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Sí, quiero que adoctrinéis a mi hijo en el cole

Enseñar nutrición a los niños y las niñas no es inculcarles ideas o creencias. Es que aprendan ciencia y ganen en salud. Pero la extrema derecha enarbola la bandera del chuletón y se arma un circo

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Un niño, frente a un plato de pasta en el comedor de su colegio.

Un niño, frente a un plato de pasta en el comedor de su colegio. / Ángel García

Adoctrinar es, según la RAE, inculcar a alguien ideas o creencias. La diferencia con enseñar ciencia y hechos (no opiniones) es abismal. Las creencias se inculcan. La ciencia, se aprende y se enseña. En temas de educación, la extrema derecha nos ofrece momentos que si no fueran tan tristes serían para echarnos a reír. Esta semana, en la Asamblea de Madrid, la diputada Gádor Joya (Vox) acusó a la bancada de la izquierda (PSOE y Más Madrid) de "generar un problema mezclando educación y comida". A juicio de la política, si en algún momento los partidos de izquierda ganan las elecciones autonómicas, entrarían sin piedad en las escuelas para “adoctrinar a los niños en el veganismo” y terminarían examinándoles de qué alimentos son buenos y cuáles no. Gádor Joya es madre de tres hijos, doctora en Medicina y especialista en Pediatría y Neonatología. Al menos, eso dice la página del partido al que pertenece.

Ante argumentos así, dan ganas de responder: “Sí, quiero que adoctrinen a mi hijo en el colegio”.

Qué pena que solo tengamos circos políticos y no debates serios. Qué pena que no se pueda hablar con rigor sobre un asunto tan importante como la nutrición de los niños y las niñas. 

En el fragor del debate, Gádor Joya aseguraba que "hay padres que reclaman chuletones en el colegio de sus hijos" y la respuesta era que no. La diputada añadió que "hay niños que llegan llorando a casa porque no quieren comer carne y que sufran los animales".

Con los debates políticos, la gente de la calle tiene la molesta sensación de que muchos parlamentarios mienten descaradamente. Nunca ofrecen cifras para respaldar sus argumentos. Y si las dan, todo apunta a que se las inventan.

Gádor Joya podía haber planteado alguna idea para reducir el sobrepeso infantil y cómo hacer algo tan importante como desterrar el azúcar de las dietas infantiles (empezando, por ejemplo, por algo tan sencillo como sustituir los yogures de sabores por naturales). La diputada podía haber mencionado que el 70% de las cantinas escolares (Catalunya es una sana excepción) están en manos de grandes empresas de cáterin cuyo objetivo prioritario es el precio y no la calidad, como denuncia desde hace tiempo Justicia Alimentaria, asociación que promueve un cambio en el sistema agroalimentario.

El comedor escolar debe ser parte del proyecto educativo. Deben ser espacios en los que se fomente la salud, los buenos hábitos alimentarios y el cuidado del medio ambiente de la mano de productos locales y de temporada.

En los últimos años, los españoles han reducido el consumo de carne, que pasó 39 kilos por persona al año (datos de 2010) a 33 kilos (2019). Hablando exclusivamente de carne roja, el Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer recomienda no consumir más de tres raciones a la semana (unos 300 gramos). Sin embargo, en opinión del dietista nutricionista Julio Basulto y el experto en alimentación humana Juanjo Cáceres -autores de 'Dieta y Cáncer'- un consumo máximo de dos raciones semanales de carne roja es “una cifra sensata” y añaden que “no se observan perjuicios” por no consumirla.

La carne aporta proteínas, minerales (hierro y fósforo) y vitaminas, sobre todo del grupo B. “Pero es probable que un alto consumo aumente el riesgo de sufrir diferentes patologías, como enfermedades cardiovasculares y cáncer colorrectal”, explica el doctor en Ciencia y Tecnología de los Alimentos Miguel Ángel Lurueña en 'Que no te líen con la comida'. El divulgador científico añade que si hablamos de carnes procesadas (fiambres, salchichas…) la relación con esas patologías es más contundente.

“La proteína de origen animal tiene una huella ambiental y climática muy grande. No todos nos tenemos que hacer vegetarianos, pero reducir un poco la cantidad de proteínas de origen animal contribuye”, explica Fernando Valladares, científico del CSIC y profesor asociado de la universidad Rey Juan Carlos (Madrid).

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La diputada Gádor Joya no mencionó ninguna institución sanitaria, ningún estudio científico, ningún libro de divulgación, ningún artículo en una revista internacional. La política -ahí es nada- solo acusó a sus contrincantes políticos de adoctrinar en el veganismo y prohibir los chuletones en los comedores escolares. 

Aconsejar unos menús saludables escolares no es adoctrinar en el veganismo. Reducir el consumo de carne por la salud propia y por la del planeta no es prohibir los filetes. El circo es tan agotador, que te te dan ganas de decir: "Sí, quiero que adoctrinen a mi hijo en el comedor del cole".  

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