"Solo y con sobrecarga"

Estar solo es un sentimiento que cala hondo, un vacío que parece inquebrantable. Pero cuando a esa soledad se le suma el peso de sentirte atrapado en un cuerpo que no te gusta, la carga se vuelve doblemente difícil de soportar.

Siempre he sido una persona solitaria, alguien que por circunstancias de la vida se ha acostumbrado a la compañía del silencio. Pero, con el paso del tiempo, mi cuerpo comenzó a reflejar la misma soledad que sentía por dentro. Comencé a comer para llenar esos vacíos que las palabras no podían llenar. La comida se convirtió en mi compañía, un refugio temporal que solo dejaba tras de sí más soledad y una sensación creciente de desesperanza.

Me miro al espejo y lo que veo no es solo un cuerpo grande, sino un reflejo de mi aislamiento. La sociedad tiene una manera cruel de señalar la diferencia, y ser gordo en un mundo que idolatra la delgadez solo aumenta esa soledad. Las miradas de juicio, los comentarios que se disfrazan de preocupación, todo se suma a esa sensación de que no solo estás solo, sino que tu apariencia es una barrera más entre tú y el resto del mundo.

Lo más doloroso de todo es que esta soledad es circular. Me siento solo porque me veo gordo, y al sentirme solo, busco consuelo en la comida, perpetuando un ciclo del que es difícil escapar. Es un círculo vicioso que me ata a una realidad de la que no sé cómo salir.

Sin embargo, escribir esto es mi primer paso. Es un grito en el vacío, una manera de romper el silencio que rodea la experiencia de sentirse solo y gordo. No sé si esto traerá un cambio, pero es un comienzo, una forma de admitir que detrás de este cuerpo y esta soledad hay una persona que aún busca esperanza. Tal vez, al compartir estas palabras, encuentre un poco de la conexión que tanto anhelo, y quizás, otros que se sienten como yo, descubran que no están tan solos.