'El despertar del mito'

Gala Dalí y la moda (II): los tesoros de alta costura de una artista con muchas caras aún por descubrir

El segundo capítulo del proyecto expositivo ideado por la Fundación Gala-Dalí y La Roca Village reúne en Girona las creaciones de Dior, Schiaparelli o Dessès que lució la misteriosa esposa del pintor. Su figura, en clave actual y empoderadora, también invade con pinturas las fachadas del centro comercial del Vallès Oriental

Gala Dalí y la moda (I): la forja una figura avanzada a su tiempo a través de sus vestidos centra una exposición en Girona

Gala, con el abrigo rojo Saint-Ouen (primavera-verano 1949) de Dior, junto a Dalí, en la terraza de Portlligat, en 1951.

Gala, con el abrigo rojo Saint-Ouen (primavera-verano 1949) de Dior, junto a Dalí, en la terraza de Portlligat, en 1951. / FUNDACIÓ GALA SALVADOR DALÍ / RICARDO SANS

Laura Estirado

Laura Estirado

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Se suele asociar el nombre de Gala con cuatro palabras: "la musa de Dalí". Pero, esa definición describe a una figura pasiva que para nada tiene que ver con el papel que de verdad ejerció la artista surrealista rusa Elena Ivánovna Diákonova -de la que este verano se cumplen 130 años de su nacimiento- sobre el genio ampurdanés desde que sus vidas se cruzaron en Cadaqués en 1929. Ella, entonces casada con el poeta francés Paul Éluard, viajó junto a René Magritte y Luis Buñuel hasta la Costa Brava para conocer al jovencísimo pintor que había colaborado con el cineasta en el corto surrealista 'Un perro andaluz'. Aunque distaba entre ellos más de una década, la mujer libre, culta y avanzada a su tiempo cautivó al artista, y nunca más separaron. Ni en lo personal, ni en lo profesional.

Es precisamente en este segundo plano, el del peso que tuvo Gala en la carrera del pintor, en el que incide y aporta un novedoso y luminoso foco el proyecto expositivo 'Gala Dalí. El despertar del mito' impulsado al alimón por la Fundación Gala-Dalí y La Roca Village. La idea es descubrir la poliédrica y fascinante personalidad de una artista con más caras de las que nos habían contado ("ambiciosa", "interesada", "manipuladora" y "mala madre" -sí, se desentendió de Cécile, la hija que tuvo con Éluard, pues detestaba la vida maternal- eran algunas bondades que le habían adjudicado algunos desde una óptica obtusa y misógina).

Mucho más que musa

"Con este proyecto queremos visibilizar a una persona que sí que dirige, que sí selecciona, que sí que proyecta y que tiene una acción... y que no es lo mismo que la imagen siempre de la eterna musa", explica Noelia Collado, directora de Contenidos del espacio comercial del Vallès Oriental, que ha comisariado el proyecto junto con Bea Crespo, que es la coordinadora del Centro de Estudios Dalinianos. A juicio de esta, "Gala hizo el papel de poli malo, la representante, la que se ocupaba de la compra-venta, y la que ponía orden... Una mujer poderosa y ambiciosa a la que se estigmatizó por ello".

El proyecto conjunto de la Fundació Gala-Dalí y La Roca se desarrolla simultáneamente en el Castillo de Púbol y en el Village, y explora todas estas facetas de Gala a través de la moda y el uso intelectual y artístico que hizo de ella. Tal como explicó Crespo cuando en marzo se inauguró el primer capítulo de la exposición, llamado 'Colección Primavera-Verano', "ella además de esposa, musa, también fue su representante y archivera, además de excelente relaciones públicas, pues dominaba el arte de atraer la atención en una inauguración, reunión o cóctel para que los medios hablaran de Dalí".

Ahora, la última morada de Gala (y donde reposan sus restos) acoge la segunda parte de la exposición, 'Colección de alta costura', que podrá visitarse hasta el 22 septiembre. La última entrega, 'Colección otoño-invierno', llegará al castillo en otoño, cerrando así el homenaje a su figura.

