BARRACA Y TANGANA

La partida

Todos necesitamos algo que se nos dé bien. Yo sé jugar al Football Manager y a un deporte de mi pueblo que consiste en tirar piedras, un asunto de familia

Pantalla del Football Manager 2008.

Pantalla del Football Manager 2008. / periodico

Enrique Ballester

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Frente a una realidad que no nos gusta caben dos respuestas: intentar cambiarla o hacer como si no existiera. No soy quién para recomendar nada y no es que esté orgulloso de ello, pero ahora que soy casi viejo tiendo hacia la segunda. Mi maniobra de evasión favorita tiene nombre, año y apellido: Football Manager 2008.

Todos necesitamos algo que se nos dé bien. Yo sé jugar al Football Manager este y a un deporte de mi pueblo que consiste en tirar piedras, un asunto de familia. Ya me podría haber tocado el don de jugar a golf y atracar bancos, pero no: Football Manager y tirar piedras. En los dos casos utilizo lo que no utilizo en ningún otro aspecto de mi vida: un método. Sé lo que debo hacer y lo hago. La gente piensa que lo de tirar piedras es cuestión de puntería, pero no. La calva, que así se llama el juego, es concentración, repetición y automatismo. La base de cualquier deporte de competición, nada de poesía. Lanzo siempre igual, doy los mismos pasos, calco el movimiento y soy como un martillo. Cuando me adapto a la piedra y la distancia puedo tirar decenas de veces sin fallo. Sé lo que debo hacer y lo hago. Parece fácil, pero soy incapaz de hacer lo mismo con el resto de la vida.

Excepto en el Football Manager 2008, donde llevo más de una década con 'la partida'. Empecé en el Castellón, donde gané 117 Ligas y 57 Champions, que lo escribo y me da la risa. Me echaron en el año 2141 los desagradecidos, que me indigné tanto que casi despierto a todos en casa para contárselo a mi hija, que es la única que de vez en cuando pregunta por 'la partida'. Lo bueno de sufrir una injusticia así es que nada de lo que puedan hacer mis jefes ahora me parece que alcance el rango de castigo.

Mi método

De ahí pasé al Mallorca, lo subí a Primera y decidieron que yo no era su tipo. No importó, tenía mi método. Ahora lo aplico en la Real Sociedad, con la que ascendí dos veces y con la que sumo en el 2214 un total de 32 Champions y 46 Ligas, también porque sé lo que hay que hacer y lo hago. El mismo método para decidir quién sigue y quién se va, quién y cómo entrena, quién juega o deja de jugar. El mismo formato de plantilla, la misma táctica, el mismo criterio con los cambios y la misma dinámica en cada apartado del juego. Nada de intuición, sentimiento o empatía, nada de improvisación, nada tampoco de salir sin grabar si pierdes un partido importante, nada de lo que hago en el resto de la vida, en definitiva; manda el método pase lo que pase, a la larga un rodillo, que si queréis quedamos un día y os lo explico, que da para libro.

Puedo estar meses sin jugar, pero siempre que vuelvo a cargar 'la partida' encuentro la seguridad que no te da la vida, donde a veces no sé bien lo que hay que hacer y cuando lo sé, por lo que sea y sin poder evitarlo, me enredo y me desvío. Mi mundo sería peor sin el refugio de 'la partida'. Todos necesitamos algo que se nos dé bien y algo equivalente a 'la partida'. Es la tercera certeza que extraigo del confinamiento y el coronavirus. La primera es que mis hijos me caen bastante bien -no estaba del todo seguro- y la segunda que un gráfico puede decir cualquier cosa que quieras que diga.