Tras dos grandes crisis

La clase media se debilita en dos tercios de la UE mientras resiste en España

El retroceso de las capas de ingresos intermedias se produce tras dos grandes crisis económicas y ante el avance de la extrema derecha en los históricos bastiones de la socialdemocracia

La proporción de españoles con bajos ingresos disminuye en dos décadas, si bien sigue siendo una de las más altas de todo el Viejo Continente

Trabajadores en una oficina, en una imagen de archivo.

Trabajadores en una oficina, en una imagen de archivo. / MANU MITRU

Gabriel Ubieto

Gabriel Ubieto

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A principios de julio Marine Le Pen se quedó a las puertas de lograr por primera vez en la historia de la democracia francesa colocar a uno de los suyos en la silla de primer ministro de Francia. Un mes antes, el 9 de junio, la extrema derecha obtenía su mejor resultado en unas elecciones europeas, quedando como tercera fuerza más votada y con una aportación especialmente destacada de Austria, un país hasta ahora con larga trayectoria socialdemócrata. 

La ola reaccionaria lleva tiempo cogiendo ritmo. Otro bastión de los estados del bienestar europeos, Suecia, veía como en 2022 la segunda fuerza más votada eran los herederos del fascismo sueco, Demócratas de Suecia. En Italia, Giorgia Meloni es también desde 2022 primera ministra gracias, entre otros, a su discurso antimigración. Europa vira hacia la derecha y busca soluciones en los extremos para dar respuesta al ocaso de una clase media que las últimas dos grandes crisis económicas han acentuado. 

Y es que en lo que va de siglo XXI, la desigualdad ha crecido en dos de cada tres estados miembros de la Unión Europea, que han visto cómo los ciudadanos con de bajos ingresos han crecido, especialmente en países donde hasta ahora eran más minoritarios. Así lo constata un informe publicado recientemente por Eurofound, una agencia dependiente de Unión Europea y especializada en estudiar las condiciones laborales de sus gentes. El mismo alerta de que la decadencia de la clase media pone en riesgo la cohesión social del Viejo Continente.  

Ese debilitamiento de la clase media a lo largo y ancho de Europa se centra especialmente en el centro y el norte y, por el momento, España escapa de la misma. Este país íbero, mediante una disminución sostenida del desempleo durante los últimos 15 años y una política reciente de subir el salario mínimo interprofesional, entre otras, nada a contracorriente y ha visto cómo su clase media se ensancha levemente respecto a los niveles existentes a principios de siglo.  

¿Qué entendemos por clase media?

El autor del estudio, el español Carlos Vacas-Soriano, define el concepto de clase media únicamente a través de la variable ingresos. Para que una persona pertenezca a la clase media debe vivir en un hogar con “un ingreso disponible equivalente a entre el 75% y el 200% de la mediana nacional”. Es decir, si pudiéramos ordenar en fila india a todos los hogares de un país de mayor a menor renta y escoger el hogar que estuviera justo en medio, tendríamos la mediana. Y a partir de esa mediana, la clase media estaría entre aquellos hogares que ingresan el 75% de lo que ingresa este hogar de referencia y los que ganan el doble. 

Si cogemos los datos del INE de renta mediana equivalente, referentes al 2022, esta se sitúa en los 1.400 euros mensuales (o 16.814 euros anuales) por persona dentro del hogar. Es decir, según dicha metodología, clase media en España sería una persona que cada mes ingresa entre 1.050 y 2.800 euros. Aunque dicho cálculo puede distorsionar la fotografía de la riqueza total de los hogares. Como referencia, La renta media por hogar en España era en 2023 de 2.901 euros mensuales (o 34.821 euros anuales). Y en cada estado europeo dicha horquilla varía en función de su poder adquisitivo. 

Utilizando ese cálculo, la clase media es la clase dominante en el Viejo Continente, hasta el punto de que engloba al 64% de sus habitantes, frente al 28,5% que serían clase baja, ya que estarían por debajo de esa referencia del 75% de ingresos sobre la mediana, y al 7,5% que serían clase alta, ya que ganarían más del doble que el hogar mediano.  

No obstante, el autor también alerta de que la definición que utiliza es limitada. “El enfoque de ingresos utilizado aquí para definir la clase media deja de lado aspectos como la creciente dificultad de mantener un estilo de vida de clase media, caracterizado por la seguridad y la estabilidad económicas y el acceso a la educación, la atención sanitaria y la propiedad de vivienda, cuyos costos están aumentando más rápido que los ingresos de la clase media. Si se tienen en cuenta estos aspectos, la presión sobre la clase media podría ser más fuerte que la identificada aquí”, advierte.

