RESTRICCIÓN DE DERECHOS
La Administración Trump cambia las normas para detener indefinidamente a los niños inmigrantes
Hasta ahora la ley obligaba a las autoridades a ponerlos en libertad después de un máximo de 20 días
Ricardo Mir de Francia
Periodista
Especialista en política internacional y reportero. Fue corresponsal en Washington durante una década, donde cubrió las presidencias de Obama, Trump y los inicios de Biden. Antes estuvo otros seis años en Oriente Medio. Licenciado en Periodismo por la Pompeu Fabra y con estudios de posgrado en Derecho Internacional, se ocupa actualmente de la guerra en Ucrania. Interesado también en temas de investigación, geopolítica de la energía, cambio climático y economía.
Ricardo Mir de Francia
La Administración de Donald Trump ha dado un paso más para convertir a Estados Unidos en un fortín contra la inmigración, particularmente desde los países pobres, definidos en alguna ocasión por el presidente como “agujeros de mierda”. En una nueva vuelta de tuerca para disuadir la llegada de indocumentados a través de la frontera mexicana, su Gobierno ha adoptado medidas para detener de forma indefinida a los niños apresados en la frontera. Hasta ahora, un acuerdo judicial de finales de los noventa impedía a las autoridades mantenerlos en custodia durante más de 20 días y les obligaba a cumplir ciertos estándares para su cuidado. Aquel acuerdo ha pasado a ser papel mojado, aunque se espera que los cambios regulatorios sean recurridos en los tribunales.
Trump hizo de la inmigración el eje de su campaña en 2016, un martillo que no ha dejado de utilizar en su camino hacia la reelección en 2020. Completamente inmune a las acusaciones de racismo y xenofobia que generan muchas de sus políticas y declaraciones, el republicano sigue empeñado en explotar los temores que despiertan en una parte del país los cambios demográficos y sociales. Según las predicciones del Censo, la población blanca de Estados Unidos dejará de ser mayoritaria hacia el año 2040, una realidad que ha despertado a los demonios del arraigado supremacismo blanco, vistos por el presidente como aliados indispensables en su proyecto político.
Reducción de cuotas
Y aunque Congreso no le ha dejado cambiar las leyes inmigratorias, está utilizando cualquier mecanismo a su alcance para remozar el sistema. Ha reducido las cuotas para los refugiados; acelerado los trámites para las deportaciones; prohibido la inmigración desde varios países musulmanes o ha impuesto trabas para que obtengan la ciudadanía los inmigrantes que utilizan ayudas públicas.
El último cambio regulatorio, que podría entrar en vigor en 60 días si no lo frenan los tribunales, está llamado a tener consecuencias humanitarias todavía más severas porque las autoridades podrán mantener detenidos a los menores y sus familiares hasta que los tribunales resuelvan sus casos. La Administración ha dicho que tardarán unos tres meses de media, pero la experiencia demuestra que se pueden prolongar mucho más. Las condiciones en algunos de esos centros, según ha desvelado la prensa, dejan mucho que desear y han aflorado las denuncias de hacinamiento, malnutrición, falta de higiene, abusos y un legado traumático para algunos de los niños detenidos.
El escándalo del año pasado
La Casa Blanca insiste en que pretende acabar con la rápida puesta en libertad de los menores que llegan solos o junto a sus familias y desincentivar su migración. El año pasado ya trató de hacerlo separando a los padres de sus hijos, un escándalo que levantó la indignación de parte del país y acabó siendo frenado por los tribunales. “Esta normativa mejorará nuestra capacidad para acabar con la práctica de detención y puesta en libertad, uno de los desafíos que han alimentado la crisis”, ha dicho el secretario interino de Seguridad Interior, Kevin McAleenan. “Ningún menor debería ser utilizado como peón para manipular nuestro sistema inmigratorio”.
Pero lo cierto es que la nueva normativa vulneram según los expertos, el llamado Acuerdo de Flores, una serie de pautas derivadas de una sentencia judicial de 1997 que obliga a las autoridades a dejar a los menores en manos de un familiar o un tutor tras un máximo de 20 días en custodia federal. “Esto supone su vulneración inmediata, sino un desacato a los tribunales”, ha dicho el Center for Constitutional Rights. Otros han criticado duramente la medida por el impacto que tendrá en la salud de los niños. “El Gobierno no debería encarcelar niños y todavía menos tratar de encerrarlos durante más tiempo”, ha afirmado la Unión Americana de Libertades Civiles.
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