Entre todos

Miradas constructivas hacia La Florida: “Este barrio es nuestra casa"

Cuatro vecinos de la zona comparten con EL PERIÓDICO su visión del barrio, enumeran sus necesidades y opinan sobre los proyectos más urgentes

El Plan de regeneración urbana integral para Les Planes-Blocs Florida de L'Hospitalet persigue reducir las desigualdades sociales en la periferia barcelonesa

L'Hospitalet de Llobregat 14/12/2022 Opinión Report sobre el barrio de LA FLORIDA de l'Hospitalet hablando con lectores (4). En la foto Mònica Gáñez que nos muestra zonas bonitas de su barrio, como los bloques pintados con murales gigantes. Personaje; MÒNICA GÁÑEZ. FOTO DE RICARD CUGAT

L'Hospitalet de Llobregat 14/12/2022 Opinión Report sobre el barrio de LA FLORIDA de l'Hospitalet hablando con lectores (4). En la foto Mònica Gáñez que nos muestra zonas bonitas de su barrio, como los bloques pintados con murales gigantes. Personaje; MÒNICA GÁÑEZ. FOTO DE RICARD CUGAT / RICARD CUGAT

Luis Benavides

Luis Benavides

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El Área Metropolitana de Barcelona (AMB) destinará un total de 10 millones de euros para “superar las desigualdades sociales y la dicotomía centro-periferia” repartidos en 20 proyectos presentados por los ayuntamientos. Entre los escogidos para ser financiados está el Pla de Regeneració Urbana Integral Les Planes-Blocs Florida, en L'Hospitalet de Llobregat, para el cual la ciudad recibe un millón de los 2,4 del importe total del proyecto (el 42%).

El Plan presentado por el Ayuntamiento de L’Hospitalet incluye una lista con 18 acciones, desde la formación en nuevas tecnologías a la estimulación cognitiva de la gente mayor, pasando por huertos sociales y un proyecto de memoria histórica, por citar algunos. 

EL PERIÓDICO ha hablado con cuatro lectores que conocen bien la idiosincrasia La Florida, su situación actual y necesidades, para comentar este ambicioso Plan con múltiples objetivos. “La lista me parecerá bien siempre que se haga realidad y se interesen por dar a conocer los proyectos de las entidades de los barrios, que al final son los que están en el día a día con su gente”, subraya de primeras la vecina Mònica Gañez. 

A sus 33 años, Gañez lucha desde el anonimato contra la desigualdad en este barrio considerado de alta complejidad. “He nacido, me he criado y sigo viviendo en La Florida”, asegura con orgullo esta joven licenciada en Comunicación Audiovisual y actualmente estudiando el grado de Educación Social. 

A esta joven le parece muy bien que inviertan en espacios de apoyo a la crianza y educación de 0 a 3 años, pues "todo lo que sea dar herramientas y recursos para mejorar el vínculo entre familias e hijos a esas edades es importante". En esos espacios, añade, las "familias se relacionan y eso también fomenta la cohesión social”.

Gáñez lamenta "los prejuicios de la gente mayor y la desconfianza de los jóvenes" porque lo ideal, sostiene, sería que unos y otros intercambiaran puntos de vista. “La gente que es de toda la vida del barrio ha visto cómo los conflictos entre diferentes culturas se han incrementado a lo largo de los años. Piden más policía, pero actuar como ‘apaga fuegos’ de conflictos no es trabajar los problemas de raíz”, apunta la educadora.

Empatía y equipamientos para los jóvenes

Más allá del rapero Morad, figura local muy controvertida que no deja indiferente en La Florida, la juventud del barrio busca referentes. Como Gañez, que siempre tuvo muy claro que quería “ayudar a los demás”, aunque ella no se considera tal cosa: “No puedo ser referente cuando mis necesidades básicas han estado siempre cubiertas, y me han permitido estudiar acompañada de personas que nunca me han dejado caer. Me siento privilegiada en muchos sentidos”.

“Lo que debemos hacer como educadores es ser muy empáticos, ayudarles a que encuentren aquello que les motiva, que tengan una ilusión ahora mismo”, asegura esta vecina de La Florida, que defiende que los jóvenes necesitan espacios para “su privacidad y crear su identidad”, algo que se complica en el contexto de las infraviviendas. De ahí que también se apruebe la inversión en un nuevo equipamiento para adolescentes y jóvenes. “Les deberíamos tener más en cuenta, escucharlos, porque al final son nuestro futuro”.