España, quinto por la cola

España, según dicho baremo, es el quinto país con una clase media más adelgazada. Este estrato social solo es menos numeroso en Bulgaria, Lituania, Letonia y Estonia. Más por la elevada proporción de habitantes con bajos ingresos, que no por la alta cantidad de ricos. En Alemania, por ejemplo, hay casi la misma proporción de personas de altos ingresos que en España, si bien no hay tanta gente ubicada en la clase baja. En proporciones, España se parece mucho más a Italia, si bien está considerablemente más cerca de Bulgaria, que sería el ‘summum’ de la desigualdad dentro de Europa, que no de Eslovaquia, el país con la riqueza más distribuida.  

Una de las explicaciones que da Eurofound a la mayor debilidad de la clase media en España es que su estado del bienestar es menos eficiente a la hora de redistribuir la riqueza. Por ejemplo, Francia, antes de la intervención del Estado, tendría una mayor proporción de ciudadanos de bajos ingresos (43%) que España (41%). Pero una vez actúan los mecanismos de ayudas públicas, como ayudas al alquiler, protección por desempleo o becas para el estudio, los franceses con bajos ingresos disminuyen al 27% y en España bajan, pero se quedan en el 31%.  

Pese a que España viene históricamente de una mala posición, es de la minoría de países que ha expandido su clase media en lo que va del siglo XXI. En las dos últimas décadas Occidente ha vivido dos grandes crisis, la financiera (2008), que en España se sumó a la inmobiliaria, y la del covid (2020). Ambas se han saldado con más desigualdad en el conjunto del Viejo Continente, principalmente debido a un aumento de las clases bajas. En proporción, de hecho, hay algo menos de ricos de los que había en Europa antes de la caída de Goldman Sachs

No ha sido así, no obstante, en el caso concreto de España, que ha logrado sacar a una pequeña porción de sus habitantes de la franja de bajos ingresos. La disminución de los altos niveles de desempleo -actualmente están a su menor nivel desde 2008, pese a seguir siendo los más altos de toda la UE- y políticas como el incremento sustancial del salario mínimo interprofesional -en los últimos cinco años ha subido un 52%- podrían explicar ese avance en términos de equidad.

Otros estudios ya han analizado dicho fenómeno en España, como es el caso de Observatorio Social de la Fundación La Caixa. Este, con un trazo algo más fino que Eurofound, alertó de que, dentro de la clase media, la clase media baja estaba en retroceso y avisaba de que ello también supone una clara amenaza a la cohesión social, dado que a menor poder adquisitivo de las capas medias, menor capacidad de financiación de servicios públicos como la sanidad o la educación o el sistema de pensiones. 

Pobreza al alza

En Europa crece la desigualdad porque crece la pobreza. Según los datos de Eurofound, el porcentaje de personas de 16 años o más que se encuentran por debajo del umbral de pobreza (60% de la renta media) aumentó en dos tercios de los estados miembros entre 2006 y 2021. La población del Viejo Continente acumula dos grandes crisis en menos de 15 años, si bien la del coronavirus ha disparado sensiblemente la desigualdad que la de 2008, gracias a la diferente respuesta de los estados.

La Unión Europea no dio la misma respuesta a la crisis del covid que a la financiera y ello tuvo un efecto directo en los efectos redistributivos de ambos choques económicos. Mientras la política de recortes y austeridad dio paso a una Gran Depresión que redujo en casi cuatro puntos la clase media en España, durante la pandemia esta apenas retrocedió medio punto. En el conjunto de Europa la tendencia fue la misma, si bien menos intensa. 

La crisis de vivienda que se extiende por el Viejo Continente explica, en parte, ese repunte de la pobreza. Si otrora la clase media se ha definido históricamente por una vivienda en propiedad, el aumento del precio de la misma, a un ritmo superior al de los salarios, no contribuye, sino al contrario, a reforzar que las nuevas generaciones puedan retener el estatus de sus padres. En la última década, según datos de Eurostat, el precio de la vivienda ha aumentado 1,5 veces más que los sueldos en el conjunto de la UE. 

El caso de países como Alemania dicha tendencia es más acentuada, donde el techo se ha encarecido dos veces más de lo que han subido las nóminas. O, yendo más hacia los extremos, en Dinamarca han subido tres veces más los precios de la vivienda que el sueldo. España está entremedio, con un aumento del coste de la vivienda 2,5 veces superior al de los sueldos.

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