ÉXITO DEL POPULISMO NÓRDICO
La Europa nórdica también sucumbe al populismo antiinmigración
En Dinamarca, Finlandia y Noruega la ultraderecha ha instrumentalizado el miedo a perder el Estado del Bienestar para culpar a los extranjeros e instalarse en el poder
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Carles Planas Bou
Periodista
Periodista tecnológico entre el mundo digital y la política internacional. Centrado en capitalismo de plataformas, IA, vigilancia y derechos digitales. Excorresponsal en Berlín durante más de cuatro años, cubrió los gobiernos de Merkel, la crisis de los refugiados y el auge de la extrema derecha. También ha trabajado en Europa Central y en Canadá. Graduado en Periodismo por la URL y máster en Relaciones Internacionales por la UAB. Ha colaborado con TV3, TVE, Deutsche Welle, Catalunya Ràdio, El Orden Mundial o El Salto.
Carles Planas Bou
El triunfo del populismo anti-inmigración en Suecia no es nuevo en la Europa nórdica. Hace décadas que la ultraderecha vive acomodada en el espectro político de Dinamarca, Finlandia y Noruega, donde goza de aceptación ciudadana y coopera con otros partidos para condicionar unas políticas cada vez menos tolerantes con el extranjero.
Dinamarca: poder sin mancharse
Aunque en Dinamarca el populismo de derechas tiene una larga historia, no es hasta 1995 cuando nace el Partido Popular Danés (DF), que propugna la defensa de los pensionistas y el rechazo a la inmigración y al islam. A pesar de que en sus inicios se nutrió de grupos de corte neonazi la formación se ha distanciado del antisemitismo y de los sectores fascistas del país.
Su popularidad convirtió al partido en una muleta necesaria para que los conservadores gobernasen y eso disparó su influencia. Entre 2001 y 2011 apoyaron el Ejecutivo desde fuera, forzando a reformar la ley de asilo hasta 14 veces y convertirla en la más dura de la Unión Europea. El 2015 recuperaron apoyo con un cambio significativo: la ultraderecha llegaba a su máximo y ya era el partido más votado (21,1%).
Su indispensable apoyo parlamentario, que les permite influir sin mancharse las manos, se cobró con la reintroducción de los controles fronterizos y más restricciones para los inmigrantes. Presionado por el DF, el gobierno de Lars Løkke Rasmussen ha penalizado el uso del burka o el niqab en lugares públicos, obligado a los musulmanes a dar la mano a los funcionarios para poder obtener la nacionalidad y aprobado una controvertida ley que, entre otras cosas, redoblará las penas para ciertos delitos si son cometidos en los suburbios de inmigrantes con menos ingresos y oportunidades.
Finlandia: muerte por Gobierno
Fundado en 1995, Verdaderos Finlandeses (PS) — ahora Partido Finlandés — tuvo que esperar a 2011 para entrar en el Parlamento, cuando obtuvo la tercera posición con el 19,1% de los votos. La victoria del carismático Timo Soini se debió al malestar ciudadano por el rescate europeo de "países derrochadores" como Portugal o Grecia, al que se opusieron. El ultraconservador PS también se opone a la homosexualidad y al aborto e incluso pidió a las mujeres que en lugar de estudiar se dedicasen a tener hijos.
El 2015 entraron por primera vez en el gobierno de centroderecha. Tocar el poder fles supuso traicionar sus promesas para aceptar el tercer rescate de Grecia, la llegada de refugiados y una reducción de los salarios. Tras elegir como líder en el 2017 a Jussi Halla-aho, del ala islamófoba y neofascista, los miembros de la coalición renunciaron a cooperar con el PS.
Los ministros ultraderechistas, entre los cuales Soini, se escindieron y formaron el partido Reforma Azul, consiguiendo mantenerse en el Ejecutivo. Sin embargo, la división ha sido una estocada mortal. En abril del año que viene Finlandia celebrará elecciones y el PS apunta a que pasará del 17,7% obtenido hace tres años a tan solo un 8,3%. Reforma Azul apunta a un 1%.
Noruega: muleta del Gobierno
Fundado en 1973 bajo una premisa libertaria, en 1994 el Partido del Progreso noruego (FrP) reforzó sus postulados anti-inmigración, un giro que les aseguró la relevancia política. Instalados en el 15% de los votos desde 1997 su ‘boom’ llegó el 2009 cuando obtuvieron un 23%. A pesar de perder votos, en 2013 entrarían en el Ejecutivo como muleta de los conservadores, un papel que juegan hasta la fecha.
Bajo su influencia, el Gobierno del más rico de los países escandinavos ha agilizado la deportación de inmigrantes, limitado la reunificación familiar, criminalizado a musulmanes y gitanos, prohibido el uso del velo integral en las escuelas y hasta ha intentado prohibir que los pobres pidan limosna. Aunque los expertos señalan que es menos nacionalista y radical que sus homólogos europeos, el FrP ha conseguido llevar el cierre de fronteras al 'mainstream' noruego.
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