UNA HISTORIA DEL EIXAMPLE.. la Casa Argelich
Una finca de cine
La Casa Argelich, que tiene 121 años, ejerce de plató de casi un centenar de rodajes 'REC' disparó la popularidad del edificio
"Estamos frente a la puerta tras la cual parece ser que una vecina mayor ha tenido un problema; los vecinos han oído gritos y han llamado a la policía", relata la reportera Ángela Vidal, justo antes de que la escena se convierta en un baño de sangre y vísceras. La película REC rodada como un falso documental de terror, disparó a la fama la finca de rambla de Catalunya, 34. Y es que los directores Jaume Balagueró y Paco Plaza no podrían haber escogido mejor emplazamiento para su epidemia zombi que este antiguo inmueble de 1896.
Como si de una premonición se tratase, el arquitecto Josep Amargós dotó el edificio de elementos grotescos como las siniestras criaturas de los capiteles del vestíbulo o la inquietante escultura de la fachada. "Es un demonio que intenta comerse el pie de una mujer sentada al borde de la cornisa", describe el propietario del edificio, Jaume Argelich.
NEGOCIO FAMILIAR
El inmueble ha pertenecido a la familia Argelich desde que el padre de Jaume lo comprase en los años 30 para convertir los bajos y el sótano en las oficinas y talleres de la empresa Cedimatexsa. Sucesora de Tejidos Noguera, fue fundada en el 1843 y actualmente sigue siendo una empresa familiar, famosa por los diseños y la calidad de las telas de colchón. "Mi padre me hizo bautizar en uno de los baños de la finca justo antes de huir de la guerra", comenta Argelich, que ahora tiene 81 años. "Tuvieron que subirse a un destructor inglés que les llevó lejos de la guerra civil", añade su hijo Santiago.
Santi aún recuerda a su padre subido en una montaña de tejidos buscando telas con los operarios del almacén textil (el mismo almacén que posteriormente se utilizaría para contener a los zombis de REC). "Me parecía la cueva de Alí Babá en medio de Barcelona -evoca Santi, nostálgico-. Un sitio entrañable, donde también trabajaba mi abuelo; un negocio de toda la vida con una relación muy estrecha con el barrio".
UNA CASUALIDAD
"Todo empezó como una casualidad", relata Santiago Argelich. Los antiguos inquilinos fueron mudándose o falleciendo y los pisos de 380 metros cuadrados quedaron deshabitados conservando la decoración y arquitectura original, lo que los convirtió en un escenario perfecto para grabar hasta 95 películas.
Pero la fama de la gran pantalla tiene sus efectos secundarios y, durante años, grupos de curiosos se intentaron colar en el inmueble para revivir escenas macabras. "Llamábamos a los Mossos y cuando veían qué edificio era, no querían entrar por si había zombis", bromea Santiago.
La propiedad de los Argelich es la última que queda con estas características en la rambla de Catalunya y la idea de utilizarla como plató tiene fecha de caducidad. Las películas desgastan el edificio y, en cuanto se rehabilite, será finca residencial.
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