Entender + el amor

10 discos para entender + el amor

El amor como sentimiento euforizante o fuente de angustias, ya sea por su ausencia, por la no correspondencia o por la traición. Amor fugaz o de largo recorrido, sensual o platónico, terrenal o entendido como camino hacia Dios. Un poderoso agente inspirador de álbumes de canciones consagradas a sus poderes y a sus zonas de sombra.

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Jordi Bianciotto
Jordi Bianciotto

Periodista

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Mientras que la canción de amor es tan antigua como la canción en sí misma, la colección de composiciones empaquetada en un disco temático de larga duración es un invento de mediados del siglo XX. Entre los primeros ‘álbumes conceptuales’ estuvieron los de Frank Sinatra, y allí el sentimiento amoroso era predominante, sobre todo en el simpático ‘Songs for swingin’ lovers!’ (1956).

Como tantas otras obras consagradas al amor, esta no refleja todos sus perfiles y edades, sino que se centra en un registro, el más asociado a la fase más tierna, la efervescencia juvenil. En sus vibrantes giros swing (arreglos del docto Nelson Riddle) se palpa la celebración del hoy discutido amor romántico, desde el impulso regenerador de ‘You make me feel so young’ hasta el finísimo Cole Porter de ‘I’ve got you under my skin’, pieza que Frankie borda en torno a una relación que parece imposible, danzando en la línea fronteriza con el odio: la expresión de tener a alguien "under my skin" puede indicar fastidio y equivaler a "me sacas de quicio".

La pasión adolescente es el combustible de la ‘love song’ de la era pop, con infinitas “variaciones sobre el mismo t’aime”, como diría Serge Gainsbourg. Por eso destaca una mirada descarada como la que Guillermina Motta ofreció, con 26 años, en ‘Visca l’amor’ (1968), un elepé en el que se deleitó con la sátira social (‘Cançó del pobre marit’, invectiva contra el matrimonio), jugó con el tabú (‘Cançó d’un doble amor’) y recordó la antigüedad de la poesía libidinosa: ‘No puc dormir soleta’, texto anónimo del siglo XV, le valió silbidos en el Palau de la Música por parte de los fans más formales de Els Setze Jutges.

Pero el amor limita con la sensualidad, y el romanticismo suele subir unos grados cuando acudimos a la música afroamericana, al soul en particular. Terry Callier, maestro de la sutileza, dejó como legado ‘What color is love’ (1972), álbum tan voluptuoso como onírico, que construye las pautas del deseo desde sus primeros compases, preguntándose “si el amor no dura / y vive en el pasado”. Siguiendo esa senda, Sade elevó el trance emocional a un estadio místico en canciones como ‘No ordinary love’, del disco ‘Love deluxe’ (1992), vinculándolo a un sacrificio ritual. Pero para ella el amor es un elixir, “uno de los pocos lujos que no puedes comprar”.

El sentimiento se funde con la espiritualidad con Nick Cave, que en su texto ‘La vida secreta de la canción de amor’ (incluido en ‘Obra lírica completa 1978-2019’, Ed. Libros del Kultrum, 2020) ve este tipo de composición como el intento humano de situarse “por encima de lo terrenal y lo banal”. La canción de amor no puede ser feliz, sostiene. Como en ‘Let love in’ (1994), que se abre a golpe de rock apocalíptico, llamando a las puertas del cielo y repitiendo la pregunta sin respuesta: “¿Me amas / como yo te amo a ti?”.

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Estos álbumes pueden aludir a experiencias concretas y conocidas, como ‘El amor después del amor’ (1992), del argentino Fito Páez, que festejaba con dulces rimas su estrenada entente con la actriz Cecilia Roth. En el otro extremo, el desengaño puede ser dolorosamente motivador. Françoise Hardy convirtió los desencuentros con su pareja, el también cantante Jacques Dutronc, en exquisito arte pop en ‘Entr’acte’ (1974), donde fabulaba con la historia de una mujer despechada que vive la relación de una noche. Y Bruce Springsteen presagió el final de su matrimonio con la actriz Julianne Phillips en ‘Tunnel of love’ (1987), en cuyo primer ‘single’, ‘Brilliant disguise’, hablaba de máscaras y de dudas sobre los propios sentimientos.

Amor transcendente, laudatorio o hecho trizas, y amor tóxico, el de ‘El mal querer’ (2019), de Rosalía, el eslabón más moderno para señalar la dominación de género. La historia de la chica encerrada en una torre por su celoso marido, a partir de la novela medieval occitana ‘Flamenca’. En defensa, también, del amor propio. Otro ángulo de una materia inagotable, que ha llegado a dar pie a un subgénero del disco de amor: el disco sobre canciones de amor, como el torrencial (triple CD) ’69 Love songs’ (1999), de The Magnetic Fields, demostración última del poder de esa fuerza afectiva para que los artistas saquen lo mejor de sí mismos.