Equipamiento público

"Un oasis verde en el corazón de la ciudad": el parque de L'Hospitalet en el que alucinarán tus hijos

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Entrada del parque de Can Buxeres, en L'Hospitalet de Llobregat.

Entrada del parque de Can Buxeres, en L'Hospitalet de Llobregat. / Diputación de Barcelona

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L’Hospitalet de Llobregat destaca por ser una ciudad altamente densa. Sin embargo, cuenta con algunos espacios y equipamientos que, sobre todo, en verano actúan como salvavidas para aquellos vecinos que pasan las vacaciones y/o los meses más calurosos del año en la ciudad.

Uno de los lugares mejor valorados para refugiarse de las altas temperaturas es el parque de Can Buxeres. Situado entre la avenida de Josep Tarradellas, la carretera de Esplugues y el camino de la Fonteta, el parque une los barrios de Sanfeliu, el Centre y Can Serra de L’Hospitalet.

“El parque de Can Buxeres es un oasis verde situado en el corazón de la agitada ciudad de L'Hospitalet de Llobregat, cerca de Barcelona. Este parque urbano, que se extiende sobre un área de 14 hectáreas, es un popular lugar de recreo para los lugareños, así como un espacio de descanso y relajación para los visitantes”, resume un usuario del equipamiento en una reseña ‘online’.

Aunque el parque no destaca por sus equipamientos infantiles —aunque sí que incluye una zona de juegos para los más pequeños—, ofrece una multitud de espacios variopintos en los que practicar deporte —con pistas de baloncesto, un campo de fútbol—, pasear al perro, hacer un pícnic, jugar o simplemente relajarse a la sombra de un árbol.

Tal y como recoge la ficha del Área Metropolitana de Barcelona sobre el parque, el jardín de la antigua casa solariega constituye hoy día el parque de Can Buxeres. Urbanizado en 1911, no fue declarado parque público hasta 1972. Así, el AMB explica que en el parque hay aproximadamente mil árboles correspondientes a 48 especies diferentes. Los más abundantes son los plátanos de sombra con casi el 22% de los ejemplares, que seguido del ciprés (10%), el árbol de la vida (9%) y el pino piñonero (8%), forman el grosor de los árboles del parque.

Lugar histórico

Pero más allá de la biodiversidad que alberga el parque, se trata de un rincón que también destaca por su arquitectura y por ser vestigio de la memoria agrícola de L’Hospitalet, una actividad económica vinculada a la ciudad desde hace unos 5.000 años y que ahora amenaza con desaparecer.

Como apunta el AMB, la primera noticia que se tiene de la masía y la finca agrícola del conde de Alemany es de 1770, “aunque la edificación se sospecha que debe ser anterior”. En 1854 la línea de ferrocarril delimitó la finca por la zona baja, por lo que se produjeron las primeras grandes modificaciones cuando en 1875 se amplió la finca y se rectificó el camino principal para “hacerlo coincidir con el ojo central de los tres que tenía el puente del ferrocarril y con la entrada principal de la masía”.

El primer cambio de propietario se produjo en 1875 cuando Josefina Casanovas la adquirió e hizo construir una torre neomudéjar, que fue utilizada como molino de agua. Dos años más tarde, Lluís Buxeres i Abad compró la finca y la transformó de una vieja masía en el palacete y finca residencial correspondientes a su posición social. De este modo, tras varias modificaciones, el equipamiento combina elementos neomudéjares, clásicos y neoclásicos. Adyacente al palacete se construyó la casa de los labradores, un edificio de planta baja y piso que utiliza elementos barrocos. 

“En 1936 Enric Buxeres fue asesinado y la finca pasó a ser la nueva sede de la Escuela Ferrer i Guardia. Al finalizar la Guerra Civil, volvió a los Buixeres, que la utilizaban como finca de veraneo hasta 1968 que pasó a manos del Ayuntamiento. Tras restaurar los edificios y acondicionar el jardín, lo convirtió el parque urbano en 1972”, recuerda la ficha del Área Metropolitana de Barcelona. Actualmente, este palacete está catalogado dentro del Plan Especial de Protección del Patrimonio Arquitectónico (PEPPA) del Ayuntamiento de L’Hospitalet de Llobregat y es de uso público.