ANIVERSARIO

13 de agosto de 1961: el día que Berlín amaneció dividida

Hace 60 años, obreros de la desaparecida RDA empezaron a levantar lo que con el tiempo sería un sofisticado y ultravigilado muro de hormigón, el símbolo más flagrante de la guerra fría

Construcción del muro de Berlin 1961

Construcción del muro de Berlin 1961

Andreu Jerez

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El 13 de agosto de 1961, Berlín se levantó con un soleado domingo de verano por delante. Lo que tenía que ser un día de descanso para la ciudad, todavía ocupada por fuerzas militares extranjeras y con visibles rasguños de la segunda guerra mundial, se convirtió en una jornada que cambió la historia y que aún hoy marca la fisonomía urbana y la psicología de la capital federal de la Alemania reunificada.

Durante la madrugada del sábado 12 de agosto al domingo 13, obreros de la socialista República Democrática Alemania (RDA) comenzaron a colocar alambre de espino sobre la línea que separaba los tres sectores occidentales – estadounidense, británico y francés – y el sector oriental, bajo influencia soviética.

Ese hilo de púas, instalado bajo la estrecha vigilancia de policías fronterizos armados, fue el primer paso para levantar un sofisticado y ultravigilado muro de hormigón que mantuvo dividida la ciudad durante casi tres décadas. El Muro de Berlín se convirtió en el punto de fricción más evidente, directo y explosivo de la Guerra Fría entre EEUU. y la Unión Soviética, en la frontera más vidente de una paz imposible y una guerra improbable a causa de las cabezas nucleares de ambas potencias.

De la noche al día

las autoridades orientales ordenaban tapiar las ventanas de lo que habían sido sus hogares

El 9 de noviembre de 1989 – fecha de su apertura, también inesperada –, “el Muro estaba vigilado por 302 torres, 20 búnkeres, 259 casetas para perros guardianes y siete regimientos fronterizos dirigidos por el Grenzkommando-Mitte [comando fronterizo], pertrechado con 11.504 guardias, 503 empleados civiles, 567 vehículos blindados de transporte de tropas, 48 lanzagranadas, 48 cañones antitanque, 114 lanzallamas, 156 carros de combate, un parque móvil de 2.295 vehículos y 992 perros”, como describe minuciosamente el libro En el Muro de Berlín. La ciudad secuestrada. El Muro era, en definitiva, la primera línea de la Guerra Fría.

Sangría migratoria

más de dos millones y medio de ciudadanos de la república socialista alemana se marcharon a la occidental República Federal de Alemania (RFA)

“La situación era muy tensa: el peligro de que la RDA se desangrase por la marcha al Oeste de cada vez más personas en posiciones importantes – médicos, técnicos, economistas – era enorme”, explica Wolfgang von Polentz a EL PERIÓDICO. Nacido en 1939, Wolfgang era estudiante de Germanística y Literatura cuando el régimen socialista decidió levantar el Muro. “Los ciudadanos orientales eran reclutados directamente desde la parte occidental con ofertas atractivas: el salario era mayor que en la RDA, también las posibilidades de viajar. Y para las empresas occidentales era una enorme ventaja no tener que financiar los estudios de esos trabajadores. La RDA era como una vaca a la que se podía ordeñar”, explica Wolfgang, quien creyó en el socialismo hasta el hundimiento de su ex país.

Doble fracaso

Walter Ulbricht

La construcción del Muro también supuso el fracaso de la estrategia del entonces gobierno de la RFA, liderado por el canciller democristiano Konrad Adenauer: la estrategia del enfrentamiento verbal y del lenguaje de la fuerza de Bonn frente a la Unión Soviética y la RDA para forzar la reunificación alemana bajo un sistema capitalista y multipartidista acabó demostrándose fallida. Estados Unidos decidió no responder militarmente a la construcción del Muro y respetó la zona de influencia soviética. “Un muro es mucho mejor que una guerra” son las palabras que se atribuyen a John F. Kennedy, que había asumido la presidencia estadounidense el 20 de enero de 1961.

Las víctimas

Las 140 víctimas mortales disparos de la guardia fronteriza de la RDA,

Estas 140 víctimas mortales son solo las oficiales. Hay indicios sobre una cifra fue muy superior. Pero hasta día de hoy faltan pruebas que lo demuestren. Son las víctimas invisibles del Muro, cuyos pocos fragmentos todavía en pie se han convertido en una atracción turística del Berlín del siglo XXI, una ciudad que difícilmente se deshará de la herencia de la división.

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