100 años del PCCh

China: el espíritu del barco rojo

Una pequeña ciudad exprime el recuerdo del primer congreso del Partido Comunista del gigante asiático

China barco rojo Jiaxing

China barco rojo Jiaxing

Adrián Foncillas

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Jiaxing sería una ciudad anodina china. Con cuatro millones de habitantes, una minucia para las magnitudes nacionales, y sin más que ofrecer que sus lagos y ríos entrelazados, quedaría eclipsada por la belleza de la vecina Hangzhou, glosada por Marco Polo como el cielo en la tierra. Pero un requiebro del destino ocurrido un siglo atrás la colocó en el mapa. La policía francesa interrumpió la celebración clandestina en Shanghái del primer congreso del Partido Comunista de China y la docena de representantes marchó a un centenar de kilómetros al sur para concluirlo sin interferencias en un pequeño barco de madera roja. Sigue sobre el Lago Sur, con sus resonancias míticas atrayendo a oleadas de turistas.

Jiaxing es uno de los múltiples destinos del turismo rojo. El listado no es exigente. Vale el lugar natal de los líderes del partido, como Shaoshan, cuna de Mao. Valen los lugares que forjaron sus biografías como Liangjiahe, el pueblo en el que Xi Jinping cavó zanjas durante la Revolución Cultural. Vale cualquier escenario en la que el partido apuntaló la épica militar de sus primeras décadas, desde las sufridas derrotas contra los nacionalistas en la provincia sureña de Jiangxi hasta la norteña de Shaanxi donde concluyó la Larga Marcha, 370 días y 12.700 kilómetros después. Vale casi todo: la prensa nacional recomendaba recientemente las 100 mejores rutas del turismo rojo, una por año. Hay pocas provincias que no reclamen su párrafo del relato. 

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Un grupo de delegados del Partido Comunista llevan a cabo una visita turística a la ciudad de Jiaxing. / ADRIÁN FONCILLAS

Cualquier destino exige un museo con las reglamentarias dosis de propaganda y el subrayado de su contribución a la causa. En Yan’an, donde Mao pasó mas de una década preparándose para el asalto a Pekín, se conserva su camastro, la red mosquitera, el taburete y el diminuto huerto donde plantaba tomates. Se hable del "espíritu de Yan’an" e incluso una marca de tabaco local jura que sólo su humo puede proporcionártelo.

En Jiaxing se habla del "espíritu del barco rojo". "Es del todo vigente, lo usamos para todo. Para la innovación, por ejemplo. No sólo nos habla del pasado sino del futuro. Cuando Xi Jinping nos visitó en 2005, nos pidió que promoviéramos el espíritu del barco rojo", revela Zhang Bing, jefe del turismo de la ciudad, cuando se le pide que concrete. No era Xi aún presidente pero se aplicaron en el consejo. El barco es ubicuo: flotando en el lago, en las tiendas de souvenires, en la sala más noble del museo…

Lugares icónicos

Un cuarentón, llegado desde Guangzhou con el resto de la empresa, se confiesa emocionado. "Desde la escuela nos habían hablado del barco rojo. Aquí empezó todo", justifica. Turistas de todas las edades recorren con banderitas rojas y sonrisas sus calles, con un nacionalismo más lúdico que reivindicativo, a pesar de que a China no le escasean facturas para pasar. Un examen odontológico nos habla de la evolución del país, desde las dentaduras arruinadas de los campesinos jubilados a las perfectamente alineadas de los jóvenes urbanitas.

Nunca han faltado devotos de los lugares icónicos de la Historia pero China no incluyó el turismo rojo en su plan nacional hasta 2004. El sector disfruta del empuje presidencial. Xi Jinping ha pedido a las filas que "usen los recursos rojos, hereden los genes rojos y pasen el país rojo a la próxima generación". Para el Gobierno supone la cuadratura del círculo porque estimula el fervor patriótico y el desarrollo económico. Yan’an ha abierto un aeropuerto y abundan los hoteles en construcción. Guang’an, la diminuta ciudad de Sichuan donde residió Deng Xiaoping, erradicó la pobreza en 2017 gracias al flujo de admiradores del arquitecto de las reformas.

El cierre de fronteras por el coronavirus ha engrasado el sector. Los turistas rojos rebasaron el pasado los 100 millones y concentraron el 11% de los viajes domésticos. Y en la primera mitad de este año se han doblado. Impresionan los números y la edad: el 40% de ellos estaba comprendido entre los 21 y los 30 años. El futuro del turismo en China es rojo.

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