JUICIO EN RUSIA
Largas condenas de prisión para los acusados de atentar en el metro de San Petersburgo
Los abogados defensores sostienen que no hay pruebas contra ellos y los condenados denuncian torturas en centros secretos del KGB
![Shokhista Karimova, acusada de estar involucrada en el atentado del metro de San Petersburgo, reacciona al escuchar la sentencia condenatoria del tribunal.](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/d72cc33e-a542-4c65-8b03-93ac5864de3a_16-9-discover-aspect-ratio_default_0.jpg)
Shokhista Karimova, acusada de estar involucrada en el atentado del metro de San Petersburgo, reacciona al escuchar la sentencia condenatoria del tribunal. / periodico
![Marc Marginedas](https://estaticos-cdn.prensaiberica.es/clip/ffc509dd-8638-4e69-a489-d3441495aca2_source-aspect-ratio_default_0.jpeg)
Marc Marginedas
Periodista
Premio 'Cirilo Rodríguez' al mejor corresponsal en el extranjero (2013), Premi Nacional de Comunicació (2013) y Premio Luka Brajnovic de Periodismo (2019). Autor de 'Periodismo en el campo de batalla: 15 años tras el rastro de la yihad'. Protagonista del documental 'Regreso a Raqqa' (2022)
Marc Marginedas
Un tribunal militar de San Petersburgo ha condenado este martes a largas penas de prisión a 10 hombres y una mujer originarios de exrepúblicas soviéticas de Asia Central, acusados de haber cooperado en el atentado contra el metro de la ciudad que tuvo lugar en el 2017 y en el que murieron 16 personas, incluyendo al responsable del mismo. Ninguno de los procesados ha admitido la culpa e incluso aseguran haber sido torturados en un centro de detención secreta perteneciente al Servicio Federal de Seguridad (FSB, antes KGB).
Abror Azimov, considerado el "organizador" de los atentados por la justicia rusa, ha sido sentenciado a cadena perpetua, mientras que los restantes 10 encausados han recibido penas de entre 19 y 28 años de prisión. El presunto autor, Akbarjon Djalilov, un ciudadano ruso de 22 años nacido en Osh, en la república de Kirguistán, perdió la vida como consecuencia de la explosión.
Según el abogado defensor Margat Saguílov, el único vinculo entre sus clientes y el ataque se reduce a que residían en un apartamento que fue registrado por el FSB en el que uno de los inquilinos conocía a Djalílov. En el momento de leerse la sentencia, Chokhista Karímova, la única mujer juzgada, empezó a golpear los vidríos del receptáculo donde habían sido recluidos y a exigir a los jueces que la liberaran. Incluso se llegó a oir la frase, pronunciada por uno de los condenados: "el verdadero terrorista es el FSB".
Sometido a torturas
Azímov sostiene que en realidad fue arrestado dos semanas antes de la fecha de su "detención oficial", el 17 de abril del 2017. En todo ese tiempo que permaneció 'desaparecido', según su versión, estuvo recluido en un centro de detención secreta perteneciente al FSB donde habría sido torturado en su sótano hasta que aceptó realizar una confesión de la que posteriormente se retractó.
No es la primera ocasión en que detenidos en casos relacionados con el terrorismo se quejan de haber sido golpeados en centros secretos. Sin embargo, ninguna investigación de la prensa independiente rusa ha podido determinar su existencia. Natalia Kirillova, una pensionista que resultó herida debido a la explosión considera, en cambio, que los encausados son culpables, según declaró al portal Meduza tras la vista judicial.
- Donald Trump, herido leve de bala en un atentado en un mitin
- ¿Quién era Thomas Matthew Crooks, el tirador que ha atentado contra Trump?
- Trump, evacuado tras ser herido de bala: última hora y todas las reacciones en directo
- El fallido atentado catapulta las aspiraciones de Trump y sume a Estados Unidos en un escenario de confrontación absoluta
- El FBI confirma que el disparo a Donald Trump constituye un 'intento de magnicidio
- Guerra entre Rusia y Ucrania: última hora del conflicto, en directo
- Así fue el tiroteo contra Trump: de baño de masas a intento de magnicidio
- Biden insiste en mantener su candidatura en una rueda de prensa sólida pero salpicada de lapsus que no calma la crisis