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"Hay personas que nunca entenderán la relación entre esfuerzo y compensación"

Alumnos haciendo clase un instituto de Lleida.

Alumnos haciendo clase un instituto de Lleida. / Jordi V. Pou

He leído en la prensa una noticia sobre cuatro opositoras suspendidas que pedían clemencia al Tribunal. No les parecía que incumplir la resolución y las instrucciones de la convocatoria fuese razón suficiente para suspender.

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Cuando yo era profesora de Secundaria, nos encontrábamos alumnos con mal comportamiento y/o un nivel de rendimiento bajo. En junio había que evaluar a esos chicos, que podían haber suspendido dos asignaturas o hasta diez. Curiosamente, algunos profesores integrantes de la Junta de evaluación encontraban intrascendente el número de suspensos. A menudo saltaba el profe condescendiente-colega-iluminado que soltaba la frase poética de moda: "Ya le suspenderá la vida". En ocasiones, la frase podía contener un cierto grado de hipocresía, porque lo que esa compasión paternalista escondía era el deseo del profesor de no tropezarse con aquel alumno conflictivo -léase "elemento"- el curso siguiente en el mismo nivel.

Bien, pues tal vez hay muchachos de aquellos a quienes después la vida les debería haber suspendido en Bachillerato y no lo hizo (tendría otros criterios, la vida), o en la Universidad, y tampoco lo hizo (tal vez entonces la vida estaba despistada). En definitiva, habrá personas que nunca se habrán esforzado lo suficiente pero siempre han aprobado, y no han acabado de comprender la relación entre esfuerzo y compensación.

Quizás eso les haya ocurrido a esas opositoras, o quizás no. Quizás no recibieron un trato absolutamente idéntico a los demás. Pero el caso es que se sienten incluso maltratadas: tanto es así que aparecen en una foto vestidas con camisetas de presa con su número impreso en el pecho y llevando en las manos esposas y cadenas.

Lamentablemente, la vida tampoco suspende a los profesores que no asumimos nuestra responsabilidad.

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