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Ilusión contra inmovilismo: hay que cambiar la ley electoral
Las elecciones generales celebradas en España han dejado un horizonte de cambios y nuevos objetivos que pretenden entrar por la puerta grande en la agenda política de nuestro país. Somos muchos los ciudadanos que, en las próximas semanas, invertiremos parte de nuestra dialéctica en debatir y opinar sobre la proporcionalidad de la ley electoral, qué modificaciones serían más justas y que impactos podrían tener estas en la gobernabilidad de nuestros país.
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Todos somos conscientes de que España es un país de naturaleza plural, donde diversas naciones y culturas se encuentran y conviven bajo un objetivo de país difuso y en muchas ocasiones poco esperanzador para el conjunto de los ciudadanos. Ante dicha realidad, algunos españoles opinamos que una mayor proporcionalidad en el sistema de traducción de votos a escaños sería aquello más justo y beneficioso para una convivencia de la pluralidad con mayor calidad.
Para construir un nuevo Estado, necesitamos la participación de todas las partes, y debemos fomentarla ofreciendo mayor equidad entre las oportunidades de incidir y, por tanto, decidir. La nueva política debe romper las barreras construidas por la transición democrática que ha secuestrado, legislatura tras legislatura, la capacidad de incidir en el sistema político de una gran parte de la ciudadanía que ve menguado un derecho que la constitución les otorga.
Aun contando con un optimismo creciente tras unas elecciones generales cargadas de emoción, ilusión y participación, debemos ser realistas y conscientes del inmovilismo que llevaran a cabo los dos grandes partidos de este país ante una reforma de la ley electoral que podría disminuir su poder en las instituciones. Caminante no hay camino, se hace camino al andar.