"Los que no ganaron"

Una mujer llorando / 123RF

Los que no ganaron. Los que se quedaron a las puertas. Los que no llegaron ni a entrar. Los que creyeron hasta el final. Los que cayeron hasta el final. Los que perdieron hasta las ganas. Los que cedieron la plaza. Los que no dieron la talla. Los que tiraron la toalla. Los que rompieron a llorar. Los que partieron los registros. Los que hicieron la peor marca. Los que se batieron el cobre y no llegaron al bronce. Los que hicieron carrera y no obtuvieron diploma. Los que apagaron la llama. Los que se marcaron en contra. Los que tropezaron sin valla. Los que se quedaron en la red. Los que se soltaron sin red. Los que simplemente no saltaron. Los que fueron anulados. Los que no fueron aplaudidos. Los que no fueron portada. Los que fueron titulares sin titular. Los que fueron paralímpicos y se quedaron en segundo plano. Los que no dieron la campanada. Los que mordieron el polvo. Los que volvieron a perder.

Esos, los que no ganaron, son los que mañana lo volverán a intentar. Esas y esos. En la oficina, en la puerta de al lado, detrás del mostrador, delante de ti. Atletas cotidianos sin ficha ni 'coaching' que, día tras día, se vestirán de paisano para lograr otra marca personal que jamás aparecerá en ningún periódico, en ninguna televisión, en ninguna entrevista. Gimnastas sin malla ni tapiz y con la rutina de no alcanzar la nota mínima para pasar otra vez de fase. Gente clasificada para la siguiente maza. Personas que romperán registros en madrugones, en logística doméstica, en pruebas diagnósticas, en horas extras, en días sin horas. En noches de hospital. Hombres y mujeres que volverán a sucumbir, porque ganar solo lo hacen unos pocos. Y ganar no es para siempre. Esos, los que no ganaron. Esos como tú, esas como yo. Esos, los que ya han aprendido eternamente a perder. Esos, los errantes del Olimpo. Esos, los Campeones.