Arte urbano a debate

Los comerciantes celebran el bicentenario del paseo de Gràcia con una escultura en la acera

Passeig de Gràcia, una ciudad de 601 habitantes

Un monumento de papel rinde homenaje al paseo de Gràcia en su bicentenario

Presentación de Pink Barcino, la nueva escultura del artista Lluís Lleó, que celebra los 200 años del Paseo de Gracia

Presentación de Pink Barcino, la nueva escultura del artista Lluís Lleó, que celebra los 200 años del Paseo de Gracia / JORDI COTRINA

Carles Cols

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Es una instalación efímera. A esa pregunta hubo que responder en más de una ocasión tras descubrirse la tela que cubría la escultura. Con el mecenazgo de la Fundació Grup Farmacèutic Salvat (algo visiblemente reseñado a los pies del pedestal) y el impulso de la Fundació Barcelona Promoció, el sector más antiguo de los comerciantes del paseo de Gràcia han decidido celebrar los 200 años de ese bulevar de la ciudad con una escultura del artista catalán afincado en Nueva York Lluís Lleó.

Es una pieza de tres metros de altura y casi ocho toneladas de peso que ha sido colocada en la esquina del Palau Robert, o sea, en la confluencia del paseo de Gràcia con la avenida de la Diagonal. Lleva por título ‘Pink Barcino’ porque, además del gris cemento, ese es su color, que cubre la totalidad de su parte posterior, mientras que en la delantera lo rosa estampa lo que se intuye es el asfalto de la calle. De forma muy esquemática, la escultura representa la trama del Eixample en ese mismo punto de la ciudad.

Es una instalación efímera, pero su autor, minutos después de descubrir la obra en compañía del alcalde, Jaume Collboni, y de representantes del sector comercial, como Lluís Sans y Josep Santacreu, aseguró que peleará para que pierda esa condición, es decir, intentará que más allá de enero, cuando finalizará el bicentenario, la escultura pase a ser permanente.

Lo indiscutible es que no pasa inadvertida. Aquella es una de las esquinas más transitadas de la ciudad y, para quienes no suelen transitar esa zona, es una oportunidad para practicar ese ‘deporte’ tan urbano y barcelonés que es tener una opinión propia sobre cada asunto. Es una manera más de querer a esta ciudad. Criticarla. También puede generar lo contrario, indiferencia, más o menos como el obelisco que está justo detrás de ‘Pink Barcino’, una obra que de tantas modificaciones que ha sufrido es hoy un monumento sin motivo alguno. En cualquier caso, parece que por su carácter efímero no ha sido sometida a la evaluación de la comisión del patrimonio artístico que puebla las calles de la ciudad.

La escultura, por su ubicación, a pie de acera, será también una suerte de termómetro, según se mire, de la ofensiva municipal para mejorar la limpieza de la ciudad, pintadas incluidas. Pero eso solo se sabrá con el paso de las semanas. O de los días. O de las horas.