Valoración vecinal

Enric Granados avala con reparos el plan de choque contra el ruido

Enric Granados estalla con el uso "obsceno y destructivo" de la zona

Los asuntos que encara Collboni en el Eixample: ruido, 'superilla', movilidad y vivienda

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A1-158740030.jpg / Manu Mitru

Carles Cols

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Un aprobado justo, pero aprobado al fin y al cabo. Un pequeño paso en la dirección correcta, encomiable si se tiene en cuenta el punto de partida. Un grupo de vecinos de la calle de Enric Granados se ha reunido para evaluar si el plan de choque del nuevo concejal del distrito para esa conflictiva vía, Jordi Valls, ha surtido algún efecto en su primer fin de semana de aplicación. Más vigilancia y más limpieza. Eso les prometió la semana pasada. Visto lo sucedido el viernes y el sábado por la noche, le reconocen las ganas, el compromiso de que las ordenanzas sean cumplidas y, además, le aplauden su voluntad de diferenciar entre “los establecimientos que se esfuerzan por minimizar las afectaciones sobre el vecindario y los que se lo saltan todo y se despreocupan”.

El comunicado es, hasta cierto punto, comprensivo con el reto que ha heredado Valls como concejal del distrito. Sus armas son las que son. “Los procesos de sanciones son lentos y garantistas, y las multas son suficientemente bajas como para que a algunos establecimientos les salgan a cuenta”. Pero el pasado fin de semana la Guardia Urbana patrulló la calle con una presencia inusitada en meses anteriores y, tal y como se acordó, tan pronto como llegó la hora de cierre de la terrazas, los servicios de limpieza procedieron a efectuar un lavado de las aceras y la calzada que tenía, además, de propósitos higiénicos, intenciones disuasorias.

Los camiones de riego no son silenciosos, reconoce uno de los afectados, pero con la ventana cerrada no se oye su paso, algo que no sucede con el griterío de los grupos que se quedan ahí tras la hora de cierre.

Ejes verdes

En su nota, los vecinos van más allá de poner nota al plan de choque y pasan a analizar las minas que encontrará a su paso el concejal. Aplauden, por ejemplo, la descompresión que pueden generar los nuevos ejes verdes, pero avisan de que en esas calles (Consell de Cent, Rocafort, Borrell i Girona) “ya hay quien abusa y se aprovecha”. En su opinión, es urgente ser muy pedagógico sobre qué está permito y que está vetado para que esas calles puedan ser gozadas colectivamente.

Invitan también a Valls a no poder el foco de su actuación exclusivamente en Enric Granados. Creen que Aribau, aunque sea una vía en absoluto de tráfico pacificado, sufre problemas similares que provienen del hecho de que “el precio que se paga por ocupar el espacio público con una mesa es irrisorio, las posibles multas que se imponen no disuaden en absoluto y, en la práctica, que las licencias sean ‘eternas’ es una incongruencia que se debería revisar, sobre todo en el caso de los incumplidores sistemáticos”.

La primera toma de contacto entre los vecinos y la nueva dirección política del distrito ha superado sin tropiezos el primer obstáculo, pero hay, de fondo, discrepancias. En el anterior mandato se acordó y no se llegó a ejecutar un plan para habilitar un carril de servicios en Muntaner y Aribau que permita bajar de la acera contenedores y también motos y bicicletas aparcadas en detrimento de los peatones. Aunque dijo no ver nada claro ese proyecto, el concejal dijo a los vecinos que el plan tiraría adelante, pero puso en duda la ejecución de otros proyectos destinados a hacer más paseable a pie la zona, lo cual desagradó a los vecinos.

En esa misma línea de discrepancia, los representantes vecinales advirtieron a Valls de que tal y como quedó redactado el plan de usos del Eixample en el pasado mandato, “es una locura”, que en calles adyacentes a Enric Granados se permita la apertura de hasta 20 establecimientos de restauración cada 100 metros.