SOCIEDAD ROTA
Los sin techo llenan las calles del Nueva York fantasma
Idoya Noain
Corresponsal en EEUU
Corresponsal en Estados Unidos desde 2001.
Idoya Noain
La mujer blanca de mediana edad, vestida de negro, pasea sola hablando en alto, barruntando mensajes inconexos pero con alguno claro. “Sí, sí, asegura tu bicicleta, que si no me la llevaré”. El hombre negro más anciano, con la capucha de la sudadera puesta, se acerca para pedir “algo de comer, algo de dinero, cualquier cosa”. La pareja, claramente intoxicada, se recuesta sobre un coche aparcado. Por la Avenida A pasa un grupo de chicos jóvenes, en silencio, con la vida en bolsas.
Este puñado de imágenes son de este domingo en el East Village de Nueva York. Sus protagonistas siempre han estado ahí , entre los más de ocho millones de habitantes, como una parte más del complejo estampado que construye el tejido de la urbe. Pero es ahora, cuando los esfuerzos para contener la propagación del coronavirus y frenar el colapso sanitario en el epicentro de la pandemia en Estados Unidos han incluido medidas que cierran negocios y llaman a vaciar las calles, cuando más en relieve se pone su presencia y su existencia. Y su vulnerabilidad.
La contabilidad oficial del Ayuntamiento de personas sin hogar en la ciudad a finales de 2019 registraba más de 60.000 personas en refugios y algo menos de 4.000 en las calles, pero cifras federales suman casi 20.000 más y grupos especializados como la Coalición para los 'homeless' (sintecho) denuncian que los datos municipales “infravaloran significativamente el número de neoyorquinos en las calles”, una mayoría de los cuales “son gente con enfermedades mentales y otros problemas de salud grave”. Y desde esa organización advierten: “la situación se está volviendo extrema conforme suspenden operaciones comedores y despensas benéficos, elevando dramáticamente el número de gente con necesidades en las calles”.
"Les han abandonado"
“La ciudad, el estado y el Gobierno federal les ha abandonado”, denuncia en una entrevista telefónica Curtis Silwa, fundador del grupo de voluntarios Ángeles de la guardia. “Nunca les han ayudado pero ahora les están ignorando”. “Envían además a los ciudadanos el mensaje de que se confinen y cuiden de sus familias pero es equivocado”, asegura. “Si se contagian los sin techo contagiarán después”. En cuatro de los refugios de la ciudad ya se han detectado casos.
Silwa, que cuestiona medidas como el cierre de los pocos baños públicos, pone también el foco especial en las personas “con alteraciones emocionales”, a las que ellos ayudan a ir a los hospitales para conseguir la medicación. “Tienen que tomarla porque si no serán un peligro para ellos mismos y para los demás”, advierte. “Tenemos que cuidar de ellos”.
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