"¿Viaje frustrado?"

Acababa de llegar, lo había conseguido, cruzó la raya imaginaria y por fin estaba en el lado amable de la realidad. Ahora todo sería más fácil, veía su nuevo horizonte como individuo único, luchador, competitivo y triunfal. Olvidó el esfuerzo solidario que le había dado la oportunidad de llegar hasta allí, y se sintió diferente, más capaz que sus semejantes, que se habían quedado atrás, esperando su ayuda.

Su primera acción fue besar la tierra que pisaba, creyó que ese gesto de compromiso era suficiente. Al levantar la vista, la llegada súbita de los uniformes, las altas botas de cuero y el caucho recalentado de las rudas del vehículo patrulla le llenaron la boca y la nariz de polvo seco, y le devolvieron a la realidad. Todo había acabado al día siguiente, ya no estaría en aquel país.

La vuelta significó un fracaso solo para él, la comunidad se lo agradeció, con su esfuerzo y valor les había enseñado a cruzar la frontera de otra forma. Comenzaron los viajes de ida y vuelta, primero de individuos y luego de grupos, hasta que el intercambio cotidiano enjugó las diferencias e hizo inútiles las vallas que separaban los dos mundos.