DISPARIDAD FISCAL Entre dos sOCIOS EUROPEOS VECINOS

Francia y Bélgica se enfrentan por los impuestos a los ricos

Gerard Depardieu (izquierda) y Bernard Arnault, solicitantes de la nacionalidad belga.

Gerard Depardieu (izquierda) y Bernard Arnault, solicitantes de la nacionalidad belga.

ELIANNE ROS
PARÍS

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Pese a su cercanía geográfica y cultural, París y Bruselas no viven precisamente una luna de miel. A raíz de la decisión del célebre actor francés Gérard Depardieu de instalarse en Bélgica para escapar al estricto sistema impositivo de su país, los dos países fronterizos se han enzarzado en un tenso enfrentamiento a causa de sus dispares políticas tributarias. Mientras Francia lamenta la «deserción» de contribuyentes en favor de lo que considera un paraíso fiscal para ricos, Bélgica reprocha a su vecino que lo utilice como «chivo expiatorio» y, de momento, pone freno a la petición de nacionalidad del hombre más rico de Francia, Bernard Arnault, patrón del imperio del lujo Louis Vuitton LVMH.

Uno de los tres informes oficiales necesarios para que el multimillonario, instalado desde el 2011 en las afueras de Bruselas, obtenga el pasaporte belga se pronuncia en contra. La razón no es otra que el precepto de la ley que exige tres años de residencia en el país para poder acceder a la nacionalidad. Arnault ha topado con un obstáculo, pero no ha perdido la partida para cambiar de patria y además eso no le impide tributar en Bélgica, donde no existe el impuesto sobre la fortuna ni sobre el patrimonio. Basta con residir en el país para escapar a la retención del 75% a partir del millón de euros de ingresos impuesta por François Hollande. ¿Cuál es pues el interés de obtener la nacionalidad belga, solicitada también por Depardieu?

OBJETIVO, MÓNACO/ Para algunas grandes fortunas se trata de una vía para poder instalarse después en Mónaco y salvar así las restricciones que impone el principado a los ciudadanos franceses. «Desconfiamos de los ricos franceses que pasan por Bélgica para irse a Mónaco», constata Karine Lalieux, miembro de la comisión parlamentaria que otorga las nacionalizaciones. Esta sospecha fue la que llevó a denegar el pasaporte al cantante Johnny Hallyday pese a que su padre era belga. Pero si Depardieu corre la misma suerte no tendrá problemas para cambiar de pasaporte. «Si Gérard quiere pasaporte ruso, está resuelto», dijo el presidente ruso, Vladímir Putin.

Para frenar la fuga de contribuyentes, Hollande ha planteado abiertamente la necesidad de «revisar las convenciones fiscales» con los países que ofrecen una tributación ventajosa. La adopción de un sistema como el de Estados Unidos, que liga y condiciona los impuestos a la nacionalidad y no al país de residencia, también se ha puesto sobre la mesa. Blindarse ante un eventual cambio de la legislación francesa también puede ser una razón para solicitar el pasaporte belga.

LA GUERRA DEL ALCOHOL/ Para acabar de complicar las cosas, el litigio entre París y Bruselas por la fuga de millonarios se ha extendido también a las tasas sobre el alcohol. El reino de los belgas ha respondido a la decisión del Gobierno de la República francesa de aumentar considerablemente los impuestos sobre la cerveza -un 160%- con un anuncio dirigido directamente al bolsillo y a la bebida nacional del país vecino.

Ante la indiferencia de Hollande por la preocupación del Gobierno belga por el perjuicio que causaba la medida a la industria cervecera de su país -un tercio de sus exportaciones van a Francia- , el primer ministro, Elio Di Rupo, ha anunciado represalias. A partir de enero, en Bélgica aumentarán los impuestos de todos los alcoholes excepto la cerveza, lo que perjudica esencialmente al vino francés, aunque se trata de una subida más suave que la aplicada por el Ejecutivo de Hollande.

Se da la circunstancia de que Depardieu es un gran amante del vino -tiene sus propios viñedos-y que Arnault posee algunas de las marcas más prestigiosas de espirituosos. Pero no serán ellos los más perjudicados. La benévola fiscalidad belga les compensa con creces.