciertos contenidos ligados al literatura rusa, y que hay una comisión que lo está estudiando. Una decisión que recuerda los cambios introducidos en Rusia, donde también muchos currículum han sido cambiados para justificar la invasión de Ucrania.

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