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Economía en desorden

La economía está perdida, no sabe lo que tiene que hacer, se ha estropeado. El mundo está inmerso en una concatenación de hechos que no sabe resolver

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Liz Truss durante su discurso de renuncia.

Liz Truss durante su discurso de renuncia. / EFE

Lo que ha pasado en Londres esta semana es un indicador que muestra que la economía está perdida, que no sabe lo que tiene que hacer, que se ha estropeado. Que una primera ministra dure 45 días en el Gobierno, la mitad de los cuales los dedicó al protocolo del entierro de la reina Isabell II, ya dice mucho de lo que ha pasado. La parte más importante, en cambio, es que empezó a trabajar con la intención de aplicar un cambio radical en la economía. Liz Truss quería que la economía británica creciera con fuerza. Para hacerlo intentó aplicar aquello de «más madera, que es la guerra», más gasolina al fuego.

Es un episodio importante, porque muestra como el 'statu quo' financiero no acaba de entender lo que le pasa en el mundo. El economista Jorge Fabra decía esta semana que la subida del 8,5% sobre las pensiones no sería inflacionaria, según él porque los pensionistas no producen bienes ni servicios y, por lo tanto, no harán subir los productos en los que trabajarían. En mi opinión, la inflación se debe a un desequilibrio entre la oferta y la demanda, y los pensionistas son una parte importante de la demanda, hecho por el cual, si no disminuye la demanda, la inflación continuará desbocada.

Esto es lo que no entendieron en Londres. El mundo está inmerso en una concatenación de hechos que no sabe resolver: la pandemia frenó en seco la globalización, el cierre de las centrales de carbón aumentó la demanda de gas hasta niveles difíciles de alcanzar, la inyección de dinero a los sistemas dólar, euro y yuan fue excesiva, aumentando la demanda mundial, la guerra de Ucrania ha afectado el suministro básico de gas a Europa y ha encarecido la producción mundial de cereales... Resolver esta ecuación compleja no se puede hacer bajando impuestos a las rentas más altas, creando más déficit público y más deuda pública. El mismo mercado financiero, al que iba dirigida la medida de bajar impuestos, le dijo que aquello no era posible, que la acción no acabaría bien.

Salir del callejón sin salida donde se encuentra la economía mundial no será fácil y requerirá un nuevo modelo. Cualquier medida que se ha aplicado desde 1980 ha sido siempre aportar más dinero a los mercados para posibilitar que la demanda crezca. Pero ahora, por primera vez desde 1979, lo que hace falta es que la demanda baje para encontrar un nuevo equilibrio con la oferta. En 1979 aquello duró hasta 1986, un periodo más largo que los ciclos electorales. Y, está claro, los políticos no aceptan que su mandato sea restrictivo en consumo de productos y servicios, que tengan que recortar prestaciones sociales, que tengan que aumentar las partidas a ayudar a las familias que no llegan a cubrir sus necesidades básicas...

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El otro problema grave que tiene la economía en este momento, aparte de que la élite económica se ha hecho un lío en nuevas soluciones, es la exagerada volatilidad de la economía. Sabemos que tenemos que hacer la transición energética y que tenemos que disminuir la extracción de recursos, en Catalunya desde 100 millones de toneladas hasta 49 millones. Esto solo se puede hacer disminuyendo la demanda e invirtiendo en nuevos procesos que permitan la transformación. Pues bien, para hacer inversiones se necesitan señales claras para hacer posible el cambio de productos, de maquinaria o de proceso. Por ejemplo, para sustituir el calor del gas natural se puede invertir en la producción de biogás, de syngas, con gases calientes, con hidrógeno o con resistencias eléctricas. Cualquiera de estas soluciones tienen valores de inversión que se tienen que amortizar. Las inversiones, aunque a alguien no le parezca, se tienen que devolver con intereses. Si una de estas inversiones en la fabricación de un determinado producto obtiene un calor más caro que el gas natural, tiene el riesgo de acabar en quiebra, por el hecho de que el resto del mercado no lo habrá hecho.

Hoy, el precio del gas natural ha dejado de ser una señal. A ver, ¿qué precio tenemos que coger de referencia de gas, el de 339 €/MWh que había el 28 de agosto pasado? ¿O el de 5,8 €/MWh, que había en julio de 2019? En el último año hemos tenido un precio mínimo de 64 €/MWh el 30 de octubre 2021, picos de 178 en diciembre 2021, de 225 en marzo 2022, y de 339 en agosto de 2022. En este periodo de un año hemos tenido una base de aproximadamente 80 €/MWh, a la que parece que se dirige el precio de ahora. Pero nadie tiene claro que el precio no acabe como el de hoy, a 41 €/MWh o muy inferior, por ejemplo a 30, si viene de EEUU. Con esta incertidumbre, ¿cómo se puede hacer una inversión para sustituir el gas? A principios de los años 80 vi cómo algunos industriales habían sustituido las calderas de fuel por calderas de carbón y de biomasa. Cuando era hora de ponerlas en marcha, el precio del petróleo había bajado y no las pusieron en marcha.

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He comentado a Mar Reguant, la máxima especialista en Catalunya en CO₂, la razón por la que la UE puso los derechos ETS de CO2 en el mercado financiero, con tanta variabilidad que tampoco hace de señal adecuada para las inversiones. Porque si fuera fijo sería equiparable a un impuesto, y esto la élite económica no lo quiere, me dijo. El viernes, el canciller alemán admitió que hay que actuar para disminuir la volatilidad de los mercados, pero sin dictar un precio fijo del gas mundial, dijo. Estoy seguro que hay que aprender a regular mejor los mercados, sacándoles la volatilidad para hacerlos más transparentes y previsibles. Mar me explicó que al mercado de California empezaron a aplicar un cap y un 'floor' (un suelo y un techo) al mercado de CO₂ y, poco a poco, fueron acercando los dos límites, hasta que al final fue como un precio fijo. Es un ejemplo de cómo se puede hacer.

Regular mercados, sacar dinero del sistema que va a la demanda, pensar nuevas formas de financiación para la nueva economía del coche eléctrico, de la rehabilitación de viviendas, y para las fuentes renovables, tendría que ser la base del nuevo modelo de la economía. Pensar que podemos hacer mucho más de lo mismo, la economía del 'Business as Usual' (lo que hemos hecho siempre) es un error que ha podido vivir en su propia piel Liz Truss. Habrá que pensar diferente para resolver el desorden antes de que nos lleve a un colapso.