Radiografía de un barrio

Dreta de l'Eixample de Barcelona: 44.000 vecinos, 29.000 camas turísticas y 4.000 de 'city living'

La Dreta de l'Eixample destina cada mes una finca completa a pisos de lujo

Girona con Diputació, otra finca adquirida por un fondo de inversión y en proceso de expulsión de los vecinos.

Girona con Diputació, otra finca adquirida por un fondo de inversión y en proceso de expulsión de los vecinos. / A. de S.

Carles Cols

Carles Cols

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La Associació de Veïns de la Dreta de l’Eixample de Barcelona acaba de realizar una (podría decirse así) tomografía del barrio, pues ha mirado más allá de lo que ocultan las fachadas cuando se pasea por sus calles. Ha contado el número de camas. Los vecinos del barrio son 44.715. Las camas turísticas, que tanto pueden ser de hotel como de apartamento, 28.937. En caso de máxima ocupación, además de alcanzar una densidad por hectárea casi sin parangón en Europa, significaría que un 40% de la población lo sería de paso, con el impacto que ello tiene, por ejemplo, sobre el tejido comercial.

Por si todo eso parece poco, aún hay más. La Dreta de l’Eixample es víctima de una tormenta perfecta de ‘golden visa’ y fondos de inversión que propició que entre enero de 2016 y octubre de 2022 se convirtieran en pisos de lujo 74 fincas completas, es decir, gentrificación y más población flotante en muchos casos, porque son, a menudo, apartamentos que se alquilan por temporadas y en los que la asociación calcula que habrá unas 4.000 camas más disponibles.

El informe que ha elaborado la entidad vecinal intenta ser una voz de alarma para que el gobierno municipal tome medidas, aunque no niegan sus autores que las soluciones no son fáciles. Ese barrio, la Dreta, fue el primer Eixample de la ciudad. Allí comenzó a edificarse la nueva Barcelona proyectada por Ildefons Cerdà. Fue por eso, durante décadas, la zona más señorial del distrito. Aún hoy es el Eixample más noble, ni que sea porque su arquitectura lo es. Pero tras esa fachada de barrio tranquilo, explica uno de los autores de la radiografía, Jaume Artigues, subyace una crisis demográfica que amenaza con desmoronar los cimientos de lo que se supone que es canónicamente un barrio.

Pone Artigues, primero, un antecedente que no hay que olvidar. A principios de los años 70, la Dreta de l’Eixample sumaba algo más de 70.000 vecinos. Fue su particular Everest poblacional, porque, a partir de aquella década, parte de las fincas residencial fueron reconvertidas en despachos de oficinas. En 2001, la población cayó por debajo de los 40.000 vecinos, es decir, mucho antes de que el anglicismo de la gentrificación se hubiera popularizado, la Dreta de l’Eixample perdió un 44% de su padrón, una barbaridad.

A lo largo de este siglo, la situación se ha revertido con timidez y el barrio se ha estabilizado finalmente con una población que fluctúa alrededor de 44.000 residentes, pero entonces, recuerda el informe de la asociación, los inesperados problemas ha pasado a ser otro dos, consecutivos en el tiempo y acumulativos en sus consecuencias.

El primero de los contratiempos fue que ya era tarde cuando las autoridades reaccionaron ante el aluvión de licencias de piso turístico que se concedían en las dependencias municipales. En 2015 se puso fin a esa sangría inmobiliaria, pero en la Dreta de l’Eixample ya eran entonces 26.878 las plazas turísticas ofertadas. Poco después llegó el PEUAT, el plan que no solo regulaba la concesión de ese tipo de licencias, sino que acotaba también la apertura de nuevos hoteles en la ciudad. Prohibía nuevos establecimientos de ese tipo en zona ya tensionadas. La Dreta de l’Eixample era una de ellas. Sin embargo, tal era el furor constructivo de las empresas hoteleras que no se pudieron impedir las obras de otras 13 licencias que habían sido solicitadas con anterioridad. Fue por eso que esa cifra de 26.878 camas creció aún en unas 2.000 más.

Girona, 58, la peníltima gentrificación.

Girona, 58, la peníltima gentrificación. / A. de S.

Sin pausa para reponer fuerzas, llegó el segundo problema que aún hoy aqueja a los vecinos del barrio. Es la tormenta perfecta antes citada. Solo entre 2016 y 2017, la asociación de vecinos certificó que como mínimo 17 edificios fueron íntegramente comprados por “sociedades especulativas” que, tras poner fin a los contratos de arrendamiento con subidas abusivas, los pusieron a la venta o a disposición por temporadas a extranjeros de altísimo poder adquisitivo. Se anuncian en la prensa internacional y en los portales inmobiliarios adecuados como experiencias ‘city living’. El metro cuadrado en este tipo de fincas reformadas se sitúa entre los 10.000 y los 20.000 euros, e incluso más si se trata de áticos. La anterior ocasión en la que la asociación de vecinos se adentró en esta cuestión llegó a un revelador dato. Era una simple división. Entre enero de 2016 y octubre de 2022 fueron adquiridas 74 fincas completas y, en la mayor parte de los casos, sus vecinos fueron vaciadas para una profunda reforma, es ese proceso ocurrió casi una vez cada mes.

Consell de Cent, 435.

Consell de Cent, 435. / J. A.

Según Artigues, la tendencia continúa. Basta a veces con pasear por las calles de la Dreta de l’Eixample para ser testigo de ello. En uno de los cuatro chaflanes del cruce de Diputació con Girona, por ejemplo, eso hoy bien visible porque la mayor parte de los balcones de la finca están tapiados con ladrillos. Quedan pocos vecinos por marchar. A solo dos calles, en Bruc con Consell de Cent, otra finca completa ha sido adquirida por otro fondo de inversión, lamenta Artigues.

Todo esto parecerán solo números. No obstante, va más allá. Cuando la población turística es más del 50% de la población residente (en la Dreta de l’Eixample eso es así holgadamente), la estructura social pasa a ser aluminosa, corre el riesgo de desmoronarse. La oferta comercial pasa a ser preferentemente turística. No solo es la proliferación de locales de ‘brunch’ y de locales de alquiler de bicicletas y patinetes, es que incluso los supermercados reorientan parte de su oferta para satisfacer a esos clientes de los apartamentos turísticos.