El rojo, color fetiche

Si en la primera entrega vimos piezas de Givenchy o Pierre Cardin, o la mítica (y ajada) camisa marinera de algodón con la que aparece en cuadros del genio, como el de 'Dalí de espaldas pintando a Gala vista de espaldas eternizada por seis córneas virtuales provisionalmente reflejadas en seis espejos verdaderos' (1972-1973), ahora se muestran ocho auténticas joyas de alta costura, donde el negro y el rojo (color fetiche de gala) son los auténticos protagonistas.

La selección permite hacer un recorrido por los grandes nombres de la historia de la moda, desde de Elsa Schiaparelli a Christian Dior, pasando por Jean Dessès y Cristóbal Balenciaga. Incluye también piezas sin etiqueta, ya que "la imagen de Gala va más allá de la marca: es el reflejo de una personalidad única y de un estilo genuino, atento a las tendencias estilísticas designadas por París y al mismo tiempo fiel a sí misma", recuerdan las comisarias, que además remarcan que Gala "construyó su armario durante toda su vida y usó los vestidos en múltiples ocasiones y a lo largo de las décadas, por eso ella misma fue adaptando vuelos y ensanchando las cinturas de algunas piezas".

Esto se ve claramente en el abrigo rojo de Christian Dior (1949) de línea 'trompe-l'oeil (el mismo que lleva Gala en la foto que abre este reportaje, junto a Dalí en la terraza de Portlligat, en 1951), al que la artista le dio más centímetros en el talle añadiendo una trabilla.

A principios de los años 30 del siglo pasado, en París, modistos, artistas, arquitectos e intelectuales se movían en los mismos círculos. Allí se encontraron y cruzaron afinidades un joven Christian Dior, aventurándose a ser galerista; Elsa Schiaparelli, experimentando con el surrealismo, y Gala, vislumbrando espacios

de oportunidad para que la obra de Salvador Dalí abrazara nuevas formas de expresión.

Visionaria y práctica

Así, Gala, una mujer visionaria y práctica, dejó la sobriedad y el estilo andrógino de Chanel y lo cambió por el exceso excéntrico de Schiaparelli. ¡Qué mejor forma, además, de hacer publicidad de la colaboración de Dalí con la 'couturière' italiana. En Púbol no está aquel famoso 'Sombrero-zapato' que alumbraron ambos, pero sí una preciosa chaqueta negra entallada con incrustaciones metálicas datada en 1936, anticipadora tres décadas antes de los famosos vestidos metálicos de Paco Rabanne.

Después, durante su etapa americana, Gala mutó de nuevo y se dio al New Look de Dior, es decir al encorsetamiento (público) de una silueta que representa el regreso a la feminidad clásica. Porque Dior, como Dalí, dibujaba mujeres-flor. Y cuando volvieron a Europa después de la guerra, Gala se vistió de flor con trajes como el Musée du Louvre (1949), pieza protagónica de esta exposición, junto con el vestido drapeado rojo de Jean Dessès (1956), que la rusa lució en múltiples acciones del artista (desde el filme 'Autoportrait mou de Salvador Dalí' (1966), de Jean-Christophe Averty, hasta en infinidad de veladas de fin de año).

Gala, bajo la mirada de la joven pintora Carla Fuentes, en una de las obras que adornan las fachadas de La Roca Village.

Gala, bajo la mirada de la joven pintora Carla Fuentes, en una de las obras que adornan las fachadas de La Roca Village. / LA ROCA VILLAGE

El programa expositivo no acaba aquí, pues se propone al visitante una actualización de Gala a través de la mirada de la pintora Carla Fuentes y el fotógrafo Jordi Bernadó. Este viaje de descubrimiento que comienza en el Castillo de Púbol -sede de la colección de moda, pero también de una serie de seis fotografías de Bernadó que retratan esos trajes en varias estancias de la villa medieval- continúa luego en La Roca Village, donde la obra de Fuentes invade las fachadas del centro con una mirada fresca y desenfadada sobre la personalidad indómita de Gala, retratada como una mujer poderosa que se hace selfis o se sienta en un trono de Venus para leer su inmensa biblioteca de libros de poesía.

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