"Nadie está a salvo de la violencia, ni de la muerte, ni del conflicto"

A principios de junio, murió una mujer más joven que yo, nacida en el año 1991. Se precipitó desde una ventana de la quinta planta de un edificio cerca del metro Maragall. Se ha especulado mucho acerca de su muerte. He leído en la prensa que los vecinos vieron a Nastya, la víctima, discutir con un hombre de forma apasionada la noche de su muerte. Dicen que los vecinos vieron al hombre abandonar el edificio, mientras Nastya se encontraba en el suelo.

Lo que a mí me importa es visibilizar la muerte de esta joven. ¿Fue asesinada o fue un caso de suicidio? No lo sabemos. Aunque es muy probable que haya sido un feminicidio. Dejemos que los Mossos encuentren al culpable. Lo que a mí me interesa es visibilizar la existencia de la muerte y que puede llegar en cualquier momento.

Lo que me interesa es que se sepa lo importante que son las relaciones interpersonales, especialmente con las personas con quienes comparto mi piso. Muchas veces, si no cuido mi relación de amistad con los seres con quienes por una u otra razón tengo que convivir, las cosas pueden acabar mal. Y este suceso a principios de junio tiene que ser un detonante de cambio. Un suceso trágico del que aprender. Tampoco me gustaría que la muerte de Nastya fuera olvidada.

Desde fuera, las personas vienen a Europa para vivir dignamente. Creen que en Europa hay dignidad. Creen que el estrés y el horror no existen. Pero la muerte de la joven Nastya ilustra que la tragedia no se encuentra fuera de Europa.

Lo que deberíamos hacer ahora es reflexionar. Empezar a apreciar a las personas que nos rodean. Rectificar los errores del pasado. "Rectificar es de sabios". Si este suceso no es un ejemplo de lo frágil y vulnerable que es la vida, no sé cuál es entonces. Nadie está a salvo de la violencia. Nadie está a salvo de la muerte. Nadie está a salvo del conflicto.