Los 10 primeros desfiles Crucero de Louis Vuitton: de Mónaco a Barcelona

Un reportaje de Laura Estirado

Barcelona acogió el 23 de mayo del 2024 el primer desfile en España de Louis Vuitton (LV). Y el Park Güell, joya arquitectónica de Gaudí y patrimonio de la Humanidad de la Unesco, el escenario donde se reveló la colección Crucero 2025 (también llamada Resort) de la firma de lujo francesa. Una decisión nada casual, ya que la Maison es la principal patrocinadora de la 37ª Copa América, que también se celebrará en la ciudad del 22 de agosto al 21 de octubre.

Desde 2014, la firma del icónico monograma en bolsos y baúles, invita cada año a estilistas, compradores e influencers de moda a un rincón paradisiaco del planeta para desvelarles lo último en moda para viajar y disfrutar de las vacaciones. Pues en esto consisten estos shows fuera del calendario tradicional de las pasarelas.

El diseñador Nicolas Ghesquière, director creativo de la línea de mujer de LV desde 2013, lleva una década mostrando las prendas ideales para el tiempo de la evasión y el relajo. El "arte de viajar es parte de nuestro ADN", aseguran desde la marca, que ya ha desfilado en icónicas localizaciones relevantes por su arquitectura y sus paisajes majestuosos.

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La Place du Palais de Montecarlo (la emblemática Plaza de Armas, situada frente al hogar de la familia real monegasca) fue el escenario del primer desfile Crucero de Ghesquière, ante la atenta mirada de los príncipes Alberto y Charlene, las hijas de la princesa Estefanía (Paulina Ducruet y Camille Gottlieb) y un montón de it girls, como Gala González y las actrices Charlotte Gainsbourg y Jennifer Connelly.

Fue en 1904 cuando la Maison sirvió por primera vez a la familia principesca creando un perchero con forma de cocodrilo. Pero en este desfile se vieron blusas en amarillos suaves, rosas claros y azules agua. Vestidos metálicos casi líquidos. Pantalones ajustados y de cintura alta. Diseños coloridos que recordaban a las primeras colecciones del maestro del eclecticismo Ghesquière para Balenciaga, donde trabajó desde 1997 hasta 2012.

Ghesquière quedó enamorado de la propiedad del famoso cómico Bob Hope y su mujer, Dolores, que había diseñado en 1973 el arquitecto John Lautner en Palm Springs (California), cuna de la arquitectura moderista de EEUU. Es un "símbolo del sueño americano". Situada en la cima de Southridge, mirando al valle de Coachella, la casa emula un volcán: tres arcos como visera, techo ondulante y un agujero en el centro donde se abre un patio.

Las prendas de aquella colección huían de la ornamentación a cambio de una obsesión por la geometría y la funcionalidad (como la casa que acogió aquel desfile). Ropa para una chica de la pradera del desierto o una exploradora espacial. Cremalleras grandes, cuellos tipo traje de la NASA y chaquetas acolchadas con siluetas fluidas con contrastantes en cuero cortado con láser y estampados brillantes.

El Museo de Arte Contemporáneo Niterói, uno de los edificios más emblemáticos de Brasil, diseñado por Oscar Niemeyer, acogió el serpenteante desfile del Crucero 2017 (una colección Resort siempre es el avance del año siguiente). El icónico edificio, que parece un platillo volante aterrizado en la punta de la colina sobre la Bahía de Guanabara, enfrente de Río, se inauguró en 1996.

Colores intensos, cortes estratégicos y mezcla de texturas fueron los pilares de una de las colecciones más celebradas de Ghesquière. De alto espíritu deportivo, setentero y psicodélico, el desfile tuvo en su front row invitadas vip, como las actrices Zendaya, Alicia Vikander o Catherine Deneuve, y modelos como Alessandra Ambrosio.

Hasta Japón se fueron los fashion victims para deleitarse con el siguiente Crucero, esta vez en el paisaje montañoso y boscoso a las puertas del Museo Miho ("paraíso en la Tierra"), diseñado por el arquitecto norteamericano nacido en China Ieoh Ming Pei, autor de rascacielos, museos y grandes complejos comerciales, y de la famosa pirámide de acero y vidrio que da acceso al Museo del Louvre en París.

Fusión perfecta Oriente y Occiente. Así podría resumirse aquella colección de 55 looks, de alto voltaje vanguardista, pero con un considerable esfuerzo por subrayar el valor de la cultura y la tradición artesanal. Las modelos, maquilladas como geishas, lucieron prendas que hoy son ya fetiches de la marca, como los jerséis de espíritu Hokusaki -el autor de la serie La gran ola de Kanagawa-, con tiras de cuero y cinturones fajín, y los bolsos decorados con máscaras Kabuki.

