JJOO París

¿Quién es Amélie Oudéa-Castera, la ministra francesa que ha besado a Macron?

El beso de la discordia: Macron y su ministra, protagonistas de un polémico beso

La ministra de Deportes besa a Macron.

La ministra de Deportes besa a Macron. / EFE

Lola Mandefuá

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La imagen ha corrido como la pólvora en Francia, traspasando fronteras digitales y encendiendo un debate que mezcla la política, el deporte y la moral en un cóctel explosivo. En ella, la ministra de Deporte francesa, Amélie Oudéa-Castéra, abraza efusivamente al presidente Emmanuel Macron tras la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de París. Su brazo rodea el cuello del mandatario, mientras su cabeza reposa sobre la de él. Un instante después, la ministra le planta un sonoro beso en la mejilla, manteniendo su brazo firmemente aferrado al de Macron.

La instantánea, cargada de una afectuosidad que muchos consideran fuera de lugar en un contexto institucional, ha desatado una ola de reacciones en las redes sociales. Los comentarios, mordaces y cargados de ironía, no se han hecho esperar: "Qué traviesa es Amélie Oudéa-Castéra", "preciosa referencia al público de la ceremonia con Brigitte detrás", "todos entendimos lo mismo", y "tiene debilidad por Amélie", son solo algunos ejemplos de la avalancha de opiniones que inundan la esfera digital francesa.

La prensa, por su parte, no ha permanecido ajena a la polémica. Mientras algunos medios se han limitado a calificar la escena como una muestra espontánea de "explosión de alegría" por el éxito de la ceremonia inaugural, otros apuntan a un calculado golpe de efecto de la ministra. "Oudéa-Castéra ciertamente sabe cómo hacer que la gente hable de ella", sentencian algunos analistas políticos, quienes recuerdan que la ministra no es ajena a la polémica.

Tormenta mediática por el colegio de sus hijos

Y es que la figura de Amélie Oudéa-Castéra está rodeada de un halo de polémica desde que, en un alarde de sinceridad mal calculada, justificara públicamente su decisión de matricular a sus tres hijos en un colegio privado católico, elitista y de corte conservador. La tormenta mediática que desató esta declaración, considerada un desprecio a la educación pública francesa, obligó a Macron a destituirla de su cargo como ministra de Educación apenas un mes después de su nombramiento. Sin embargo, la mantuvo al frente del Ministerio de Deportes, un puesto clave en el contexto de los Juegos Olímpicos de París.

En su rol como ministra de Deportes, Oudéa-Castéra se ha implicado de lleno en la organización del evento deportivo, protagonizando incluso algunos momentos singulares. El pasado 13 de julio, en un intento por acallar las críticas sobre la calidad del agua del Sena, la ministra no dudó en enfundarse un traje de neopreno y darse un chapuzón en el río a la altura del Puente de los Inválidos. Una acción que, al igual que el beso a Macron, ha generado ríos de tinta y ha vuelto a poner de manifiesto la habilidad de la ministra para acaparar la atención mediática.

El beso a Macron, en este contexto, se interpreta como un nuevo episodio de la estudiada estrategia de Oudéa-Castéra para mantenerse en el ojo público. Un gesto calculado para desviar la atención de las controversias pasadas y consolidar su imagen como una figura clave en el gobierno de Macron. Sin embargo, la polémica está servida, y solo el tiempo dirá si la osada estrategia de la ministra le saldrá a cuenta o, por el contrario, terminará por pasarle factura. Mientras tanto, la imagen del beso seguirá circulando por la red, alimentando un debate que trasciende lo deportivo y se adentra en lo más profundo de la sociedad francesa.