Eurocopa | Testigo directo

Francia carga contra el "terco" Deschamps y el "desaparecido" Mbappé

En Marsella, hasta la semifinal, los niños preferían a Kylian, pero tras la derrota se miran en el espejo de Lamine. Porque, como ha demostrado la resultadista selección francesa, en torneos cortos como la vida, lo importante no es competir, sino ganar

Kylian Mbappé, durante las semifinales de la Eurocopa entre España y Francia

Kylian Mbappé, durante las semifinales de la Eurocopa entre España y Francia / EFE | ALBERTO ESTÉVEZ

Denís Iglesias

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Marsella es la segunda ciudad más poblada de Francia. Desde el Port Vieux a La Castellane se distribuyen más de 860.000 habitantes, que en un alto porcentaje hunden sus raíces en África. No es un destino migrante reciente, al revés, ha sido un refugio desde que era conocida como Massalía, nombre con el que fundada por marineros focenses hacia el 600 a.C. Por eso el día en el que Francia se jugaba pasar a la final contra España se vive un cruce de sentimientos.

Los hay que siguen con fervor el duelo envueltos en la bandera francesa, pero muchos ven el partido enfundados en la camiseta del único club francés capaz de ganar la Champions, en 1993 (pero como si fuera ayer). El día después de la eliminación, Deschamps y Mbappé son los principales culpables para la prensa y los aficionados.

"Nuestra patria es el Olympique"

"Nuestra patria es el Olympique", se lee en uno de los múltiples murales que los ultras del equipo marsellés tienen por una ciudad que celebró el pase a semifinales aprovechando el fin de semana. Durante los 90 minutos que duró el partido contra España muchos siguieron su ritmo, ajenos a un duelo que se libraba en los bares. Ahí sí se cantaba la Marsellesa, el himno nacional de Francia cuya historia, no demasiada conocida fuera del país, encierra varias paradojas.

Ni se compuso en la ciudad mediterránea ni sus valores de partida eran los que consumaba la Revolución Francesa de 1789. Claude Joseph Rouget de Lisle, nacido en Estrasburgo, compuso un ‘Canto de guerra para el ejército del Rin’ que le encargó el mismísimo rey Luis XVI con motivo de un conflicto que mantuvo contra Austria. Varios revolucionarios que partieron de Marsella la popularizarían por todo un país que guillotinó al monarca al ritmo de una partitura que salvó a Rouget de Liste de correr el mismo destino. Monárquico convencido, se libró de la muerte por ser el autor de un himno usado en contra de sus intereses.

Deschamps, el más criticado por la eliminación

Marsella es, sirva la contradicción, una aldea gala en La Provenza. Es el único territorio de la región donde el Nuevo Frente Popular se impuso el domingo en la segunda vuelta de las Elecciones Legislativas. Con todo, el Rassemblement National pasó de un diputado a tres después de teñir de azul marino esta provincia histórica, donde hay una parte de la sociedad que ha reconectado con la realidad política de su país gracias a los mensajes de los ‘Bleus’.

Didier Deschamps, el hombre más criticado en la prensa francesa por la gestión de la Eurocopa, es la figura que aparece en las grandes fotos que decoran el exterior del Stade Vélodrome, casa del Olympique de Marsella. Fue el capitán de la única escuadra gala capaz de conseguir lo que el multimillonario PSG no ha logrado: levantar la Copa de Europa. Lo logró tras vencer al AC Milan precisamente en Múnich, donde la selección francesa cayó eliminada frente a España.

“Esta Eurocopa ha mostrado una quiebra ofensiva, agravada por el ocaso de Griezmann y Giroud, las dificultades de Mbappé, la terquedad de Deschamps limitando el tiempo de juego de Barcola y por la insuficiente técnica del medio del campo", resume ‘L’Equipe’ en una pieza que sirve de esquela para el equipo del ‘No Pasarán’.