Fundada por Marguerite y Aimé Maeght, la fundación Maeght (Costa Azul) es una utopía artística que muestra una de las colecciones europeas de escultura, pintura, dibujos y obras gráficas más excepcionales del siglo XX. Tiene un exquisito jardín rodeado de esculturas de Joan Miró, Alexander Calder, Antoni Tàpies, Eduardo Chillida o Alberto Giacometti. "Un lugar con espíritu", según el director creativo.

Como es habitual en la casa Monogram, las colecciones Crucero se hacen eco de los sitios que las acogen. En este caso, además de incluir una propuesta infinita de bolsos, incluyendo una billetera de gato, diseñada por la escritora y editora de moda Grace Coddington, amiga de Ghesquière, se vieron siluetas hipercontemporáneas, pero también referencias a los años 60, cuando se construyó la fundación (1964). Y multicolores chaquetas de plumas con minivestidos de cóctel.

La TWA Flight Center, el tesoro arquitectónico de la Terminal 5 del aeropuerto John F. Kennedy que Eero Saarinen concibió como un pájaro enorme en 1962, en plena era del entusiasmo por volar y viajar a otros lugares, fue el alucinante espacio donde se presentó la colección Crucero 2020.

En los diseños hubo guiños a la Gran Manzana: a sus edificios más emblemáticos, como las lentejuelas plateadas dispuestas sobre camisas para imitar la fachada del icónico Chrysler, y a las calles de Manhattan, representadas con delicados bordados y brocados.

No hubo Crucero el año del covid, pero el desfile más viajero de LV se retomó al año siguiente, de nuevo en Francia. Ax Majeur, una obra maestra cerca de París del fallecido artista Dani Karavan, se transformó en una especie de paseo marítimo onírico donde agua, luz, viento, arena, hormigón, piedra y acero se confabularon para acoger un nuevo y fantástico Resort de la casa francesa.

Otra vez, una apuesta por la estética futurista y de vanguardia, arquitectónica en muchos casos, marca de la casa del diseñador. Con prendas de grandes volúmenes en las mangas, de faldas abullonadas, mezcla de tejidos técnicos, con otros de artesanía clásica o estampados a base de collages, evocando paisajes de ciencia ficción.

El Instituto Salk, en la Jolla de San Diego (California) es un tesoro de diseño brutalista con vistas panorámicas sobre el Pacífico (magníficas, sobre todo al atardecer). Creado en 1965 por el arquitecto norteamericano Louis Kahn en colaboración con el doctor Jonas Salk (el de la vacuna de la poliomielitis), hoy es un centro de investigación del cáncer y el cambio climático.

El sol fue el invitado de honor en esta colección que recogía la estética desértica de los filmes Dune de Denis Villeneuve. Se vieron nuevas siluetas y volúmenes pensados para celebrar al astro rey y protegernos de él al mismo tiempo, en un aura utópica y futurista.

Sobre las aguas del lago Maggiore se alza esta joya del barroco italiano: la geometría, las línas y formas del Palazzo Borromeo y sus jardines entablan un diálogo incomparable con las aguas cristalinas que rodean esta pequeña isla, de 320 x 180 metros.

La estética barroca predominó en los diseños que también jugaban a combinar lo ordinario con lo extraordinario. La mayoría de siluetas se inspiraban en animales mitológicos y acuáticos, con cortes como escamas, medusas y sirenas con piernas en lugar de cola.

El amor por la geometría y las proporciones llevaron a Ghesquière a elegir el Park Güell, una de las principales obras del arquitecto modernista catalán Antoni Gaudí, para su décimo Crucero con LV. Construido entre 1900 y 1914, inaugurado como parque público en 1926, y declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, en 1984, es uno de los grandes reclamos turísticos de la ciudad (en 2023 recibió casi 4,5 millones de visitantes). Aunque el parque tiene 17,18 hectáreas de superficie, la pasarela se celebró en la sala Hipóstila, entre sus 86 columnas estriadas.

La colección se inspiró en una de las características básicas del movimiento Modernista: las curvas. Los drapeados y formas orgánicas fueron las protagonistas en vestidos y faldas (globo). Hubo flecos, lunares, encajes y guiños como estampados inspirados en el trencadís, la aplicación ornamental de mosaico tan característica de Gaudí.

Un reportaje de EL PERIÓDICO

Textos:
Laura Estirado
Diseño:
Andrea Hermida-Carro
Coordinación:
Rafa Julve