Transporte

Wuhan también incuba la revolución de los robotaxis

La ciudad china que intenta enterrar su estigma de haber sido el origen de la pandemia cuenta con 500 taxis sin conductor del gigante tecnológico Baidu

Interior de un robotaxi de la firma Baidu, en la ciudad de Wuham.

Interior de un robotaxi de la firma Baidu, en la ciudad de Wuham. / Pedro PARDO / AFP

Adrián Foncillas

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El taxi pedido en la aplicación llega al lugar acordado, la puerta trasera se desbloquea escribiendo las cuatro últimas cifras del teléfono en una pantalla táctil y, una vez dentro, empezará a circular tras clicar en el botón de “Inicio del trayecto” en una tableta que cuelga del respaldo del asiento delantero en la que también se puede ajustar el aire acondicionado y consultar los detalles del trayecto en mandarín o inglés. Wuhan les da la bienvenida al futuro.

La capital de la provincia central de Hubei intenta enterrar su estigma pandémico como pionera global de los robotaxis o taxis sin conductor. No es casual: Wuhan es la Detroit china, con abundante presencia de la industria automovilística nacional y plantas de Renault, General Motors u Honda. El gigante tecnológico Baidu cuenta ya con 500 robotaxis ahí y a finales de este año los habrá doblado. Son una minoría frente a los 17.000 taxis convencionales y las decenas de miles de conductores privados de aplicaciones similares a Uber pero ya han dado mucho que hablar. Su principal ventaja es el ridículo precio con el que Baidu busca una masa crítica de usuarios: unos cuatro yuanes (0,5 euros) por un trayecto frente a los 18 yuanes (2,3 euros) habituales. Los nuevos taxis reciben una media diaria de 20 pedidos frente a las 13 de los pilotados a pesar de que no cubren todo el perímetro de la ciudad y evitan atracciones turísticas como la Pagoda de la Grulla Amarilla, inmejorables mirador al río Yantsé, o zonas tan congestionadas como el campus universitario.

Un robotaxi autónomo.

Un robotaxi autónomo. / CMG

Ha sufrido una sangría económica Baidu desde que consiguió la licencia para operar en 2019 pero ya vislumbra el final del túnel. Su negocio Apollo Go será rentable el próximo año gracias a la demanda creciente y los costes decrecientes. Su nueva generación de robotaxis cuesta 200.000 yuanes (unos 25.500 euros), un 60% menos que la anterior. La consultora McKinsey ha pronosticado que China liderará el sector de los vehículos sin conductor y calcula los beneficios de la industria entre los 300 y los 400 mil millones de dólares en 2035. Cinco años antes ya contarán las carreteras chinas con un 20% de vehículos sin conductor y otro 70% estará dotado de tecnología avanzada para la conducción automatizada, según la Sociedad de Ingenieros de la Automoción de China. Ciudades como Shanghái o Shenzhen ya preparan el desembarco de los robotaxis.

Es un patrón conocido. También llegó China antes a los vehículos eléctricos y ahora sólo pueden defenderse Estados Unidos y Europa con aranceles de sus competitivas empresas. No es descartable que en los próximos años Occidente también justifique su proteccionismo en las ayudas públicas chinas. Estados Unidos y Japón caminan también hacia la eliminación de los conductores pero a mucha distancia de China y con serios contratiempos.

Un robotaxi Baidu en una calle de Wuham.

Un robotaxi Baidu en una calle de Wuham. / Pedro PARDO / AFP

La irrupción de los robotaxis ha generado debates sobre el empleo y la seguridad que no detendrán el progreso. El 51% de los encuestados en el medio nacional 'The Paper' piensan que sustituirán por completo a los conductores, el 35% sostiene que estos sufrirán cierto impacto y el 12% descarta lo último. Se ha viralizado en las redes sociales una carta de un operador local de taxis lamentando que cuatro de sus 159 conductores han renunciado desde abril por la caída de los ingresos. No parece que 500 robotaxis en una ciudad con 13 millones de habitantes, tantos como viven en Catalunya y la Comunitat Valenciana, sean un factor decisivo. Los recelos de la clase trabajadora a las máquinas no son extraños desde de la Revolución Industrial.

Las discusiones sobre la seguridad nacen en un accidente irrelevante que las redes sociales agrandaron. Un vehículo atropelló a un peatón que cruzaba por dónde no debía. Ni fue culpa del robotaxi ni hubo heridas graves pero muchos se preguntan por sus reflejos ante comportamientos imprevistos. Antes habían causado percances menores saldados con algún arañazo. Baidu reveló en mayo que había denunciado a internautas por difundir bulos sobre accidentes y que diez sospechosos fueron detenidos. Son más verosímiles los lamentos por la ralentización del tráfico. La circulación de los robotaxis es más lenta o más prudente, según las fuentes, lo que estimula los atascos en una ciudad ya saturada. Un defecto subsanable en el camino hacia el futuro que alumbra China.

Suscríbete para seguir leyendo