EMERGENCIA ALIMENTARIA

Hambre de beneficios

Recolección 8Una cosechadora trabaja en un campo de trigo de Castelló d'Empúries (Girona).

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MAX JIMÉNEZ BOTÍAS
BARCELONA

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«El próximo mercado alcista ya está aquí. No es de acciones. No es de bonos. Es de materias primas, y un inversor inteligente se subirá a ese carro para conseguir beneficios récord en la próxima década». Jim Rogers, el gurú norteamericano de la inversión en commodities (materias primas) desarrolla esta idea en su libro Hot Commodities, publicado en el 2007. Ningún gestor de fondos que se precie ha dejado de leerlo. Y, a juzgar por la evolución de los precios en los mercados, todos han seguido sus planteamientos.

El Rogers International Commodity Index (RICI) es el índice creado por Roger en 1998. Representa el valor de una cesta de las materias primas utilizadas en la economía mundial, desde productos agrícolas -trigo o algodón-, hasta metales y minerales, como el oro, la plata o el aluminio. El índice fue desarrollado por Rogers, socio de George Soros en el fondo Quatum, para ser una medida efectiva de los precios de las materias primas en el mundo. No es el único índice que mide la evolución de las materias primas, aunque todos tienen algo en común, se mueven al alza, con algún paréntesis bajista, como el del 2008, desde el 2001. «Tras el atentado de las Torres Gemelas de Nueva York, los precios de las materias primas evolucionan al alza, mientras que acciones y bonos han pasado por diferentes momentos críticos», afirma Jaume Puig, director general de la gestora GVC Gaesco.

Se trata de un alza que ha venido favorecida por la evolución de los mercados financieros y la variedad de instrumentos al servicio de los inversores: los llamados hedge fund -fondos especulativos-, los productos específicos que invierten en materias primas, CTA -commodities trading advisor- y los EFT -exchange trade funds-, fondos cotizados que permiten a los particulares invertir en el producto que quieran, ya sea trigo, petróleo o oro. «Cualquier particular puede participar en esos mercados a los que antes solo accedían los especialistas», comenta Ricardo García-Jáudenes, director territorial en Catalunya de Inversis Banco.

Los EFT son un producto anglosajón. Entre el 2005 y el 2010 el número de este tipo de instrumentos se elevó desde dos fondos hasta 95 y el total de activos desde 3,9 millones hasta 98.000 millones de dólares en EEUU. Han llegado más tarde a España, pero prácticamente todas las grandes entidades financieras los comercializan, con lo que no hace falta ser un lince de las finanzas para intervenir en los mercados de derivados.

Pese a todo, la dinámica generada por estos y otros tipos de fondos especulativos no es la consecuencia de un análisis muy sesudo de la situación. «Estos fondos se suman a las tendencias cuando estas se producen y las exageran al máximo», afirma Puig.

No es el mercado del contado el que interesa a los inversores, sino el de futuros, el de derivados. En una situación normal de esos mercados, el precio del contado suele ser más bajo que el precio futuro. «Es lógico: el riesgo de acertar en el precio futuro tiene una prima de riesgo que hay que pagar», afirma el responsable de la mesa de tesorería de un banco.

Pero en la dinámica actual se produce lo que en el argot financiero se conoce como contango. Es decir, cuando el precio del contado es más barato que el del futuro. Esa situación alimenta un trayectoria de precios alcistas, y hay estrategias para asegurarse que no cambia, incluida la posibilidad de crear un estoc de la materias primas con el propósito de especular.

Pero, de hecho, el coste de almacenamiento es muy variable, y puede acarrear pérdidas imprevistas. En realidad, se trata de un práctica ya superada. «Es innecesario crear estocs físicos. Para qué, si se puede controlar el precio, sin tener la cosecha físicamente», comenta Jaume Puig.