Entender + las relaciones y la sexualidad

El sexo no es un examen

Hemos crecido aprendiendo un único modelo de cómo tiene que ser la sexualidad y cómo tienen que funcionar las relaciones sexuales compartidas. Y el modelo que hemos aprendido es coitocentrista, falocentrista y orgasmocentrista

Sexo en pareja.

Sexo en pareja.

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Elena Crespi Asensio
Elena Crespi Asensio

Psicóloga especializada en sexualidad.

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No hay una manera única y correcta de tener relaciones sexuales. Cada persona es un mundo y dentro de cada mundo hay una vivencia única de la sexualidad. Cuando alguien decide compartir su sexualidad con otras personas se crea una combinación única. Parece evidente, ¿verdad? Pues hemos crecido aprendiendo un único modelo de cómo tiene que ser la sexualidad y cómo tienen que funcionar las relaciones sexuales compartidas. Y el modelo que hemos aprendido es coitocentrista, falocentrista y orgasmocentrista. En resumen, podemos decir que el modelo es ma-chis-ta. Y a pesar de que este único referente tiene el placer masculino como eje central, también es un modelo que encarcela y dificulta poder disfrutar de manera amplia de la sexualidad.

Me explico: para muchos hombres, educados para ser 'hombres', el momento de la relación sexual es cuando tienen que estar a la altura, cuando tienen que demostrar que son buenos sexualmente, que no son unos blandengues. Y quizás hay hombres a quienes no les importa si lo 'hacen bien' o no, sencillamente tienen sexo para conseguir su propio placer y ya no les importa nada más. Pronto hablaremos de este egocentrismo sexual pero será otro día. Para otros hombres, el sexo se convierte en una especie de examen donde tienen que demostrar todo lo que saben hacer. Y el modelo que han aprendido sobre “cómo se tiene que tener sexo” deja claro que:

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• Tienen que tener una erección que no puede bajarse nunca

• Tienen que querer hacer penetración porque es lo más importante (ya sea oral, vaginal o anal)

• Tienen que tener un orgasmo en el momento justo, ni demasiado temprano ni demasiado tarde

• Tienen que quedar agotados después de orgasmar y eyacular y entonces se acaba la relación sexual compartida

Por lo tanto, muchos hombres tienen la presión para tener una erección que no se baje bajo ninguna circunstancia, tienen que buscar la penetración sí o sí, tienen que hacer algunas embestidas y eyacular espectacularmente y, si lo consiguen, ya se ha acabado la relación sexual. Todo ello se convierte en un dolor de cabeza porque algunos hombres están sufriendo por si tendrán una buena erección que les permita tener penetración y por si aguantarán suficiente tiempo para poder orgasmar al cabo de un rato, pero sin estar demasiado tiempo. Sobre todo, lo que es más importante es que no se orgasme antes de la penetración, justo en el momento de penetrar o al cabo de poco de hacerlo. Como si solo hubiera esta manera de jugar y se tuviera que hacer siguiendo todos estos pasos y, si no, no eres un buen jugador.

Esto hace que muchos chicos y hombres tengan angustia, preocupándose de si les irá bien o no la relación sexual. Otros que mientras tienen sexo compartido están todo el rato evaluando si lo están haciendo lo bastante bien o no. Otros que limitarán sus contactos sexuales compartidos por miedo a no estar a la altura de lo que se espera de ellos… Y es que los modelos que tenemos no son muy variados ni esperanzadores. En las películas, cuando hay escenas de sexo, siempre suelen ser de una pareja cisheterosexual que se dan cuatro besos, se magrean un poco y ya se están bajando los pantalones y la ropa interior para tener penetración, cinco embestidas y orgasman ambos por arte de magia. Y si la realidad de las relaciones sexuales compartidas solo fuera esto, sería muy pobre. Primero, porque esta manera de jugar a menudo garantiza solo el placer de quien tiene pene y sigue un patrón lineal: erección, penetración, orgasmo y ya está. Y segundo, porque el juego sexual es mucho más diverso que este pim pam.

Cuando este es el gran referente de las relaciones sexuales (que solo encaja con un porcentaje de los hombres) y nos damos cuenta de que el sexo compartido puede funcionar de otras muchas maneras y que esta puede ser la menos placentera para todo el mundo, llegan las inseguridades: “quizás no sé lo suficiente”, “no estoy a la altura”, “si ella no se lo pasa bien es porque no duro bastante”, “si ella no disfruta es porque no tengo una súper erección”… Y aquí se mezclan dos cosas:

• Ser un buen amante o no (que solo se mide en si se tiene una buena erección o no, para poder penetrar y eyacular)

• Ser capaz de dar placer a la pareja (cuando es ella quien tiene la capacidad de proporcionarse placer)

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¿Te imaginas estar siempre pendiente de estas dos cosas, cuando quieres tener relaciones sexuales? Qué sufrimiento… La sexualidad compartida tendría que ser diversión, comunicación, aprendizaje mutuo, diversidad… y no pensar en si lo haces bien o no o en si serás capaz de dar orgasmos a tu pareja (para reforzar la propia masculinidad). Mi propuesta es que el sexo deje de ser un examen y se convierta en un rato de placer compartido en el que tenemos muchas cosas para hacer, mucho más allá de la penetración y el juego genital.

Si te apuntas a romper con este modelo de sexualidad, te recomiendo que entres a Con V de Violeta y espíes la ponencia que hago con Marina Castro Leonarte, sobre la vinculación del sexo con el examen de la masculinidad. ¡Estoy convencida que te ayudará a tener mucho mejores relaciones sexuales!