Auge extremista en Latinoamérica

Chile y Argentina se suman a Brasil en el avance de la ultraderecha

La irrupción del chileno José Antonio Kast, hijo de un exmilitar nazi que ha pasado a la segunda vuelta de las presidenciales, enciende otra señal de alarma

El líder ultraderechista chileno José Antonio Kast

El líder ultraderechista chileno José Antonio Kast / Europa Press

Abel Gilbert

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La victoria en la primera vuelta electoral chilena de José Antonio Kast, el hijo de un exmilitar nazi que, con sus exabruptos, compite cara a cara con Jair Bolsonaro, ubica el problema de la ultraderecha en la región en un nivel diferente de peligrosidad. "Yo sí defiendo con orgullo la obra del gobierno militar", dice este partidario del mercado, la cruz y el orden. Su desinhibición es parte un fenómeno que en América Latina comenzó en Brasil, acaba de hacer pie en la capital argentina con una fuerza desconcertante y ahora inserta a Chile en el mapa de la radicalidad. Kast puede ser elegido el 19 de diciembre presidente de un país que hace dos años estalló por los aires en protesta por el modelo económico neoliberal. "Si Pinochet estuviera vivo, votaría por mí", ha llegado a decir.

Lo sucedido alrededor de un personaje que hasta hace poco formaba parte de la galería de los políticos excéntricos provoca perplejidad en Chile. Buena parte del centro no tiene dudas en votar, aun contra sus principios, a favor del izquierdista Gabriel Boric, para evitar el escenario que tanto se teme. Atrévete Chile, se llama el programa de gobierno de Kast. El punto trigésimo tercero es música para los oídos de Santiago Abascal. De llegar al Palacio de La Moneda, Kast promete avanzar en la "Coordinación Internacional Anti-Radicales de Izquierda".

Su crecimiento en las urnas ha permitido a esta "derecha sin complejos" abandonar todo tipo de prurito. Johannes Kaiser ha sido elegido diputado en Santiago por el partido de Kast. Es hermano de Axel Kaiser, un autor y youtuber a quien supera con sus apreciaciones. "Las mujeres dejan de ir al parque a correr porque tienen miedo a inmigrantes que las pueden violar, pero siguen votando por los mismos partidos que están trayendo a esa gente y tú realmente te preguntas si el derecho a voto fue una buena idea", dijo. Como podría restarle votos al líder en la segunda vuelta, decidió dejar el partido pero no a su escaño.

Negacionistas de la dictadura

Las cosas no son muy diferentes al otro lado de la Cordillera de Los Andes. Por el momento, la ultraderecha argentina no pelea por la presidencia. Pero en las últimas elecciones legislativas, el economista y excantante de heavy metal Javier Milei obtuvo el 17% de los votos en la ciudad de Buenos Aires. Para Milei, el calentamiento global "es otra de las mentiras del socialismo". Junto a él entrará en el Parlamento a partir del 10 de diciembre Victoria Villarruel, una negacionista de los horrores de la última dictadura militar (1976-83). También será diputado el economista José Luis Espert, quien, para resolver las cuestiones de inseguridad, ha propuesto "transformar en queso gruyere a un par de delincuentes".

Este giro ideológico es multicausal para los especialistas. De hecho, la reciente encuesta de Latin American Public Opinion Project, de la Universidad de Vanderbilt (EEUU), sobre la aceptación de la democracia en la región muestran un mayor desapego que hace dos años. Un cuarto de los habitantes ya no cree en que se trate de la mejor forma de gobierno. El llamado Barómetro de las Américas destaca que el escepticismo es mayor en Argentina, Perú y Bolivia. Los jóvenes son los más inclinados a dudar de la superioridad de la democracia como espacio para solucionar los conflictos de sociedades cada vez más pauperizadas y con altos niveles de desesperación. La encuesta se realizó antes de que el fantasma de Kast saliera a la superficie.

Nueva rebeldía

Ese escepticismo converge con otro fenómeno paralelo del que ha dado cuenta el ensayista Pablo Stefanoni en su libro ¿La rebeldía se volvió de derechas? Stefanoni, cuyo título tuvo tanto impacto que acaba de editarse en España, trata de dilucidar cómo el antiprogresismo y la anticorrección política han construido un nuevo sentido común que no debe tomarse a la ligera. De hecho, sus advertencias se convirtieron en realidad con el ascenso de Kast y Miliel. La izquierda, dice, "fue quedando dislocada en gran medida de la imagen histórica de la desobediencia y transgresión que expresaba". Ha perdido su capacidad de capitalizar la indignación social. Son las "derechas alternativas", otrora marginales, las que "vienen jugando la carta radical con discursos contra las élites". Stefanoni considera que para encontrar un clima semejante hay que remontarse a las décadas de 1920 y 1930. La pregunta sin respuesta a estas horas es hasta dónde puede llegar la ola extremista que se inició en Brasil y amenaza con inundar Chile.

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