Un mensaje que solo caló en las urnas, gracias a las llamadas a la participación de hombres como Mbappé, que, sin máscara, no pudo llegar a los Bleus a una final. El periódico regional ‘La Provence’ le pone un duro 2,5 sobre 10 de valoración. El mayor de los suspensos de la selección. "Metió un pase a Kolo Muani y desapareció de la circulación. Solo volvió a aparecer para hacerse un 'selfie' con un espontáneo. En vez de buscar el empate no paró de llevar el balón para atrás".

La añoranza por Zidane y el Mundial 98

El gran ídolo del ‘OM’ no es Deschamps. Nació en Marsella y es el que mejor representa su composición cultural: Zinedine Zidane, de origen argelino, la nacionalidad más representada en la ciudad. El líder de la generación que ganó el Mundial 98 con Francia como anfitrión y la Euro 2000. En los comercios de Le Panier, barrio donde se encuentra la Catedral de Marsella, se vende una camiseta con la 'Santa Trinidad Marsellesa': "Notre Dame de la Garde, Port Vieux et Zizou". En el primero de los monumentos de esta secuencia cuelgan dos camisetas de célebres exjugadores del equipo local: Dimitri Payet y Didier Drogba.

Son dos jugadores fuertemente vinculados con los valores de una institución que está a punto de desatar un terremoto. La gran noticia deportiva de estos días es el posible fichaje de Mason Greenwood, por el que el Olympique de Marsella pagaría más de 31 millones de euros. Se convertiría en el fichaje más caro de la historia del conjunto galo. El jugador del Manchester United viene de resurgir en el Getafe, club que le dio una segunda oportunidad tras ser acusado de intento de violación y agresión. Un juicio del que se libró porque se retiraron los cargos.

El traspaso ha llegado a la primera fila política. El socialista Benoît Payan, alcalde de Marsella, se ha opuesto públicamente a la llegada de Greenwood. “Su comportamiento es incalificable, inaceptable. Pegar a su mujer... Vi imágenes que me impactaron profundamente. Es indigno de un hombre y creo que no puede tener un lugar en este equipo”. Payan considera que el inglés es “lo contrario a los valores del Olympique, por lo que pido que no le contraten. No quiero que mi club se cubra de la vergüenza de alguien que pega a su mujer”.

Lamine Yamal, un ídolo internacional

En Marsella no importa el fútbol y sí el Olympique, una lógica de clubes que también afecta a España. Por lo tanto, solo el buen juego y los éxitos provocan el efecto arrastre. Solo dos de los ‘Bleus’ que cayeron en semifinales son nacidos en Marsella: Theo Hernández y Wesley Fofana, minoría frente a la mayoría absoluta parisina. Ninguno de los dos ha vestido la camiseta del conjunto marsellés, por lo que su papel como embajadores de la selección queda anulado. El jugador del Chelsea, hijo de padre costamarfileño y madre francesa, podría ejercer de enganche para las generaciones más jóvenes. Fofana es además un declarado seguidor del ‘OM’, que, sin embargo, nunca tuvo la oportunidad de vestir la camiseta de su club.

Lo que buscan precisamente los franceses criados en un país diferente al de sus padres o abuelos es una ventana de oportunidad. Y aquí se produce un enorme choque cultural. Mientras que algunos de los progenitores esperarían que sus hijos vistieran la camiseta de Francia o Argelia, sus descendientes miraban este miércoles de resaca por la eliminación el vídeo del gol de Lamine Yamal.

Un grupo se arremolina alrededor de un móvil en Porte d'Aix, el arco del triunfo que mandó construir Luis XVI. El ejemplo más contundente de la huella migratoria de Marsella, donde la ciudad se mueve revolucionada. El martes estos niños preferían a Mbappé, pero tras la derrota del nuevo jugador del Real Madrid se miran en el del FC Barcelona. Porque, como ha demostrado la resultadista selección francesa, en torneos cortos como la vida, lo importante no es competir, sino ganar.