PROHIBICIONES EN EL REINO ALAUÍ

La sociedad de Marruecos considera un tabú la homosexualidad, tanto masculina como femenina

Los gais y lesbianas se enfrentan al desprecio familiar y la marginación laboral

BEATRIZ MESA
RABAT

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

"¿Y por qué no hablas de la homosexualidad femenina en Marruecos? Yo soy bisexual",asegura, sin recelo, una joven de Marraquech. Flagrante declaración que cambió el enfoque de esta historia y saca a relucir la presión social que soportan, no solo sobre los varones homosexuales, sino también las mujeres.

En los últimos cinco años, su vida ha sido un infierno:"¿Que soy?",se preguntó Latifa en múltiples ocasiones. A los 14 años asumió su"parte masculina y femenina"y se apercibió de su condición. Pero no le fue fácil aceptarlo. Llena de complejos, se atiborró de comida hasta ponerse en 90 kilos.

Un día comprendió que le atraían hombres y mujeres por igual. Consciente de lo que significaba para su tradicional familia, escondió su identidad hasta la edad adulta. Hasta que un día se lo confió a su madre."Con tu cuerpo puedes hacer lo que quiera, pero lejos de mí. ¿Dónde está tu reputación",le espetó.

Sus hermanos la vigilan para saber con qué amigos se codea. Le controlan los horarios de entrada en casa, y una vez aquí, la envuelven de desprecio. La noche anterior la pasó en comisaría esquivando insultos de gendarmes marroquíes por regresar a casa entrada la madrugada."Mi hermano me cogió del brazo y me llevó hasta la comisaría; yo no consentí que la policía me gritara o me levantara la mano",asevera con coraje.

Cumplidos los 18, tiene claro que uno de sus proyectos en la vida es luchar por la libertad individual que boicotea el discurso machista y homófobo de la sociedad marroquí donde incluye a su padre."No debe saberlo. Me echará de casa",dice. Su madre amenaza con expulsarla del domicilio familiar si, como pretende, lanza una asociación para ayudar a homosexuales."Hacer algo así aquí es un crimen y la sociedad puede ser muy peligrosa",le advierte. Pero no se achanta.

Ni siquiera las miradas atentas de la gente de otras mesas próximas intimidan a un joven gay que habla de su homosexualidad en un restaurante vanguardista en Marraquech. Su testimonio, lleno rabia por la reciente detención de seis personas que al parecer participaron en una simbólica boda gay al norte del país, acusa al Estado de la persecución y maltrato que sufren los homosexuales. Si alguien te denuncia, puedes ir a la cárcel, en el mejor de los casos, o perder el trabajo para siempre.

La mentalidad pesa más que la ley."En Marruecos, cuando hablan de falta de moralidad, ponen el ejemplo de la homosexualidad",argumenta. Jamal se exalta en su discurso cuanto más consciente era de las contradicciones del país. Hay homosexuales que votan al islamista Partido de la Justicia y la Democracia porque ven un islam tolerante. Existe una ley que condena a las parejas del mismo sexo pero que no se inmiscuye si dos hombres reservan la misma habitación de hotel."El tabú es tan grande que impide interpretar lo que pueden hacer dos chicos una noche en una pensión",ironiza. Jamal se descubrió a los 14 años. Pensaba que era anormal, y se reprimió durante mucho tiempo. No pudo apoyarse en amigos, familia o profesores. Tenía miedo de que realmente estuviera enfermo porque le atraían los hombres.

El lápiz como un aliado

Un papel y un lápiz se convirtieron en su mejor terapia. Comenzó a escribir en silencio durante años y a los 20 llegó a la conclusión de que era homosexual. Para su madre fue un golpe duro, pero llegó a aceptarlo, aunque cayó en una depresión. Ahora vive feliz con su pareja, aunque de forma discreta:"Si se cataloga de excentricidad que hombre y mujer vayan de la mano, imagínate dos del mismo sexo".

Como en cualquier sociedad, hay puntos difíciles de controlar. Internet y los chats han cambiado la vida a muchos gais marroquís y permitieron una cita conhotmanen un bar de ambiente parisino en una avenida de Rabat. Parecía dispuesto a hablar y a denunciar.

Pero quedó mudo ante tanto boli, papel, grabadora y encima una reportera preparada para interrogarle sobre su historia personal. Al final acabó negándolo todo:"¿Tú deliras? ¿Cómo voy a ser homosexual?".El alto nivel de represión social se explica por sí mismo. Durante la cena, a medida que la tensión se reducía, dio más detalles sobre las relaciones de pareja entre personas del mismo sexo, pero sin profundizar y siempre con un lenguaje conservador, rememorando una cita del Corán:"Cuando un hombre toca a otro hombre, el trono de Alá se tambalea".