Guerra en el este de Europa
Chechenia, Siria y Ucrania, las tres guerras de Putin
Dos semanas de guerra en Ucrania
Marc Marginedas
Periodista
Premio 'Cirilo Rodríguez' al mejor corresponsal en el extranjero (2013), Premi Nacional de Comunicació (2013) y Premio Luka Brajnovic de Periodismo (2019). Autor de 'Periodismo en el campo de batalla: 15 años tras el rastro de la yihad'. Protagonista del documental 'Regreso a Raqqa' (2022)
Guerras que se asemejan como gotas de agua. Uno de los primeros bombardeos con que comenzó el asedio a Grozni durante la segunda guerra de Chechenia se produjo el 21 de octubre de 1999. Varios misiles balísticos impactaron "en un mercado, una mezquita y en el único hospital ginecológico en funcionamiento en la ciudad", recuerda a EL PERIÓDICO Usmán Baisayev, exactivista de la oenegé de derechos humanos Memorial, recientemente prohibida por la justicia rusa, que por aquel entonces documentaba las atrocidades de las tropas rusas en la contienda.
Murieron entre 20 y 25 personas en el centro sanitario, mientras que en total, el ataque coordinado se saldó con más de un centenar de muertos. Más de dos décadas más tarde, en Ucrania, en una guerra fuera ya de las fronteras de la Federación Rusa, un hospital pediátrico de Mariúpol, localidad que resiste el asedio de las fuerzas rusas, sufrió otro ataque deliberado con resultado de tres muertos.
Gracias a su experiencia, Baisáyev tiene claro que este encarnizamiento de las tropas del Kremlin contra los civiles no es gratuito, sino que se trata de una suerte de castigo colectivo a los soldados ucranianos: "No solo defienden la ciudad; son los protectores de la población local; bombardeando objetivos como hospitales, los atacantes envían el mensaje de que si los ucranianos presentan resistencia, será la población quién pague las consecuencias".
Marta Ter, una catalana que estuvo entonces al frente de la campaña "Txetxtènia, trenquem el silenci", recuerda con pesar un episodio en Alkhan-Kala protagonizado por el doctor Khassan Baiev. "Estaban bombardeando cerca de su hospital, y para identificar el lugar, colgó en el techo una manta con una cruz roja; fue colocarla y el edificio se convirtió en objetivo constante de ataques deliberados", denuncia la exactivista.
Estrategias que parecen calcos
No es de extrañar que las estrategias militares parezcan como calcos. Al frente de la operación rusa en Ucrania se hallan Valeri Guerásimov, jefe del Estado Mayor del Ejército, y su número dos, el también general Nikolái Bogdanovski, dos mandos militares considerados por Memorial como "criminales de guerra", desvela Baisáyev. El primero, según el exactivista de Memorial, "es responsable de crímenes cometidos durante enfrentamientos armados cometidos en marzo de 2000 en la localidad de Goi-chu, a unos 20 kilómetros al sur de Grozni. El segundo "es culpable de la muerte de civiles durante masivas operaciones de limpieza, (en ruso zachistka) durante los años 2001 y 2002", continúa el investigador.
Sergio Maydeu-Olivares, investigador asociado de CIDOB que hizo un exhaustivo seguimiento al asedio de los barrios de Alepo bajo control rebelde durante la guerra civil siria, sostiene que los ataques contra infraestructura civil le recuerdan "a los primeros momentos" de dicho cerco. Leila Nachawati Rego, profesora de Comunicación hispano-siria y experta en Oriente Próximo, cree que durante esa contienda, el Kremlin realizó una suerte de "ensayo acerca de la impunidad" y de la tolerancia de Occidente ante las atrocidades cometidas por sus tropas. Por esta razón, en Ucrania todo va "más rápido" y episodios que tardaron tiempo en aparecer el país árabe ya han podido verse en Ucrania.
Si hay que atenerse a experiencias pasadas, lo peor está por venir. Cuando arrancó en 2015 la intervención rusa en Siria, las atrocidades experimentaron una sustantiva escalada, según denuncia a este diario Abdulrahmán ElKhasan, exportavoz de los Cascos Blancos, organización de voluntarios que retiraba muertos y heridos tras los bombardeos. "Se utilizaban bombas mucho más grandes, de 400 kilos; también emplear armas antibúnker, que desventraban los refugios bajo tierra", denuncia.
Una de las nuevas tácticas que llegaron con los rusos fue la de doble tap o par controlado: "Bombardeaban en una primera ocasión y transcurridos cinco o 10 minutos, cuando las ambulancias estaban sobre el terreno, abrían fuego de nuevo".
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