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Alguien dijo que la puntualidad era la cortesía de los reyes.Qué lejos de la cortesía me parece el pensamiento de Raquel Aguilar ('Llegar tarde me hace sentir humana', publicada el 1 de noviembre). Dice que también ella podría ser puntual pero que no siéndolo se manifiesta como un ser humano que aún tiene alma; que ser puntual es 'no ser' y que no serlo es bueno porque es no ceñirse a lo preestablecido.¿Y qué hay de bueno en todo eso aparte de mostrar un sentimiento egoísta? ¿Y qué hay del respeto hacia los demás? Yo detesto a los ladrones del tiempo ajeno. Y aunque en momentos de mi vida estuve obligado a esperar a menudo a esos inconsiderados que se permitían robarme pedazos de mi tiempo, espacios de mi vida, actualmente, a mis 80 años, no acepto esperar más de cinco minutos a ese que llega tarde para sentirse más humano y más libre.