VIOLENCIA ARMADA
Armas en EEUU: la gran asignatura pendiente de Obama
El presidente de Estados Unidos intentó aprobar en el 2013 una ambiciosa regulación de las armas -- La historia estaba de su parte, pero fue derrotado
Ricardo Mir de Francia
Periodista
Especialista en política internacional y reportero. Fue corresponsal en Washington durante una década, donde cubrió las presidencias de Obama, Trump y los inicios de Biden. Antes estuvo otros seis años en Oriente Medio. Licenciado en Periodismo por la Pompeu Fabra y con estudios de posgrado en Derecho Internacional, se ocupa actualmente de la guerra en Ucrania. Interesado también en temas de investigación, geopolítica de la energía, cambio climático y economía.
RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON
Siguiendo el patrón de la mayoría de gobernadores, alcaldes y congresistas que se pronuncian sobre los tiroteos de masas que sacuden al país, varios candidatos republicanos a la presidencia ofrecieron este jueves sus oraciones por las víctimas de San Bernardino. Pero como titulaba el Daily News, “Dios no está arreglando este problema”. El tabloide neoyorkino fue más allá, y señalando en su portada a Ted Cruz, Lyndsey Graham, Rand Paul y el líder republicano en el Congreso, Paul Ryan, los acusó de ser “unos cobardes que se escudan en tópicos insignificantes cuando podrían arreglar el flagelo de las armas”. Esa es la gran asignatura pendiente del presidente Barack Obama pero, en su caso, no es porque no lo haya intentado.
El grado de violencia armada que sufre Estados Unidos se deriva en gran medida de un problema político y del choque cultural que existe entre dos visiones de América. Y Obama ha sido claro al respecto. Tras los nueve muertos en el campus de la universidad de Umpqua (Oregón) en octubre, aseguró que “si suceden este tipo de cosas cada pocos meses en América es porque lo hemos elegido políticamente”.
Se refería a todos aquellos republicanos y también algunos demócratas que tumbaron en el 2013 sus propuestas para endurecer las leyes que regulan las armas. Obama no quería abolir la Segunda Enmienda, que ampara el derecho de la ciudadanía a “tener y portar armas”, pero sí prohibir los llamados rifles de asalto, limitar la capacidad de los cargadores o tapar ciertos agujeros legales que permiten comprarlas por internet o en ferias del ramo sin que nadie compruebe los antecedentes penales.
DESPUÉS DE NEWTOWN
La propuesta era muy ambiciosa y la lanzó tras la horrenda masacre escolar en Newtown (Connecticut), la peor de la historia en un centro no universitario. Era un momento propicio porque las leyes de armas federales se han aprobado siempre tras grandes traumas nacionales y crisis de salud pública. Las primeras fueron en 1934, cuando prácticamente se ilegalizaron las armas automáticas en respuesta a las guerras de la mafia durante los años de la Prohibición. Las segundas, en 1968, llegaron tras los grandes magnicidios políticos de la década, y prohibieron las armas para los enfermos mentales, los toxicómanos y la gente con antecedentes. Las últimas fueron en 1994, tras el asesinato frustrado de Reagan y otra masacre escolar en Stockton (California), vetaron los rifles semiautomáticos de estilo militar aunque la ley expiró una década después sin que se renovara.
La larga lista de medidas de Obama no pasó ni siquiera el Senado, que por entonces estaba controlado por su propio partido. El lobi de las armas y sus amigos en el Congreso lo habían derrotado.
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