La carrera hacia la Casa Blanca
Trump se pone presidencial
El candidato favorito a la nominación republicana modera su discurso y su tono en un cambio más trascendental que la mera imagen
Idoya Noain
Corresponsal en EEUU
Corresponsal en Estados Unidos desde 2001.
IDOYA NOAIN / NUEVA YORK
Quizá hayan sido los consejos de su esposa Melania, que le ha sugerido “dejar de tuitear y ser más presidencial”. Quizá haya pesado más la asesoría de Paul Manafort, un veterano estratega republicano que ha prestado sus servicios desde a Ronald Reagan hasta a los dos presidentes Bush y acaba de fichar como su “manager de convención”, un eufemismo tras el que late la jefatura de facto de la campaña. O quizá ha aprendido lecciones tras varapalos como el de Wisconsin hace 15 días, cuando los insultos a la mujer de Ted Cruz, las desafortunadas declaraciones sobre el castigo a las mujeres que abortan y otros problemas y escándalos le pasaron factura en las urnas.
En cualquier caso, el Donald Trump que apareció el martes en la torre que lleva su nombre en la Quinta Avenida tras su imponente victoria en las primarias de Nueva York no tenía casi nada que ver con el deslenguado y excesivo candidato que el magnate inmobiliario ha sido durante los últimos 10 meses. Como todo o casi todo con él, es imposible predecir si se trata de un cambio duradero o temporal, pero de momento cambio es.
En vez de las largas disertaciones a las que ha acostumbrado tras otras citas de primarias, Trump habló escasos ocho minutos el martes tras conocer su triunfo. De su discurso desaparecieron los insultos y Cruz pasó de ser el “mentiroso Ted” a volver a ser, simplemente, “el senador”. No hubo ni rastro de momentos surrealistas como el que se vivió tras las primarias de Florida, cuando usó su comparecencia para promocionar una variada gama de productos que llevan su apellido. Y volvió a seguir el guión tradicional que se ha saltado muchas otras veces y no ofreció rueda de prensa.
NIVELES DE RECHAZO
El nuevo Trump, o al menos el Trump de Nueva York, es más que cuestión de imagen. Su moderación puede ayudarle a mejorar la pésima valoración que tiene entre grupos como mujeres, jóvenes o hispanos, que se mueve en niveles de rechazo de entre el 70% y el 80%. Pero además, según observadores como el periodista de 'The Washington Post' Chris Cillizza, “debe asustar a los republicanos que intentan evitar que logre la nominación”, que perderán con un Trump moderado parte de sus argumentos.
Lo ha dicho también otro veterano como Newt Gingrich: “Si hace la transición a ser un candidato presidencial realmente profesional, será auténticamente formidable”. Y la transición, quizá, ha empezado.
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