Artículo de Joan Vila Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Entender + la economía | Tormenta de verano
El calentamiento de la economía se debe a una mala actuación de los bancos centrales de los bloques económicos que decidieron actuar de forma política, inyectando sumas de dinero disparatadas al sistema para salir rápidamente de la parada de la pandemia
Nubes de tormenta en Barcelona /
El final del verano está siendo violento. Por un lado, las elevadas temperaturas que hemos sufrido los últimos meses han calentado el mar y el suelo de forma excepcional. Cuando llega el final de agosto nos visitan frentes fríos, masas de aire frío en altura. Calor abajo y frío arriba crean un gradiente energético muy fuerte. Los meteorólogos cuantifican este fenómeno como CAPE (energía potencial convectiva disponible), de forma que, cuando escribo esto, el CAPE es de 1014 J/kg, lo cual representa la energía de una burbuja de aire que asciende. A más temperatura, más energía de convección y más arriba puede subir el aire que tenemos en superficie. Entonces se generan potentes nubes de tormenta que pueden producir granizo y acabar con piedra. A medida que la ascensión es más pronunciada, estos días hasta 20 km. de altura, el aire tiene más tiempo para aglomerar los granos de granizo, configurando pelotas de hielo, mucho más grandes cuanta más fuerza de sostén tiene el vórtice convectivo, manteniendo el proceso de aglomeración de granos de hielo. Y así llegamos a los efectos como el que sufrieron en La Bisbal, un fenómeno que desgraciadamente se puede repetir más a menudo.
La otra acción violenta de este final de verano es el batacazo que han recibido los responsables económicos cuando han llegado de vacaciones, de su relax y de las tertulias sobre el sexo de los ángeles. De golpe, han visto cómo el precio del gas a mitad de agosto se había disparado desde 200 hasta 313 €/MWh, mientras que el precio de la electricidad en el mismo periodo ha pasado desde 271 hasta 476 €/MWh. La actividad industrial al empezar el mes de septiembre ha caído de golpe, tanto los pedidos como la predisposición a fabricar con márgenes negativos por culpa de los elevados precios de la energía. Grandes empresas han empezado a cerrar producción y a hacer expedientes de plantilla a la espera de que en negociaciones bilaterales con las compañías energéticas encuentren un compromiso para devolver en la rentabilidad de las fabricaciones. Los políticos europeos se han visto forzados a convocar una reunión monográfica para resolver el precio de la energía para el viernes día 9 de septiembre. Entre las medidas que quieren introducir hay la de poner un precio máximo en las tecnologías inframarginales (las que no implican combustibles fósiles). Hace tiempo que vamos diciendo que este precio podría ser de 50 €/MWh, hecho que haría bajar el precio total desde 457 hasta 330 €/MWh aproximadamente, una mejora del 28%. Pero la sugerencia que coge fuerza es que la diferencia entre una fórmula y otra la ingresen los gobiernos de cada Estado como si fuera un impuesto a los beneficios caídos del cielo, dejando (¡ay madre!) que los respectivos gobiernos las distribuyan a su criterio en la economía. Esto se hace para no financiar gratuitamente a países terceros, como es el caso de España con Francia y Marruecos. Pero habrá que ver hasta dónde llega la mano demagógica de los políticos españoles a la hora de aplicar este retorno.
El batacazo económico es consecuencia de un calentamiento parecido al de la meteorología, también debida a la intervención del hombre. El calentamiento de la economía se debe a una mala actuación de los bancos centrales de los bloques económicos que decidieron actuar de forma política, inyectando sumas de dinero disparatadas al sistema para salir rápidamente del parón de la pandemia. Los responsables nos iban diciendo que era fruto del ahorro que habían hecho las familias durante la pandemia, cuando el problema era que no habían hecho acto de su independencia y se habían dejado llevar por sentimientos e impulsos personales, cosa que no tiene que hacer nunca un banco central. El calentamiento de la economía global ha tenido como efectos un aumento de la demanda que la oferta mundial no ha podido satisfacer, sea de gas, de tráfico marítimo, de chips, de celulosa, o de cualquier otra materia prima. A esto se ha añadido el colapso de la generación nuclear francesa, con más de la mitad de los reactores parados. Finalmente, Putin ha visto el momento oportuno para invadir Ucrania y agregar la máxima tensión a la economía global.
Entretodos
¿Cómo se resuelve un calentamiento? Enfriando, no hay más soluciones. Y esto es lo que todo el mundo se ha encontrado esta semana llegando de vacaciones. Hace falta que se enfríe el aire para acabar con los riesgos, tal como pasa con el CAPE.
Aumentar los tipos de interés es la primera medida de cualquier banquero central, hace que la gente ahorre más, consuma menos, e invierta menos, porque todo es más caro. Pero si acabamos de decir que el problema es que la oferta, el sistema de producción, no puede satisfacer la demanda, altos tipos de interés no facilitan nuevas inversiones en el sistema productivo. En otras palabras, si tenemos que invertir en tecnologías renovables para sustituir el gas y el carbón, una subida generalizada y universal de tipos frena estas inversiones. Los responsables de los bancos centrales tendrían que sacar el bisturí, subir los tipos de interés generales, pero crear líneas de liquidez especiales para las inversiones enfocadas a la transición energética. Habría que decir a los políticos: dejad de invertir en cemento, en calles y carreteras, invertid en ahorro energético, en puntos de carga para coches eléctricos, impulsad fábricas de chips y de baterías, fomentads la generación renovable fotovoltaica y eólica, ayudad a constituir centrales de biogás con residuos ganaderos y alimentarios, ayudad a crear biomasa para sustituir combustibles fósiles... daos cuenta que la gravedad exige sacar el palillo de la boca como si la tertulia continuara. Dicho esto, soy consciente de que en algunas administraciones este discurso resulta más difícil de comprender que una canción de Rosalía –su idiosincrasia y sus protocolos les impiden hacer nada. Es hora de arremangarse porque el enfriamiento será duro. Podemos llegar a pasar frío, literalmente.
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