ENTREVISTA

Pilar Eyre: "A los Reyes también les pagamos los catalanes"

La escritora presenta su novela 'Un perfecto caballero'

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LUIS MIGUEL MARCO

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El almuerzo es el Círculo Ecuestre de Barcelona, en la Diagonal, ya saben corbata y chaqueta. En esos salones decimonónicos, vestida de verde esperanza, Pilar Eyre presenta su libro número 22, "el mejor, modestia aparte", una novela de amor titulada 'Un perfecto caballero', publicada por Planeta en castellano y por Edicions 62 en catalán, y ambientada en la Barcelona de la posguerra, con nombres y apellidos conocidos, los Samaranch, los Carulla, Carlos Sentís, Alberto Closas.... "No espero demandas judiciales, pero a algunas personas cercanas, quizá algunos primos míos, les escuece".

-Un libro que le es muy familiar.

-Es una historia de amor entre un empresario textil, Mauricio Casasnovas, y una obrera y una historia de amor hacia Barcelona y es una historia de amor hacia mi ciudad y a una época que no ha sido reflejada lo suficientemente en la literatura, era como un poco en el que no habitaba nadie. Porque se ha querido olvidar o tergiversar o directamente ocultar, pero ha existido. Es la Barcelona de mis padres. Este libro yo lo he llevado dentro desde hace muchísismo años. Son las historias que he escuchado contar en las sobremesas en mi casa cuando era pequeña. Historias de mis tías, de mi made, de mis primas. Mi familia que por cierto todavía no ha leído el libro y no sé si me van a dar un abrazo o una hostia. 

-"A nadie he querido como a ti, papá». Dedica el libro a su padre, que no le habló de la guerra.  

Le preguntaba y nunca me contaba nada. Fue una grieta que partió su vida en dos. Fue falangista, como sus hermanos. Formaron parte del bando de los vencedores. MI tía fue delegada de Catalunya de la Sección Femenina. Uno de mis tíos dirigió el Círculo Ecuestre. Otro fue abogado en consejos de guerra por ejemplo contra el general Aranguren, como explica Lorenzo Silva en su último libro. Pero no fueron mangantes, no robaron. Mi familia, y muchas como mi familia porque no somos únicas, no se aprovecharon de ese río revuelto de pescadores que fue la posguerra. Mi abuelo era juez y receurdo por Navidad que traían jamones, vino y turrones y mi abuelo los devolvía. En cierta manera ganaron la guerra pero perdieron la posguerra. Por eso me ha gustado hablar de ellos, no para reivindicarlos, solo para contar que estuvieron ahí. Todo eso forma parte también de los cimientos de lo que es ahora la sociedad catalana, contradictoria y llena de contrastes. Por eso creo que este libro, es necesario, porque no tenemos memoria.

-Recordaba hace unos momentos que en el Liceu se cataba el ‘Cara el sol’ y el otro día, en la apertura de la temporada, se cantó ‘Els segadors’.  

-Y a lo mejor si miráramos los apellidos de los que cantaban entonces y los que cantan ahora son los mismos: son hijos de aquellos. No me parece mal que la gente evolucione y cambie, lo que me parece absurdo y sorprendente es negar que aquella Barcelona existió.  Es una etapa incómoda porque lo bonito es persar que todos luchábamos contra Franco y no es así.  Yo he visto en la Diagonal los desfiles del caudillo y la gente aplaudía como locos. Yo no me enteré de que existía el antifranquismo hasta que llegué a la universidad.

-Echa una mirada a una época, 1940-1962, ¿con ojos de hoy?

Eso es. Y me doy cuenta que venimos de todos aquellos contrastes. La de los obreros en la puerta de las fábricas que esperaban  trabajo y la de la burguesía que salía al Liceo, al Polo o iba a tomar el aperitivo al Sandor y que del choque de esas dos realidades hemos nacido muchos de los que estamos ahora aquí. Uno de mis recuerdos de infancia es el sonido de la falda de mi madre cuando salía a cenar y nos daba un beso sin tocarnos, para no mancharnos de carmín.

-La ciudad del Turó Park donde iba usted y la del Somorrostro.

Nosotros también lo conocíamos porque entonces se practicaba la beneficencia y yo he tejido muchos jerséis de colores fosforescentes porque eran los que les gustaban a los niños gitanos del Somorrotros. Ibámos a los hogares Mundet. Nuestros padres querían que conociéramos que había gente más desfavorecida que nosotros.   

-Qué le parece que su libro se presente cuando se exhuman los hueso del dictador. 

Me decían el otro día mis editoras que el ruído ambiental no ensombrezca el sonido de tu novela. Me da mucha rabia también que con todo lo que está pasando estos días la cultura, los libros que salen, las exposiciones, el teatro, se resienten y no tengan la repercusión que se merecen. Te cansas de vivir días épicos y esperar volvolver a tus cuitas cotidianas. 

-Usted que es cronista social y sigue a la realeza, ¿los ve pronto en Catalunya?

-Pues creo que vendrán a los premios Príncesa de Girona el mes que viene y me parece bien, aunque se vaya a armar la marimorena. Pero oye, también les pagamos los catalanes y les entra en su sueldo el deber y la obligación de venir a  Catalunya. 

-¿Leonor apunta maneras? 

Leonor sería la reina de nuestros hijos y yo no sé si nuestros hijos son muy monárquicos, lo dudo bastante. A los mayores nos hace gracia pero me gustaría saber qué repercusión ha tenido entre la gente joven entre la que supuestamente va a reinar. No hay un caldo de cultivo para que la gente joven se sume al carro de la monarquía, no lo han conseguido de momento y no sé si lo conseguirán en un futuro.

-La crónica social se vive ahora en directo en la tele. ¿Le apena?

Pues no, porque cada cosa tiene su momento y a mí no me apetece nada que haya otras emperatrices Soraya, por decirte a alguien. Yo veo 'Gran Hermano'. Nada humano me es ajeno y todo me divierte. Y voy a presentar el libro a 'Sálvame', un programa popular que ve mucha gente,  y hasta el infierno si hace falta si así consigo ganar algín lector.