LA VIDA FAMILIAR DE UN NUEVO ÍDOLO

Las mujeres del campeón Joan Mir

Su pareja, Alejandra López, y su madre, Ana Mayrata, piden al nuevo 'rey' de MotoGP que no cambie

zentauroepp55882847 joan mir campe n de motogp  con su novia alejandra a la izqu201116194400

zentauroepp55882847 joan mir campe n de motogp con su novia alejandra a la izqu201116194400 / periodico

Emilio Pérez de Rozas

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Así, tal cual: "Yo lo siento, pero voy a necesitar que pasen unos días para asimilar esto. Mira que me había mentalizado para todo, mira que viví el título del 2017 como si fuese la conquista de la Luna, pero esto ha sido demasiado". Mamá Ana Mayrata no tiene ni pizca de reparos en reconocer que lo vivido el pasado domingo en Cheste (València), la conquista por parte de su hijo del título de MotoGP, ha sido de las cosas impactantes que le han pasado en esta vida.

"A mí, de verdad, no me duelen prendas decirlo: se me cae la baba. Es más lo confieso, no tanto, que también, como padre orgulloso, sino como deportista y mallorquín que ha visto como el sueño, sacrificio y trabajo de un niño que siempre quiso ser campeón de motociclismo ha alcanzado el mayor de los logros y, encima, siendo admirado y considerado un buen tío", señala papá Joan Mir, gozoso, feliz.

"Yo, como ya estoy acostumbrada a su grandeza, a su cariño, a su bondad, a su transparencia, a su tacto, pues he de decir que no paro de decirle que lo quiero, que lo admiro y que, por favor, no cambie nunca. Es un sol y, sé, lo entiendo, que la gente pueda pensar que está todo preparado, pero me da igual: Joan es de cristal, se le ve todo, es estupendo, un ser que entre sus prioridades está hacer feliz a la gente de su alrededor", explica Alejandra López, mallorquina como Joan, entrenadora de gimnasia rítmica, auxiliar de veterinaria y novia, desde hace dos años, del bicampeón de Moto3 y MotoGP.

Diseñadora de interiores

Diseñadora de interioresMamá Ana es diseñadora de interiores y le ocurre lo que a la madre del campeonísimo Valentino Rossi, Stefania de Palma: es ella quien lleva el gen de la velocidad. La prueba, como en el caso del ‘Doctor’, es que Ana tiene otro hijo con su segunda pareja, Mauro, de 14 años, que también es piloto campeón. Sabido es que Luca Marini, el hermanastro de ‘Vale’, está a punto de ganar el Mundial de Moto2.

"Eso es gracioso, pero yo no me lo acabo de creer", señala la madre de Mir. "Joan empezó muy tarde en las motos, sí, a los 10 años o así, pero a los 14 ya decía que iba a ser campeón. Yo le decía, vale, vale, Joan, muy bien, pero lo tuyo son los estudios. Y él se enfadaba y me decía “ves, siempre lo mismo, nunca me crees”; que sí, que sí, te creo, pero estudia". Y, al final, Joan no solo tuvo razón sino que, con 23 años, ya es doble campeón, tarea titánica. "Se fue de casa muy pronto, a los 15 años, bueno, todo el mundo sabe cómo es esto de las carreras, los equipos te lo arrebatan y ellos se van por ahí a jugarse la vida. Y tú te quedas con el corazón encogido y rezando para que no le pase nada".

Ana dice que Joan es muy maduro, tiene la cabeza muy bien amueblada ("mamá, yo tengo una empresa y la llevo con cuidado, pero a mi manera", suele decir) y, además, se ha rodeado de gente encantadora y grandes profesionales, como el abogado Paco Sánchez, su amigo y preparador Tomás Comas y su mecánico personal Juan García. "Nos vemos poco, no diré mentiras. Lo vi el domingo, y cuando acabó la carrera, antes no quiso saber ni siquiera si estábamos allí, y desde mitad de agosto que vino un día a Palma a comer con nosotros, no lo había visto. Pero no hace falta ni que nos llamemos, solo con mirarnos nos lo decimos todo. Tenemos una química especial".

Un momento horrible

Ana reconoce que en agosto del 2019 pasó un momento horrible. "Uno de los peores de mi vida", dice. Fue cuando Mir se estrelló, en los entrenamientos de Brno (República Checa), a final de recta, a 300 kilómetros por hora. "¡Uf!, aquello fue tremendo. Lo llevaron al hospital y hasta saber que estaba bien, fue un calvario". Desde entonces sufre más aún. No ve las carreras. "Bueno, sí, luego, cuando sé el resultado".

"Nos conocimos en Palma", explica Alejandra. "Conectamos porque somos iguales: hacíamos la misma chorrada, la misma, y, del grupo, solo nos reíamos él y yo. Y dije, tate, este chaval es estupendo. Es generoso, lo comparte todo, gracioso, no para de buscarte las cosquillas y solo maquina sacarte de tus casillas para, luego, abrazarte con pasión. Pero, eso sí, en cuanto a lo suyo, al deporte, a MotoGP, es obsesivo. No tiene un día de descanso. Soy yo quien he de decirle ¡venga, caray, para y siéntate en el sofá conmigo a ver una serie!".

Y se sienta, sí. Y, luego, se levanta y pasean a sus tres perritos, Dakota, Kirby y Bruno.

Suscríbete para seguir leyendo