Opinión | Con 'E' de empresa

Dos formas de rechazo: la opa del BBVA y la turismofobia

Los resultados empresariales siguen viento en popa. Tanto empresas financieras como no financieras han elevado márgenes por el aumento del negocio

César González Bueno, CEO del Sabadell.

César González Bueno, CEO del Sabadell. / EPE

Esta semana abrasadora nos deja económicamente dos datos destacables. El primero es que los resultados empresariales siguen viento en popa. Tanto empresas financieras como no financieras han elevado márgenes por el aumento del negocio y, como la situación económicamente es buena y, por tanto, no hay saneamientos, los beneficios están casi en subida libre. Esto, digan lo que digan los políticos populistas, es positivo para la economía, para los empleados de las empresas, para los accionistas, para la recaudación de impuestos y por lo tanto para el estado del Bienestar.

El Sabadell y en concreto su CEO, César González-Bueno, ha estado de gira por los medios de comunicación. Su mensaje, de oposición obviamente a la opa que le ha lanzado el BBVA, se resume en una frase: hay un clamor social contra la operación. Efectivamente, ni políticos estatales (con el Gobierno a la cabeza) ni autonómicos, ni empresarios, ni agentes sociales apoyan la operación. ¿Está entonces todo dicho? No. Los accionistas son soberanos y podrían inclinarse por una opa que ofrece sinergias evidentes, aunque solo si acaba en fusión. Y ahí el Ministerio de Economía tiene la última palabra. No lo duden, el poder, al final, es político.

Este domingo, en ‘activos’ analizamos uno de los grandes debates del momento: el modelo turístico. ¿Es sostenible que España acoja a 100 millones de turistas? La turismofobia es la punta de un iceberg de ciudadanos molestos con la masificación y una de sus consecuencias, la expulsión de los residentes del centro de las principales ciudades ante el encarecimiento de los pisos. Hay quien piensa que las soluciones pasan por limitar el uso de pisos turísticos y del número de visitantes allá donde sea necesario. Y optar por tanto por un turista que gaste más. Puede que vayan por ahí los tiros. Pero, ¿no es esta una forma de acabar con la democratización de los viajes? ¿No acabarán viajando solo los más pudientes?