COMISIÓN DE INVESTIGACIÓN
Merkel se desmarca del escándalo de espionaje alemán
La cancillera declara que desconocía que los servicios secretos alemanes trabajaban con la NSA estadounidense para vigilar a ciudadanos y gobiernos
Carles Planas Bou
Periodista
Periodista tecnológico entre el mundo digital y la política internacional. Centrado en capitalismo de plataformas, IA, vigilancia y derechos digitales. Excorresponsal en Berlín durante más de cuatro años, cubrió los gobiernos de Merkel, la crisis de los refugiados y el auge de la extrema derecha. También ha trabajado en Europa Central y en Canadá. Graduado en Periodismo por la URL y máster en Relaciones Internacionales por la UAB. Ha colaborado con TV3, TVE, Deutsche Welle, Catalunya Ràdio, El Orden Mundial o El Salto.
CARLES PLANAS BOU / BERLÍN
Después de tres años, más de 131 reuniones y decenas de comparecencias de personas implicadas, la investigación sobre el escándalo del espionaje alemán ha llegado este jueves a su último testimonio. La cancillera Angela Merkel ha comparecido ante la comisión parlamentaria para reiterar que “no conocía, ni podía conocer nada” del espionaje masivo perpetrado por los servicios de inteligencia de Alemania (BND) y descubierto en el 2013.
La líder democristiana, que en septiembre afronta sus elecciones más complicadas para alargar su hegemonía hasta a un cuarto mandato, ha admitido importantes problemas y “déficits” en la organización en los servicios secretos alemanes, así como no haber pedido disculpas a los socios europeos que se vieron involucrados en este polémico caso. Pero sus explicaciones no han gustado a todos los miembros de la comisión. “Parece que no quería tener toda la información que le proporcionaron los servicios secretos”, ha lamentado el diputado socialdemócrata Christian Flisek, apuntando a sus dificultades para creer que la supervisora de la inteligencia alemana desconociera lo que sucedía.
Merkel también ha hablado del difícil punto medio entre mantener la privacidad de los alemanes y combatir el terrorismo. “Siempre es necesario encontrar el equilibrio entre la libertad y la seguridad”, ha apuntado, reiterando lo que ya dijo en el 2013 cuando la prensa informó de los abusos.
SIN RESOLVER
El escándalo del espionaje alemán se remonta al 2013, cuando las filtraciones del exanalista de la CIA Edward Snowden revelaron que, además de llevar a cabo acciones de espionaje masivas e indiscriminadas contra ciudadanos de todo el mundo, el Gobierno estadounidense también había pinchado el teléfono de importantes mandatarios, con Merkel a la cabeza. El cable desencadenó un gran bache diplomático entre ambas potencias y dejó un regusto amargo en la buena sintonía exhibida siempre entre la cancillera y el presidente de EEUU Barack Obama.
Poco después, se destapó que el BND también había interceptado llamadas y correos. La magnitud del escándalo llevó al Parlamento a abrir una comisión de investigación a principios del 2014. A pesar de que Merkel lamentó que “espiar a los amigos es totalmente inaceptable”, se descubrió que Alemania espiaba y posteriormente proporcionaba los datos a Estados Unidos, algo que enfureció a los ciudadanos y que abrió el debate público sobre los límites legales con los que su propio Gobierno estaba jugando. El pasado octubre la Gran Coalición que gobierna en Berlín aprobó una polémica nueva ley que dota al BND de un marco legal más claro pero que sigue permitiendo espiar a gobiernos e individuos extranjeros.
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