Otro lector, Iván Picazo, de 44 años, coincide al señalar la falta de espacios para jóvenes y celebra que se haya proyectado la creación de un equipamiento sidecar con proyectos dirigidos a los más jóvenes e iniciativas como el 'tast d'oficis' (talleres de oficios).

“Actualmente hay muchos pisos patera y los chavales no tienen habitación propia, no tienen un lugar para estudiar o dibujar, o hacer cualquier cosa creativa, y acaban en la calle, donde no se aprende nada bueno”, afirma este exvecino con un hijo de 16 años. “Este problema puede ir a más porque como han subido los alquileres y hay más necesidad", añade, "algunas familias quizá se plantean ahora subalquilar por primera vez alguna habitación”.

Tras ser testigo de episodios de “violencia en estado puro”, Picazo decidió marchar de La Florida el pasado mes de octubre. “Delante de casa he visto cómo atacaban a un hombre con una katana, cómo apuñalaban a un chaval para quitarle el patinete… Hasta hemos visto pistolas”, asevera este exvecino, ingeniero electrónico y diseñador audiovisual ahora instalado en Sant Sadurní d’Anoia.  

“He vivido allí unos ocho años, pero he visitado La Florida desde pequeñito por mi abuela. Recuerdo jugar con mis primos en la plaza de la Llibertat, cuando en los años 80 estaba muy arraigada la costumbre de hacer el vermut en los bares y bodegas de toda la vida”, rememora con nostalgia. Con todo, Picazo aplaude la inversión del AMB en su antiguo barrio, con el que mantiene un lazo muy estrecho. Allí vive toda su familia.

“Aquí no hay mala gente”

A diferencia de Picazo, Francisco Solías no se ha planteado nunca moverse del barrio en el que nació hace 60 años. “Aquí tengo a la mayoría de mis amigos, tengo para comprar lo más básico… Aquí todo el mundo me trata bien, no hay mala gente”, asegura un lector que durante la conversación prefiere poner el acento en la accesibilidad y la movilidad en general y no tanto en la seguridad ciudadana.

“La alcaldesa supongo que hace lo que puede, pero no vendrá mal toda esta inversión, sobre todo para adecentar el espacio público. Porque en general es accesible, pero se puede mejorar”, explica el lector, que camina con la ayuda de un andador.

Francisco Solias, vecino de La Florida, en la avenida de la Primavera.

Francisco Solias, vecino de La Florida, en la avenida de la Primavera. / Àngel Garcia

En opinión de Solías, urge definir un plan de movilidad, aunque no lo diga en estos términos exactamente. “En mi calle, la avenida Miraflors, hay atascos a diario, encuentras coches aparcados en los pasos de peatones y es fácil encontrarte motos circulando por la acera”, enumera un vecino que considera que el problema histórico del barrio fue nacer como una suerte de ciudad dormitorio del extrarradio.

“Muchos problemas actuales están relacionados con el mismo origen del barrio, pues se usó para acumular a personas que no cabían en la ciudad de Barcelona. Por eso, cuando dicen que hay poca policía, prefiero decir que hay mucha gente”, puntualiza este lector sobre la alta densidad poblacional de los barrios hospitalenses, que asegura pasear muy tranquilo por las calles de La Florida.

Encuentros multiculturales y civismo

Mucha gente y muy diversa. La Florida es un crisol de culturas, como destaca otro lector del diario, Asensio Montoya, de 65 años, quien pone el foco en el civismo y la corresponsabilidad. “Me parece muy necesario crear equipamientos como ‘casals de joves’ y centros cívicos para generar puntos de encuentro entre personas de diferentes orígenes, organizar actividades para compartir experiencias y gastronomías, por ejemplo", opina este arquitecto vecino desde los 4 años. 

Según el diagnóstico de Montoya, falta alguna campaña de civismo: "Es importante tomar conciencia de que el barrio es nuestra casa, que debemos mantenerla en buen estado entre todos". Con todo, la situación del barrio no es nueva, prosigue el vecino, pues con la inmigración de los años 60 y 70, con la llegada de personas de otras partes de España, principalmente de Andalucía y Extremadura, también se produjeron roces.

"Esas personas no sentían que el barrio era de todos, parecía que no era de nadie. Era una jungla, pero afortunadamente con el tiempo mejoró. Ahora toca hacer lo mismo”, rememora un optimista Montoya, que confía en el potencial de un barrio diverso y plural.

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