POLÉMICA EN EL ESTADO DE MISURI

La tensión racial vuelve a apoderarse de Ferguson

Policías se ponen a resguardo tras los disparos contra dos agentes en Ferguson.

Policías se ponen a resguardo tras los disparos contra dos agentes en Ferguson.

IDOYA NOAIN / NUEVA YORK

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La paz se resiste y las tensiones vuelven a dispararse en Ferguson, la localidad de 21.000 habitantes de Misuri convertida desde agosto en símbolo de algunos de los más graves problemas de relaciones raciales que aún hoy azotan a Estados Unidos. Durante la madrugada del jueves, dos policías resultaron heridos de bala, en lo que las autoridades han calificado de «emboscada». El presidente, Barack Obama, condenó el ataque en Twitter y su fiscal general, Eric Holder, lo tildó de «atroz, inexcusable y repugnante» y advirtió de que pone en peligro las reformas que justo empezaban a emprenderse.

Fue Justicia, el Departamento que aún dirige Holder, el que hace una semana publicó un informe ferozmente crítico en el que acusó a las autoridades del suburbio de San Luis de racismo y prácticas inconstitucionales en la aplicación de la ley. Para evitar, primero, una potencial demanda por violación de derechos civiles y luego, que Holder llegara a desmantelar la policía local, la ciudad había empezado a hacer algunos cambios.

Primero se anunció la dimisión del gestor municipal, el juez del tribunal local y de dos comandantes de la policía; los casos de los tribunales se pusieron bajo supervisión de un magistrado del Estado. Se despidió también a agentes de policía cuyo flagrante racismo reveló el informe de Justicia y a un empleado del tribunal local. Y el jueves fue el jefe de la policía local quien anunció que la próxima semana dejará su cargo.

Esas dimisiones, despidos y reformas son parte de lo que reclaman los manifestantes que empezaron a salir a las calles de Ferguson en agosto, cuando el policía Darren Wilson mató al adolescente afroamericano Michael Brown. Las protestas se intensificaron en noviembre, cuando un gran jurado exoneró al agente blanco de responsabilidad en la muerte de Brown, desarmado, y prosiguen pese a las dimisiones, reclamando también que otros, incluyendo el alcalde, abandonen sus cargos, y sumando al grito de «las vidas negras importan» nuevos nombres de negros desarmados muertos a manos de la policía.

EL TUIT DE OBAMA

Obama recordó ayer en 140 caracteres que «la violencia contra la policía es inaceptable» y que «el camino hacia la justicia es uno que todos debemos recorrer juntos». Holder, que pronto abandonará su cargo y ha sido la voz más clara dentro de la Administración al denunciar los problemas persistentes del racismo en Estados Unidos, emitió un comunicado de condena en el que también advirtió que «actos de violencia sin sentido» como el ataque a los dos policías «amenazan las reformas por las que han estado trabajando en los últimos meses manifestantes no violentos de Ferguson y de todo el país».

También la familia de Brown emitió un comunicado en el que mostró su «rechazo a cualquier tipo de violencia dirigida hacia miembros de las fuerzas de la ley». Los Brown atribuyeron el ataque del jueves a «agitadores solitarios» que han aprovechado protestas predominantemente pacíficas y el jefe de la policía del condado, John Belmar, dejó claro que no culpaba a los manifestantes habituales que se encontraban frente a la comisaría. No obstante, Belmar señaló que «hay una desafortunada asociación» entre la protesta y el tiroteo.

Fue Belmar quien calificó de «emboscada» lo ocurrido y dijo que era «un milagro» que no hubiera habido heridos de bala antes. También lo puso en paralelo al asesinato de dos policías en diciembre en Nueva York, que cometió un hombre que se había declarado indignado por lo ocurrido en Ferguson.

SIN ARRESTOS

La agresión del jueves sucedió poco después de medianoche, cuando quedaban frente a la comisaría unos 75 manifestantes y unos 50 policías. En declaraciones a los medios, algunos testigos han dicho que vieron ráfagas de luz que se pueden asociar a disparos en una zona elevada cercana al lugar donde protestaban pero separada, a unos 200 metros de la comisaría. Belmar, en cambio, situó el origen de los tiros a unos 115 metros.

Uno de los agentes, de 32 años, recibió en la mejilla el impacto de la bala, que se le quedó alojada junto a la oreja. Al otro agente, de 41 años, el proyectil le atravesó el hombro y salió por la espalda. Los dos salieron este jueves por la mañana del hospital y a lo largo del día no hubieron detenidos, aunque tres personas estaban siendo interrogadas.