EL MAGNICIDIO DEL 2005

El juicio por el asesinato de Hariri reabre viejas heridas en el Líbano

El Tribunal Especial de la Haya emitirá este viernes el veredicto por el atentado contra elexprimer ministro Rafik al-Hariri

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Andrea López-Tomàs / Beirut

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Cualquier libanés recuerda dónde estaba el 14 de febrero del 2005. Igual que recordará dónde estaba el 4 de agosto del 2020. Las explosiones en el puerto de Beirut, que han dejado la ciudad devastada y un recuento provisional de más de un centenar de muertos y miles de heridos, son una especie de 'déjà vu' a lo grande. Este viernes el Tribunal Especial para el Líbano, en La Haya, emitirá el veredicto sobre aquella explosión que hace 15 años acabó con la vida del exprimer ministro Rafik al-Hariri.

Tras más de una década esperando, nadie podría imaginar que el primer veredicto del tribunal llegara en estas condiciones. Cuatro integrantes de la milicia chií Hezbolá son los acusados de conspiración para cometer un atentado terrorista. Pero los milicianos Salim Jamil Ayyash, Hasán Habib Merhi, Asad Hasán Sabra y Husein Hasán Oneissi no han pisado esta corte creada conjuntamente entre la ONU y el Líbano ya que llevan años sin ser vistos en público.

Un camión cargado con 3.000 kilos de explosivos de alto grado explotó cuando la caravana del exprimer ministro Rafik al-Hariri pasó junto al hotel Saint Georges de Beirut, a la orilla del Mediterráneo. El enorme cráter en el camino dejó constancia del asesinato del político suní y otras 21 personas. Quince años después, a apenas tres kilómetros, volaría por los aires el puerto que también Hariri había ayudado a reconstruir.

El asesinato del líder del Movimiento Futuro supuso un duro golpe para un país que aún se recuperaba de las heridas de tres lustros de una inacabable guerra civil (1975-1990). Hariri representaba prácticamente el único primer ministro conocido para Líbano: gobernó el país entre 1992 y 1998, y entre el 2000 y el 2004. Magnate de la construcción, Hariri era un político raro ya que no había participado en el conflicto, no había sujetado un Kalashnikov.

Sus vínculos con Arabia Saudí, donde se hizo multimillonario en negocios de la construcción, lo perfilaban como el líder suní definitivo. Y presuntamente su oposición a la presencia militar siria en el Líbano le costó la vida. Su asesinato removió las cenizas de unas tensiones sectarias jamás enterradas. Miles tomaron las calles de Beirut con eslóganes antisirios y en duelo por Hariri. La presión internacional liderada por la ONU llevó a las tropas de Asad a retirarse después de 29 años de presencia militar.

Tribunal "politizado"

Tras el aumento de las tensiones políticas y sectarias en el Líbano y en toda la región de Oriente Próximo, las Naciones Unidas iniciaron la creación en el 2007 de este Tribunal Especial para el Líbano que investiga otros asesinatos políticos ocurridos en el país en ese periodo. Durante el juicio, entre el 2014 y el 2018, los jueces escucharon a 297 testigos, y las pruebas usadas son los registros de llamadas entre los acusados siguiendo los movimientos de su víctima. Los cuatro acusados se enfrentan a cadena perpetua.

Hezbolá niega su participación en el asesinato y acusa al tribunal de estar “politizado”. “Rechazamos el tribunal internacional y todas las acusaciones nulas y sin valor que emanan de esta instancia”, dijo el líder de la milicia, Hasán Nasralá, en julio del 2011. No hay mucha confianza entre la sociedad libanesa de que el partido de Nasralá entregue a los acusados si son declarados culpables, aunque esto podría reabrir viejas heridas.

Posible escalada de tensiones

Tanto Hezbolá como Saad al-Hariri, hijo de la víctima y primer ministro libanés hasta enero, han reconocido que quieren evitar una escalada de tensiones tras el veredicto. Pero si Hezbolá decide no entregar a los presuntos culpables, pondría al actual Gobierno libanés de Hasán Diab, apoyado por el partido de Nasralá y sus aliados, en una posición muy complicada.

En plena renovada y forzada etapa de reconstrucción de la ciudad, el empuje de Hariri es añorado. Sus amplios contactos internacionales -íntimo amigo del presidente francés Jacques Chirac- le habrían servido en este escenario de desolación y destrozos. Antes del 4 de agosto del 2020, un veredicto culpable condicionaba los esfuerzos del Líbano para ganar ayuda internacional. Después, cualquier ayuda es poca.

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